Segundo debate: Gálvez, clara ganadora

El esperado segundo debate ya tuvo lugar, y los que esperaban reconciliarse con la imagen de la Xóchitl que llevaron a las boletas electorales no quedaron defraudados. La candidata del Frente Fuerza y Corazón por México se presentó más cómoda, más suelta y con plena libertad para mirar, en consonancia con el huipil que eligió llevar frente a una Claudia encorsetada que apenas movió la mirada y que, contrario al primer debate, se aferró a defender al actual gobierno probando que el regaño que le habían hecho tuvo efecto.

En el debate Gálvez se distinguió, primeramente, por su excelente manejo del reloj, aprovechando cada intervención tanto para dar sus propuestas puntuales como para cuestionar a Sheinbaum, quien se empeñaba en no responder. En una de esas negativas, lo que la “salvó” fue el reloj pues no le quedaban minutos en la “bolsa”, e incluso, Gálvez espontánea se ofreció a regalarle lo que le restaba con tal de escuchar la respuesta, pero las reglas no lo permitieron.

Gálvez también se distinguió por mostrarse mucho más humana y empática. Al igual que en el primer debate, Sheinbaum se negó a tratarla con la más elemental cortesía usando su nombre o su apellido e insistió en “candidata del PRIAN”, pero más adelante optó por una calumnia al llamarla “candidata corrupta”, además que ni una sola vez miró a su alrededor, como si fuera incapaz de resistir la mirada de otro ser humano. Aunque Gálvez, en reciprocidad, se dirigió a ella como “candidata de las mentiras” en varias ocasiones le llamó por su nombre, y sobre todo la miró. Pero más todavía, cuando Sheinbaum eligió el infundio de “corrupta”, optó por llamarla “narcocandidata” —ese mote como # lleva varias semanas repitiéndose en redes—, pero hubo un momento en que se disculpó por tenerla que llamar así.

Esta cuestión de cómo se dirigieron entre sí puede parecer menor, pero no lo es porque el reconocimiento del otro, de su ser, de su valía sí se comunica con los vocativos que se usan (el Ricky Riquín Callín da cuenta de esa importancia). Por lo tanto, hay que hacer notar que el tercero en el debate se dirigió a la candidata de Morena como doctora Sheinbaum, la más alta forma de vocativo; pero con Gálvez copió el “candidata del prian”. Para querer demostrar que no es esquirol del Morena optó por una pésima estrategia, mínimo pudo haber usado el mismo rasero con ambas.

Pero más allá de las sutilezas, aunque los debates también sirven para ello, las propuestas de Gálvez fueron precisas en varios renglones como en hablar del elefante en la sala: la extorsión del crimen organizado en todo el país tiene un efecto inflacionario del que no se habla. El tema del agua también fue abordado con la seriedad que implica tratándose de elemento indispensable para la vida de los mexicanos directa e indirectamente. Su abordaje de los temas agrícolas fue relevante y mencionado a lo largo del debate.

Otro de los temas en los que Gálvez es experta es el de energía renovables—sus intervenciones, al inicio del sexenio, en el Senado cuando se interrogaba a los postulados por el titular del Ejecutivo ayudaron a evidenciar la triste tasa de 90 por ciento lealtad y 10 capacidad—, por eso fue muy precisa tanto en sus señalamientos sobre el saqueo de PEMEX hasta llevarlo a la más absoluta ineficiencia, como en la necesidad de energía limpia y suficiente para aprovechar el nearshoring que se nos escapa de las manos por no garantizar esas dos cosas básicas. Asimismo, reiteró que México volvería a cumplir con las reglas y compromisos nacionales e internacionales como el Acuerdo de París para ofrecer a las futuras generaciones un futuro menos problemático.

Finalmente, uno de los compromisos que inexplicablemente no llegaron a las redes y la conversación posdebate con suficiente fuerza fue el de que sus “obras faraónicas serán escuelas y hospitales”. Esta frase que combina la crítica al interminable y gravoso desperdicio que han sido el tren maya, el AIFA y Dos Bocas, por decir algo, con el acento en dos temas medulares para los mexicanos de a pie: la educación y la salud, que junto a la seguridad son sus mayores preocupaciones y las más ignoradas en los hechos y falseadas en las palabras del actual titular del Ejecutivo.

El debate en sí ofreció a los votantes una visión más clara de los dos México a los que podemos acceder, uno encabezado por una mujer dueña de sí misma y capaz de responder por sus actos o una subordinada a su antecesor e incapaz de asumir y pedir perdón por sus errores. De este modo, este debate nos da la oportunidad de bajar estos temas a las conversaciones con los indecisos, con los reticentes, con los abogados del voto nulo para que reflexionen sobre su necesaria participación en las urnas el próximo 2 de junio.

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