Doña dato protegido

Nadie puede negar que Morena es un movimiento pródigo en protagonistas folclóricos, aunque en su mayoría caben en la calificación de ramplones y grotescos. A estas últimas categorías pertenece un nuevo personaje que ha irrumpido en la política nacional: la señora diputada Dato Protegido.

En efecto se trata de una legisladora que ha cobrado rápidamente fama por autoritaria, por torcer a las autoridades electorales a su favor y por el placer que ha encontrado en humillar públicamente a una ciudadana mexicana que osó sospechar de un acto de nepotismo en el caso de la candidatura a la diputación de doña Dato Protegido. Y es que lady Dato Protegido contrajo nupcias con afamado legislador morenista: el diputado Gutiérrez Luna, presidente de la Cámara Diputados.

La sospecha ciudadana llevó a quien es la versión femenina de Noroña, la señora Dato Protegido, a demandar a la electora que en su mente febril tuvo la ocurrencia de que pudiese darse una decisión nepotista. ¿Cómo se le ocurrió eso a la ciudadana? Seguramente se trata de una mujer malinformada y peor orientada, una persona envenenada por su conservadurismo. Fue así que doña Dato Protegido la demandó por insinuar que ella depende de su marido, que no tiene valor propio y que un dato no depende de otro dato, mucho menos si se es un Dato Protegido como lo es ella.

La diputada Dato Protegido inauguró una indignante práctica que consiste en conseguir sentencias para que una ciudadana – de preferencia mujer, claro-, no incurra en delitos de sospechosismo por algo tan alejado del movimiento como lo es el nepotismo. Es así que debe haber un castigo ejemplar: la infame acusadora debe publicar durante treinta días en sus redes sociales una disculpa pública en la que reconozca su inmunda falta. Para tal efecto la autoridad competente –es un decir-, le ordenó la siguiente redacción: “Te pido una disculpa, DATO PROTEGIDO, por el mensaje que estuvo cargado de violencia simbólica, psicológica, por interpósita persona, digital, mediática y análoga, así como de discriminación, basado en estereotipos de género. Esto perjudicó tus derechos político-electorales porque minimizó tus capacidades y trayectoria política”.

Es de todos conocida la capacidad y, sobre todo, la trayectoria política de doña Dato Protegido. Es raro que se hable de otra cosa en las mesas políticas, los programas de análisis, hay libros enteros dedicados a la brillante trayectoria de doña Dato Protegido. Incluso se trata de un caso internacional. Dato Protegido es el Dato que llegó para quedarse. Nunca más “violencia simbólica, psicológica, por interpósita persona, digital, mediática o análoga, así como de discriminación, basado en estereotipos de género”. Faltaba más o dejaría de llamarse Dato Protegido.

¿Qué sigue? Que los ciudadanos se callen, que valoren su silencio si no quieren ser sometidos al castigo de la ley. Doña Dato Protegido representa a cabalidad el autoritarismo, la ramplonería, la sed de venganza, la ignorancia, el uso torcido del puesto público y el haber rebajado la violencia política de género a una vulgar medida para ejercer revancha contra la crítica ciudadana.

Eso, por un lado, por el otro desearle a la diputada Dato Protegido que sea muy feliz en su matrimonio, que tengan pequeños datitos protegiditos y que sean muy felices hasta poblar este país de Datos Protegidos y convertirlo en el lugar donde ella y su pareja piensan que nadie sabe quiénes son, pero todos sabemos cómo se llaman y qué es lo que hacen.

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