Faltar a misa es lo primero que hace cualquiera que quiere ser un mal católico. Es un camino sencillo y normalmente se logra el objetivo de alejarse, por las razones que fueren, de su religión. Es el caso del que esto escribe. La misa es debida y ahí se atiende la palabra de Dios por lo que es requisito para ser buen católico, entre otras cosas, cumplir este mandamiento. Los jóvenes comienzan a alejarse del catolicismo precisamente por este tipo de obligaciones pues la misa resulta una ceremonia simplona, aburrida, con contenidos dispersos. Aun así, la jerarquía católica ha instrumentalizado misas para niños o para jóvenes con música más acorde a sus gustos. Total, que casi se puede decir que salvo a un porcentaje no muy grande de los propios católicos las misas les resultan aburridas a las mayorías.
Claro, hay misas muy conmovedoras o bonitas. Ciertas bodas o funerales. Réquiems o Misas de coronación que son composiciones clásicas impresionantes (Mozart, Fauré, Verdi) y que quedan en el recuerdo de muchos. Las bodas quizá nada más queden en el recuerdo de los contrayentes, recuerdo que ciertamente suele agriarse con el paso del tiempo para muchos.
De su vida pública, se desprende que nuestra presidenta Claudia Sheinbaum, nunca ha enfrentado ese dilema que suele ser juvenil de ir o ya no a misa. Ella misma ha declarado que es atea. Todo bien, ningún problema. Pero, la verdad es que hubo una misa a la que sí tuvo que ir y no asistió: la de los funerales del Papa Francisco. En verdad no entiendo por qué no fue. Ella manifestó desde hace tiempo que el liderazgo del Papa Francisco le gustaba, que sentía conexión con sus dichos y su opción por los más necesitados. Lo fue a ver al Vaticano en la campaña, se pronunció con empatía cuando murió el pontífice y hasta puso un video de él en una mañanera. ¿Qué le dio miedo? ¿Qué le iba a costar su asistencia? Nada.
Para rabia de algunos, México sigue siendo un país católico en su gran mayoría. Que ella hubiera ido, en su calidad de no creyente, pero de representante de un pueblo católico, hubiera sido muy comprensible. ¿Quién la hubiera criticado? Algunos ultras seguramente. Pero ver a los presidentes y líderes del mundo ahí reunidos en un evento fuera de lo común y no ver a la presidenta mexicana no puede llevar más que a la conclusión de que se cometió un error.
En comunicación política se sabe que “una foto con el Papa siempre vende”, es algo que constantemente están buscando los líderes de distintos países, católicos o no. Que Sheinbaum haya dejado de ir habla mal de su proceso de toma de decisiones. Con una popularidad de arriba de 80% ¿Qué pensaba que le iba a pasar asistiendo a un evento internacional que verían cientos de millones de personas? ¿En dónde estaba el costo político? ¿En qué piensa emplear esa enorme popularidad?
“Sheinbaum”, contestó Grok – la cuenta de inteligencia artificial de X- cuándo el presidente salvadoreño le preguntó quién era el presidente más popular. Independientemente de lo graciosa de esa respuesta para el engreído centroamericano, lo cierto es que Sheinbaum es tremendamente popular, pero cree que ir a los funerales papales le hubiera sido gravoso en su imagen porque algún comecuras le sacara el discurso rancio de Benito Juárez y el laicismo.
Oportunidad perdida inexplicablemente. Y no, no estuvimos bien representados con la secretaria de Gobernación, debió habernos representado la Presidenta de decenas de millones de mexicanos católicos. La única misa a la que debió haber ido y no fue.
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