La fiesta se acabó

La fiesta estaba en su apogeo. Felices, el presidente y los suyos no cabían de la alegría por el resultado del juicio a García Luna. Maldito Calderón, por fin las estaba pagando y lo seguiría haciendo por el resto de sus días. Pensaban que podían sentarse a no hacer nada –es decir: continuar como a la fecha, hasta las elecciones del año entrante–. Se les dijo, se les advirtió que, más allá del golpe a su adversario y el comprensible jolgorio que armarían alrededor de lo sucedido, el que estaba en el banquillo, al final, era el país y su estrategia con el crimen organizado. Pero no. Para ellos fue un juicio en Brooklyn a los gobiernos panistas y echaron las campanas al vuelo, las serpentinas y el confeti. ¡Tlayudas para todos, que la fiesta no va a terminar!

Se sabe. Del plato a la boca se cae la sopa. Nada escuchaban, desplegaban mantas de García Luna señalando que era miembro del PAN, quisieron hacerlo el único tema de conversación, público y privado. Los festejos continuaban cuando empezaron a salir, por un lado y por el otro, las propuestas de legisladores republicanos de revalorar la estrategia respecto de México y los cárteles del crimen. Entonces, los mariachis callaron.

Particularmente llamativas fueron las declaraciones de William Barr, exfiscal de Estados Unidos en la presidencia de Trump, solicitando a Biden la intervención de las fuerzas militares estadounidenses en un artículo publicado en The Wall Street Journal. Barr fue durísimo en sus aseveraciones: “Los cárteles mexicanos han florecido porque las administraciones mexicanas no han estado dispuestas a enfrentarse a ellos. La excepción fue el presidente Felipe Calderón , que quería ir a por todas contra los cárteles, pero las prioridades estadounidenses estaban en otra parte en ese momento (…) Hoy, el principal facilitador de los cárteles es el presidente Andrés Manuel López Obrador. En realidad, AMLO no está dispuesto a tomar medidas que desafíen seriamente a los cárteles. Los protege invocando constantemente la soberanía de México para impedir que Estados Unidos tome medidas efectivas”, escribió Barr.

Un dato que a veces pasa desapercibido es que era precisamente William Barr el fiscal cuando aprehendieron a García Luna en aquel país. Algo sabe el señor cuando habla del tema. A eso se sumó la alharaca de la peor derecha republicana que verdaderamente detesta a nuestro país, y el asunto de Matamoros, en el que miembros de un cártel secuestraron y asesinaron a dos ciudadanos estadounidenses y dejaron vivos a otros dos. El escándalo involucró incluso al FBI y a la Casa Blanca. La exigencia del gobierno norteamericano fue atendida de inmediato por el nuestro y por quien verdaderamente gobierna en Tamaulipas, que es el crimen organizado. Los miembros del cártel decidieron poner en libertad a quienes quedaron con vida y después entregaron a los ejecutores de los asesinatos con un mensaje de disculpa. Peor no pudo quedar nuestro gobierno. Quedó claro que la justicia en buenas partes de este país corre a cargo del crimen organizado.

El papel más penoso ha corrido a cargo del presidente López Obrador, que no ha hecho otra cosa que decir babosadas sin sentido, como amenazar con una campaña de información entre los paisanos en Estados Unidos en contra del Partido Republicano. El gobierno está en un grave problema, con su torpeza y su ceguera ha metido al país en un serio conflicto con fuerzas políticas estadounidenses que, ellos sí, pueden hacer un grave daño a los mexicanos indocumentados en ese país. Las tonterías del presidente también se pagan, aunque aquí no todos se las cobren.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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