El caso de Adán Augusto López Hernández, hoy senador, ayer secretario de gobernación y antier gobernador de Tabasco, también fue diputado federal y diputado local, es verdaderamente asombroso. Hoy es de Morena, pero antes fue secretario general del PRI en Tabasco, militó en el PRD y tiene estudios de Derecho y de Ciencias Políticas y un diplomado en notariado. Linda biografía política y académica que abarca otros cargos más que sería largo enumerar. Podría mostrarse como un ejemplo de superación personal.
Sin embargo, hoy se encuentra inmerso en un enredo de mentiras que retan al mejor investigador a descubrir quién es realmente, en matera de integridad, después de que se descubriera que cuando fue gobernador de Tabasco nombró como secretario de seguridad pública a Hernán Bermúdez Requena, quien es señalado como líder del grupo criminal “La Barredora”, vinculado al cártel Jalisco Nueva Generación.
El escándalo provocado por dicho descubrimiento provocó que durante los primeros días quien también es líder de la bancada de Morena y presidente de la Junta de Coordinación Política en el Senado, desapareciera del escenario público. Luego se le vio aparecer con un lenguaje no verbal de depresión, desconcierto y silencioso. Seguramente estaba pensando en cómo explicar lo que, hasta hoy, resulta inexplicable.
Lo primero fue decir que no sabía quién era Bermúdez Requena, pues se lo habían recomendado. Lo aceptó y lo heredó a quien lo sucedió al frente de la gubernatura de Tabasco cuando a invitación de Andrés Manuel López Obrador, su “casi hermano”, lo invitó a la secretaría de estado más importante del Gobierno de México y que controla la política: la Secretaría de Gobernación, donde permaneció hasta que renunció para entrar al juego de las “corcholatas” que buscaban la nominación de Morena a la Presidencia de la República. ¿Cómo un hombre con la trayectoria y experiencia de Augusto López puede decirse o ser engañado de esa manera? Si fuera alguien ingenuo o ignorante sería creíble.
Vino después la afirmación que había solicitado, a través de la Presidencia de la República, que la Fiscalía que corrieran a Bermúdez Requena lo quitaran de su puesto. En el ir y venir de la información, las fechas no coincidían. Pero lo peor fue cuando se publicó que, en realidad, no había sido corrido del cargo, sino que él había renunciado e, incluso, se le había hecho un reconocimiento público por su desempeño en el cargo. Y si la solicitud de que lo removieran del puesto fue por su vinculación con el crimen organizado, ¿por qué no lo denunció penalmente? El engaño llevó a que Claudia Sheinbaum en su mañanera defendiera a Augusto López con el mismo argumento.
Pero no pararon ahí las cosas, resulta que se investigó acerca de otros elementos y salió a relucir que en su declaración patrimonial y en su pago de impuestos, no había incluido todas las fuentes de las cuales obtenía ingresos y el monto de las mismas, así como los pagos de impuestos realizados. Nuevamente surgieron las “explicaciones” de los olvidos. Negó conflicto de intereses en las asesorías que registraba como parte de los pagos recibidos, y luego se exhibió como ganadero millonario.
Después de todo este historial, no cabe duda de que alguien dice que no es como “los de antes” (aunque también lo fue durante su militancia priísta), reúne todo el perfil y nos deja a los ciudadanos la tarea de descubrir la verdad del insigne morenista encargado de conducir a sus colegas en el Senado y, que además de haber asumido la instrucción del presidente Andrés Manuel López Obrador de no cambiar “ni una coma” a sus iniciativas y aprobarlas tal cual fueron enviadas, ahora aceptó que su grupo agregara a la iniciativa de reformas a la Ley de Amparo, una pequeña corrección de última hora para meter gol contra la ciudadanía, incluyendo un artículo que declara que los amparos en curso se resolverán de acuerdo con la nueva norma, disposición contraria al artículo 14 de la Constitución de los Estados Unidos Mexicano.
¡Todo un caso!
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