El Estado soy yo

Los cambios que se presentaron en el tradicional Grito de Independencia pueden interpretarse como señales y no precisamente de austeridad…


Comparación de eventos patrios pasados con los actuales


Las señales del presidente son claras. Costó mucho, demasiado, 18 años llegar al poder como para que alguien quiera robar los reflectores del presidente. El Estado es Él. Nada ni nadie lo debe opacar.

Ejemplos hay muchos, pero consideraremos el más reciente evento: el aniversario del 209 del inicio de la guerra de Independencia de México. Este año fue diferente por muchos signos y señales que se pueden leer en las formas en que el actual gobierno llevó a cabo en las celebraciones del 15 y 16 de septiembre.

Las imágenes se transmitieron en todo el país, cada quién es responsable de su interpretación.

Y es que las señales se presentaron desde la noche del 15 de septiembre, en el tradicional Grito de Independencia el presidente se mostró “austero” en varios sentidos, pero no en todos.

A simple vista, el protocolo fue diferente a otros años: el presidente acompañado solamente de su esposa atravesando el Salón de Recepciones hacia el balcón principal de Palacio Nacional, sólo ellos dos. Nada de largas filas de invitados especiales, ni el besamanos tradicional.

Una vez en el balcón adornado con los colores patrios, el centro de atención era el presidente López Obrador y el lábaro patrio, la escena perfecta de un hombre patriótico que da la vida por México, inclusive, si se pone la debida atención, su esposa se ubicaba en segundo plano.

Los hijos del presidente también salieron a mirar la verbena popular que se vivía en la plaza del Zócalo el espectáculo de fuegos pirotécnicos, pero desde un balcón lateral, lejos de robar la atención; el momento era del hombre que le costó 18 años llegar a ocupar la silla presidencial.

En las imágenes que se transmitieron del evento se aprecian los salones de Palacio Nacional vacíos, sin invitados aparentes. Mera apariencia. En redes sociales circulan fotos del presidente saludando a los integrantes del gabinete. Las mismas filas de invitados dentro de Palacio Nacional, iguales a las de años anteriores; pero que no se vieron en la transmisión oficial. No era un secreto, sólo que los espectadores de televisión se pueden quedar con esa percepción.

Otro aspecto a destacar es que la “austeridad” no es algo nuevo o propio del presidente Andrés Manuel López Obrador; en el sexenio pasado, en los últimos cuatro años el entonces presidente Enrique Peña Nieto canceló las cenas de gala que generalmente se ofrecían para funcionarios, empresarios y embajadores después del tradicional Grito.

En la actual administración, a pesar de autoproclamarse como un gobierno austero, no copió la acción de su predecesor. Se llevó una convivencia en Palacio Nacional en la que se ofrecieron antojitos mexicanos y que, según versiones periodísticas, asistieron unos 500 invitados, entre los que estaban integrantes del gabinete, subsecretarios y embajadores de otros países en México.

 

Durante el Desfile Militar, en administraciones anteriores, los presidentes han subido al palco central de Palacio Nacional a observar la marcha de los militares, junto con los encargados de las Fuerzas Armadas, de seguridad y de los Poderes de la Unión, sin importar que no pertenezcan al color del partido en el poder. Inclusive, el año pasado cuando Morena había ganado las elecciones y la mayoría en las dos cámaras ya era morenista, no se les excluyó del evento y aparecieron en el balcón con el entonces presidente Enrique Peña Nieto.

“Pésima señal”, apuntó la senadora Kenia López. “Disfrazado de ‘austeridad’ hoy López Obrador muestra su concepto de Estado”, escribió en su cuenta de Twitter la también presidenta de la Comisión de Derechos Humanos.

 

Y es que en esta ocasión no acompañaron al jefe supremo de México ni el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, ni la presidenta de la Cámara de Diputados, la panista Laura Rojas Hernández, ni siquiera la presidenta de la Mesa Directiva del Senado de la República, la morenista Mónica Fernández Balboa. Se podría decir que se dio una “separación de poderes”, pero no en el mejor de los sentidos. Señales que habrá que interpretar conforme avance la actual legislatura.

La ceremonia del Grito y el Desfile Militar, sin duda, llevaron la marca del gobierno actual, más allá de la búsqueda de la reafirmación de la figura presidencial como figura imperante y el desprecio a los poderes, en la clara intención de mantener en la opacidad de las formas una continuidad del pasado; pero diciendo a los mexicanos: la única verdad que mereces saber es la que yo te quiero ofrecer. Señales y mensajes que de entrada no apuntalan esfuerzos serios por respetar a la ciudadanía o fomentar la democracia.

Tal parece que las formas del pasado prevalecen, pero a su manera.

 

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