El sueño presidencial: un país dividido

López Obrador retó esta semana a que los mexicanos tomaran una definición: o están con él o contra él, o son conservadores o liberales.


Amlo conflicto


Son días de furia. El encierro mantiene a todos con la irritación a flor de piel. En todos lados hay coraje para todos. No hay matices. Lo mismo se desata la rabia por la desaparición de unos jóvenes, que por un licuado de Bárbara de Regil.

El ambiente que vivimos está crispado y lo que sucede en el mundo y en nuestro país abona al enojo colectivo. Condenados a estar observando todo desde la ventana del encierro nuestra participación en la vida pública se limita a estar señalando las fallas aquí y allá, a emitir sentencias fulminantes en un tuit.

Encerrados, el país se divide cada vez más. La crispación está en la mirada, en las palabras, las interacciones son rasposas, el insulto está de por medio en casi todo, la agresión se ha convertido en la forma usual de convivencia. Es el país que lidera López Obrador, es el país que le gusta, el de la furia generalizada.

En algo que ha resultado asombroso, los altos funcionarios de este gobierno mantienen pleitos como si fuera requisito para conservar el puesto. Del otro lado, los críticos de AMLO no omitimos adjetivos, todos los colocamos. En las redes la bronca es por día. Unos: ¡Arrepiéntete, chairo! Otros: ¡Jamás, cómplice fascista. Unos: ¡Ineptos, corruptos! Otros: ¡Callaron como momias, malditos derechosos! Los apologistas de López Obrador se tunden con singular alegría: Sanjuana Martínez le dice a Álvaro Delgado que es un porro y que deje de abusar del alcohol, el otro la tacha de odiadora demente. Son detalles, pinceladas de cualquier día.

Los presidentes son los grandes animadores del país. Una de las funciones del trabajo presidencial es conducir los ánimos hacia el rumbo deseado. Por eso son los que marcan el camino, los que nos dicen qué hacer, por eso su papel es de liderazgo. Los presidentes procuran poner siempre buena cara, ocultar los errores, quieren hablar de lo bueno, no solamente porque les conviene que no les señalen los errores, sino porque saben que tiene que mantener a sus gobernados tranquilos, con esperanzas y con la idea de que las cosas van bien. Salvo casos como el de López Obrador que lo que prefiere es la bronca, salivar con ese gusto sádico que tiene por el pleito.

Los presidentes también ayudan a conciliar, su palabra pesa en los arreglos, por eso pueden solucionar problemas, resolver diferencias. Salvo casos como el de López Obrador, que prefiere organizar una batalla campal antes que dialogar con los demás. Si en la escuela hay un pleito, todos están pendientes de que no llegue “el director” porque los separa y los castiga. En nuestro país sabemos que si hay un pleito no va a llegar “el director”, porque lo que sucede es que el del pleito es “el director”; sabemos que si hay un incendio el presidente no irá por una cubeta de agua, sino por un bidón de gasolina.

López Obrador retó esta semana a que los mexicanos tomaran una definición: o están con él o contra él, o son conservadores o liberales. Esto lo dijo un ultraconservador que se siente liberal pero el problema no es ese, el asunto es que parece que el presidente no acepta que esa definición ya se tomó. Los mexicanos hace dos años votaron en abrumadora mayoría para que él fuera el presidente. Esa fue la definición que tomaron. Lo único que ha hecho López Obrador con la decisión popular es malgastarla, desgastarla y hacer como si nadie hubiera decidido nada y todavía estuviera Peña en el poder.

El ambiente es agua hirviendo y López Obrador, feliz. No le importa si el pleito es entre los suyos o contra los suyos. Le da igual. Para él, lo relevante es la zacapela, la patada y el navajazo. Así, el país vive enfrentado y dividido, movido por el insulto y listos para las pedradas cada uno en su bando. Es el país que soñaba el presidente ya lo tiene, y todo apunta a que se le va a caer de las manos.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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