María Estuardo

La injusticia siempre engendra inquietud, siempre lo ideado con astucia está mal hecho.



Muy pocas reinas han vivido la tragedia como María Estuardo, reina de Escocia, que murió decapitada en 1587 por órdenes de su prima Isabel I de Inglaterra. Nomás de leer eso uno piensa que, en efecto, las relaciones familiares siempre pueden ser violentas y problemáticas, más aún con el aderezo del poder. Tres veces viuda (uno de sus maridos fue su primo-hermano), heredó el trono escocés a la muerte de su padre; ella tenía seis días de nacida. En 1567 la forzaron a abdicar en favor de su hijo de un año de edad. Siendo católico su pleito con la prima inglesa y protestante, escaló el trono, pues María reclamaba el trono inglés para ella. Así su prima le recluyó en diversos castillos durante 18 años hasta que ordenó su muerte.

Como con muchos personajes históricos, vale la pena la biografía de María Estuardo que hizo Stefan Zweig, escritor prolífico, cuyas biografías son célebres. Aquí algunos subrayados:

Pero para ser reina, para seguir siendo reina, desde ahora ya no le estará permitido seguir siendo del todo veraz: una persona que se ha comprometido con la política ya no se pertenece a sí misma, ya ha de obedecer a leyes distintas de las sagradas de su naturaleza.

En la política y en la vida, las medianías e insinceridades siempre causan más daños que las decisiones enérgicas y claras.

La razón y la política raras veces transitan por el mismo camino: quizá el dramatismo de la Historia Universal surja siempre de las posibilidades desperdiciadas.

Pero pronto sabrá que un odio que sabe callar es aún más peligroso que el más furibundo de los discursos, y que quien ha ofendido mortalmente una vez a esa mujer orgullosa se ha puesto él mismo la Muerte en la nuca.

Este débil muchacho siempre encuentra fuerza para gestos viriles, pero nunca para un acto varonil.

A las pasiones, como a las enfermedades, no se las puede acusar ni disculpar: solo es posible describirlas, con ese asombro siempre renovado con el que se mezcla un leve espanto ante la fuerza primitiva de los elementos, que a veces explota como una tormenta en la Naturaleza y a veces en una persona.

La injusticia siempre engendra inquietud, siempre lo ideado con astucia está mal hecho.

Durante años y años, la ira y la amargura se han ido acumulando en esta mujer atormentada y humillada, durante años y años ha esperado y negociado y pactado y conspirado, y buscado vías de mediación. Ahora, la medida se ha colmado. Como una llama, el odio reprimido se lanza al fin contra su atormentadora, contra la usurpadora, la carcelera.

Y siempre es un espectáculo conmovedor ver a una persona luchando con su conciencia.

… ese funcionario seco, sobrio y aún más repulsivo en su cargante decencia…

…Pequeño y necio descaro de un alma subalterna, a la que la desgracia ajena vuelve arrogante en vez de humilde.

¡Mejor una muerte que humille a su adversaria ante la Historia que una suavidad hipócrita que corone a su enemiga con el aura de la generosidad!

Su corazón tiembla menos al recibir el mortal documento que la mano de Isabel al firmarlo. María Estuardo tiene menos miedo de morir que Isabel de matarla.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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