Dos cabezas de piedra

La portada del nuevo libro de López Obrador –titulado Grandeza- es la foto de una enorme piedra transformada en escultura: La Cabeza Olmeca, como la conocemos los mexicanos. Al lado de la piedra gigante está el expresidente en posición de admiración o simplemente poniendo también su cabeza cerca de la escultura. Dos cabezas de piedra: una gigante, otra pequeña pero igual de dura. 

Siempre serán un misterio las fuentes de inspiración de López Obrador. Es un hombre al que le pasan cosas únicas, que ve películas con escenas que nadie vio y que sabe cosas que ignoran los demás. Se trata de un caso único de experiencia, conocimiento y erudición. Como cuando afirmó que México se había fundado hace más de diez mil millones de años ante la risa generalizada. Y qué decir de la penosa anécdota que le gustaba contar de que a Mussolini le pusieron Benito en honor a Juárez, el pastorcito de San Pablo Guelatao; o cuando contaba que en la película El Padrino los hijos de don Corleone aprendieron malas mañas cuando fueron a estudiar “al extranjero”. Lo cierto es que en el filme nadie se va a estudiar a otro país, pero él vio esa película, una distinta a la que vimos todos. 

Todo indica que, en este nuevo libro, según reportes periodísticos, le emprende de nuevo contra los españoles y hace con los llamados “pueblos originarios” una suerte de rescate del mal, una limpia de imagen histórica y presenta a esos mexicanos de hace siglos como seres impolutos incapaces de cualquier mala acción y con una tendencia natural a hacer el bien sin miramientos, al beneficio colectivo, al conocimiento, la solidaridad y la felicidad total. Nada de canibalismo, ni de envidias, mucho menos los famosísimos sacrificios humanos, las matazones, el pozole con carne humana o el uso de cráneos como elementos decorativos. Todo eso nos quiere decir con su nuevo libro un hombre en retiro que siempre se ha destacado por su tozudez, su escasa comprensión de la realidad y su pensamiento plano. Según él todo sería culpa -para él en este mundo todo es “culpa” de alguien- de los españoles que vinieron a sacar a los inocentes mexicas de su estado de pureza y a sembrarles, no solamente la viruela, sino también la codicia, la envidia, la maldad y la perversidad. Por todo eso inventaron lo de las piedras de sacrificios y otras grandes mentiras de la historia según ha demostrado recientemente el revisor de la historia López Obrador autor de una suerte de Popol Vuh del siglo XXI. 

Para la chairiza el tabasqueño es una especie de intelectual, un hombre que ha “escrito muchos libros importantes”, un intelectual sin título, un historiador sin academia que es la encarnación de la palabra del pueblo. Hay quien asegura, sin duda con mala leche, que López Obrador ha escrito más libros de los que ha leído. 

“Me gustaría que este libro lo leyeran los españoles” dice el hombre también conocido como El Peje, para que se den cuenta de todas las maldades que vinieron a hacer hace algunos siglos. Maldades y crueldades que no han culminado porque es herencia directa de los españoles un hombre llamado Andrés Manuel que tuvo a bien destrozar el sistema de salud, el de educación y otras linduras bien mexicanas.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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