Fox, ¿en campaña?

El exabrupto del expresidente Fox con un tuit racista y xenófobo, según él en apoyo a Xóchitl Gálvez, es una de las muestras más claras de que las redes sociales son armas suicidas. Fox quedó inhabilitado para estar opinando durante un buen tiempo. Su apoyo hacia Xóchitl deberá ser limitado. No solamente porque la vinculen a ella con determinado pasado, sino también porque la vinculen a ciertas ideas o posicionamientos polémicos y cuestionables. Entonces tenemos que el efecto de un tuit no sólo puede ser que el autor se “dispare un tiro”, sino que tenga efectos en otros personajes. Es lo que pasó con el tuit de Fox que obligó a Xóchitl a desmarcarse (Creel atinadamente también lo hizo) del exmandatario –de quien nunca había renegado–.

De la misma manera, el mismo expresidente Fox decidió dar una entrevista a Fernando del Collado, que ha hecho desde hace años de su programa Tragaluz una interesante ventana a los personajes públicos y su capacidad de improvisar respuestas con agilidad. Quizá envalentonado por la exitosa irrupción de Xóchitl en la contienda electoral, el expresidente decidió volcarse en el apoyo a quien fuera su colaboradora hace un par de décadas. Esto, aunado al justificado agravio que tiene con el presidente López Obrador, con quien sostiene una enemistad duradera. La entrevista fue un éxito para Del Collado y, como resultado lógico, un desastre para Fox. El expresidente clamó porque le regresen su pensión, porque se le hace muy caro pagar su seguro de gastos médicos, aparte de haber perdido el apoyo administrativo con que contaba. Una vez hecho el airado reclamo, aseguró que había que quitar los programas sociales porque nada más generan “huevones” y que eso se iba a lograr con Gálvez. Sobra decir el repudio que merecieron los comentarios de Fox. El resultado del tuit y la entrevista es que tenemos a uno de los grandes apoyos en la vida política de Xóchitl convertido en un fardo que será pesado de cargar. El expresidente se convirtió en el chivo en cristalería en la fiesta de Xóchitl.

¿Es bueno que los expresidentes se pongan a hacer campaña sistemática a favor de un candidato? Todo parece indicar que no (en nuestro país es un tema muy reciente). El caso Fox es un ejemplo. En España, lo mismo se cuestionaba un analista político este fin de semana sobre las participaciones de los expresidentes Zapatero y Rajoy en la reciente campaña electoral. Una serie de dichos fuera de lugar y hasta incomprensibles fueron la marca de ambos personajes. Y es que queda la pregunta de siempre, ¿qué hacer con los expresidentes? Tienen derecho a participar en política, sin duda. Pero el apoyo que brindan se puede malograr fácilmente, dando a entender alguna suerte de dependencia política del candidato apoyado o, como se dice por ahí, simplemente “salarlo”. El expresidente español Felipe González decía que “los expresidentes somos como grandes jarrones chinos en departamentos pequeños. Se supone que tenemos valor, pero donde nos ponen estorbamos”. Por supuesto, el caso mexicano se cuece aparte. Los expresidentes son sometidos a un ataque sistemático por parte del actual titular del Ejecutivo. En efecto, les quitó las pensiones. A algunos les podrá parecer bien y a otros mal, pero también ha generado un clima de persecución en contra de ellos que les impide incluso poder realizar algún trabajo en el país. No en balde, salvo Fox, los demás viven en el extranjero.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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