Un reto mayúsculo

Aquí y en este tiempo nos tocó vivir y es la única oportunidad que tenemos de tratar de hacer de nuestra vida algo positivo. México es un país de un tamaño grande, y también goza de una variedad muy amplia de paisajes, desde desiertos hasta selvas, montañas y océanos de imponente belleza y de una población bastante numerosa, bajo estos parámetros cualquier lector de otro país podría pensar que ante tales elementos México debería ser uno de los países con mayor bienestar y desarrollo, sin embargo para los que aquí vivimos nos encontramos con una realidad muy diferentes pese a los discursos oficiales y a números que se presentan por las mañanas, la desigualdad es notable y hay una multitud de personas que carecen de recursos para llevar una vida desahogada, y todos independientemente del nivel económico estamos bajo la amenaza de la inseguridad que se refleja con actos de violencia o amenaza a las personas y también a los negocios, no solamente a las grandes empresas, sino a muchos pequeños empresarios que son amenazados por el crimen organizado cobrando lo que se conoce como derecho de piso. 

Muchos nos cuestionamos cuales son las causas para este estado de cosas que padecemos. Desde luego una respuesta común y hasta cierto punto fácil es que la causa de esto es la actuación de los gobiernos que hemos tenido, y que se remontan a etapas históricas del pasado pero que se acentúan a partir de los llamados gobiernos revolucionarios.

Pero profundizando un poco más en la cuestión entre muchas respuestas posibles tal vez la más seria es que hemos fallado en la educación, es decir en la consolidación de personas que en todos los campos demuestren una altura moral que los conduzca a actuar de una forma totalmente recta y profesional regida por valores ampliamente aceptados socialmente y aun religiosamente como una guía de conducta en cualquier campo y situación en donde se encuentren colocados.

Por eso es que el reto mayúsculo al que debemos enfrentarnos los mexicanos es la de la educación, que no consiste solamente en llenar la cabeza de conocimientos culturales, artísticos, técnicos y científicos, sino en una formación del alma, de la voluntad y de la conciencia con valores  cristianos para muchos, para otros simplemente sociales que promuevan un desarrollo personal y colectivo que impulse la responsabilidad, el respeto , la justicia, la libertad, la alegría, el reconocimiento al trabajo ajeno, la solidaridad, la generosidad, la capacidad de reconocer los errores propios y las caídas con la capacidad también de pedir perdón y estar dispuestos a la mejora continua, y sin faltar la formación del carácter para saber afrontar las adversidades, todo esto requiere un gran esfuerzo de los educadores y de los educandos.

Los padres de familia deben de ser los primeros educadores, incluyendo en esta educación la formación cívica, para que los ciudadanos del mañana no dejen de lado su participación ciudadana que comprometa al gobierno a trabajar efectivamente por el bien común y evitar que se utilice la educación en las escuelas para ideologizar a los niños y jóvenes, así como que el gobierno en sus textos promueva contra valores a los de la familia y la vida. 

Trabajemos todos para revertir esta situación en la que vivimos hoy en donde se manejan muchos antivalores y la propaganda dice una cosa, pero la realidad es otra y el día de mañana contemos con una ciudadanía bien formada y participativa esperando que se pueda lograr un México de acuerdo con sus muchas posibilidades.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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