En la vida como en la política, nadie es lo que dice, sino lo que hace. Y en esta época de posverdad, es mejor mirar los hechos que los dichos. La realidad es que la presidente Claudia Sheinbaum está cooperando ampliamente con Donald Trump, aunque en cada mañanera enfatice que no permitirá la presencia militar estadounidense en operaciones que violen la soberanía mexicana.
Si revisamos los medios, se ha documentado ya, que hasta en seis ocasiones, Sheinbaum autorizó la llegada de militares estadounidenses a México. Estas autorizaciones suman un total, de al menos, 309 elementos militares de Estados Unidos para actividades específicas, informándose como tareas de capacitación y adiestramiento, todas las solicitudes fueron enviadas por Sheinbaum al senado y le fueron aprobadas.
No se incluyen en este conteo eventos como la llegada del buque destructor USS Gravely al puerto de Veracruz en abril de 2025, o los sobre vuelos de aviones espía y drones a lo largo de la frontera marítima y terrestre con México.
La semana pasada, la misma embajada de Estados Unidos señaló en su cuenta de X que el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) que agentes de su Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional (ICE-HSI) participaron en operaciones contra cárteles del narcotráfico en territorio mexicano y desmantelaron tres laboratorios clandestinos de producción de drogas en Sinaloa, aunque en su reporte señalan que todo fue dirigido por un equipo de la Fiscalía General de la República (FGR) y las secretarías de la Defensa Nacional y de Marina.
El gobierno de Claudia Sheinbaum ha intensificado la cooperación con Estados Unidos en materia de seguridad, combinando diálogo diplomático, operativos conjuntos; y en el discurso, un firme rechazo a intervenciones extranjeras.
Por supuesto que todas estas acciones de colaboración con el vecino del norte, rompen con la política exterior de su antecesor. Lo que está ocurriendo, sólo en este frente, pone a Sheinbaum en inevitable confrontación con López Obrador, que mueve los hilos a través de sus allegados en el Congreso y en el partido Morena.
Sheinbaum enfrenta el desafío de consolidar su liderazgo bajo la alargada sombra de AMLO. Aunque la presidenta ha elogiado a su antecesor, llamándolo “el mejor presidente” en su informe de 100 días, las diferencias estilísticas y las acciones políticas han abierto ya una fractura. Sheinbaum, con un enfoque más técnico y menos polarizante; por ejemplo, ha promovido alianzas con el sector privado en Pemex, contrastando con el estatismo de su antecesor que hundió más a esa empresa, que ya se ha convertido en una bomba de tiempo para las finanzas públicas.
La influencia de AMLO persiste en Morena, donde su hijo, Andrés Manuel López Beltrán, es secretario de Organización, y figuras como Luisa María Alcalde lideran el partido. Las pugnas internas en Morena agravan este choque. Adán Augusto López y Ricardo Monreal han mostrado posturas divergentes, como en el caso del desafuero de Cuauhtémoc Blanco, o retrasando iniciativas de Sheinbaum como las del nepotismo y la reelección.
Además, algunas iniciativas sobre seguridad enviadas por la presidenta, han enfrentado retrasos. Dichas propuestas no avanzaron en el período ordinario de sesiones que concluyó en abril pasado, debido a diferencias entre la presidencia, su partido Morena y presiones de la Secretaría de la Defensa Nacional. Se ha conformado un bloque que se niega a dar más poder a Omar García Harfuch, quien ha fungido como operador de la información que le envían las agencias de seguridad de Estados Unidos.
La agenda del nuevo gobierno en EU está modificando el balance de poder político en México. Nos encontramos en un momento clave. Sheinbaum y su gobierno navegan en aguas tempestuosas, marcadas por factores como su cooperación en materia de seguridad con EU, el asedio a su reducido equipo, la guerra contra los cárteles del narcotráfico y los grandes intereses que se generaron durante el sexenio pasado. Todos estos elementos están explotando ahora y serán los que van a definir el futuro inmediato que tomará el rumbo de su gestión.
“La política es un acto de equilibrio entre la gente que quiere entrar
y aquellos que no quieren salir”.
– Jacques Benigne Bossuet
Te puede interesar: Un combate sin información
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com
Facebook: Yo Influyo