Una fotografía que dice más que mil palabras en política exterior

La semana anterior el titular del Ejecutivo acudió al Foro de Cooperación Económica Asía-Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés). Previo a su viaje en alguna de sus conferencias matutinas se refirió a la posibilidad de aparecer en una foto junto a Dina Boluarte, la actual presidenta de Perú, y esperaba no tener que enfrentar esa situación porque la considera espuria pues a la salida de Pedro Castillo, no reconoció su legitimidad y se negó a pasarle al Perú la presidencia de la Alianza del Pacífico. Esta ligera, pero a la vez arrogante declaración pinta de cuerpo entero que la política exterior mexicana en este sexenio se ha movido, en las pocas ocasiones en las que se ha movido según las simpatías y antipatías, no por una visión integral o estratégica. 

Por esa razón, en redes e incluso en algunos portales de la prensa lo que destacó más del APEC fue la posición en la fotografía oficial del titular del Ejecutivo al que se le cumplió el deseo de no estar junto a Boluarte quien ocupaba sino en la segunda fila donde era apenas visible pues el presidente de Indonesia de gran altura lo tapaba. En parte por el protocolo pues Perú será quien presida el APEC el próximo año, pero quizá también resulta simbólico.

Es innegable que en este sexenio ha habido una gran incapacidad para tener una visión de hombre de Estado y para actuar en consecuencia de parte del titular del Ejecutivo. Una persona que entiende qué es un Estado jamás reduciría las relaciones con otro país a si le cae bien o no el gobernante de ese país, si le es ideológicamente cercano o no o creer que todo va bien porque le echan dos piropos. No se puede sacrificar ni acotar la relación de todo el país con otro por esas razones personales. 

Este ejercicio de las relaciones exteriores a partir de simpatías ideológicas o personales que además coincide con apoyar a los regímenes totalitarios del planeta, aunado a un ensimismamiento en el que se evita de manera sistemática cualquier salida y cualquier viaje, sí le ha costado a México perder posiciones de liderazgo e incluso de consideración. Fue notable la limitada respuesta de apoyo de otras naciones ante la catástrofe ocurrida con Otis en Acapulco, muy lejana a las recciones de cercanía y de ofrecimientos de ayuda ante otras situaciones de desastre. 

Al parecer se ha perdido de vista que las relaciones internacionales son oportunidades de crecimiento como país cuando se crean condiciones favorables para hacer negocios aprovechando las ventajas geográficas o de recursos naturales, y México desde que rompió su tradicional aislacionismo en los años 80 entrando al GATT avanzó como pocos países en la creación de tratados y alianzas hasta ser uno de los países más favorables al comercio internacional. 

Es cierto que ninguno de esos tratados se ha echado para atrás, y eso ha mantenido cierta inercia positiva que ha impedido el total aislamiento, pero no se está sacando provecho de las evidentes ventajas que hoy están frente a nosotros.

Los tratados no son suficientes, se requiere una amplia tarea de promoción que en este sexenio se canceló bajo el argumento de la austeridad; pero también como reflejo de la personalización de la política exterior arraigada en el proteccionismo de los setenta anclada en un nacionalismo rancio. Se cree que el extranjero es enemigo y si viene es para aprovecharse, lo que revela es que el fondo se siente acomplejado e inferior, por tanto no se puede ver las ventajas del trabajo conjunto y del ganar-ganar. 

Las relaciones exteriores también tienen una parte menos alegre o positiva que en el caso de México también han sido un lastre: el combate del crimen organizado (narcotráfico y el tráfico de migrantes), en el que México por decirlo bonito ha quedo corto, y la sospecha de contubernio con grupos criminales parecería comprobarse día a día. Este asunto se ha complicado mucho y ya no sólo es un tema, como siempre, con Estados Unidos sino que China y muchos otros países ya han alzado la voz.

En pocas palabras, México hoy, como el titular del Ejecutivo en la foto citada en el APEC, está pero no se ve, y cuando se ve es para resaltar más los aspectos negativos. En esta hora tan aciaga para la política exterior mexicana es indispensable que la candidata del FAM integre y dé a conocer cuáles serán sus objetivos en materia internacional y cómo piensa lograrlos. Lo que la candidata de Morena y aliados diga o proponga es irrelevante, pues si por casualidad tuviera ideas diferentes en esta área a las del actual titular del Ejecutivo de aislarnos y empobrecernos, lo más probable es que tenga que ahogarlas porque no serían aprobadas por él. 

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