Entre los temas tratados por las feministas, uno importante es el del llamado techo de cristal. ¿Qué significa eso? Muchas empresas y los gobiernos han hecho esfuerzos para lograr en alguna medida una paridad entre hombres y mujeres en los miembros de sus organizaciones. Pero muchas veces, aunque se ha logrado esa paridad, las mujeres no tienen derecho a la misma remuneración o a que les confíen las mismas responsabilidades.
Llega un momento en que las mujeres ya no siguen ascendiendo dentro de la organización, a pesar de que tienen las capacidades para llevar a cabo las mismas responsabilidades que los hombres. A eso se le ha llamado el techo de cristal, que aparentemente no existe, pero es muy real: el hecho de que las mujeres dejan de ascender en la organización, a causa de su género.
La semana pasada, en Japón se nombró por primera vez a una mujer como primera ministra, la señora Sanae Takaichi. Ella es una conservadora de línea dura dentro del Partido Liberal Democrático (PLD), uno de los más importantes de Japón. Propone que su país tenga unas fuerzas armadas más fuertes de lo que actualmente tienen. Está a favor del crecimiento del sector privado y, por otra parte, también está parcialmente alineada con las políticas de seguridad de los Estados Unidos, donde el señor Trump quiere que sus países aliados se hagan cargo de sus propios gastos de Defensa y no estar dependiendo para esos gastos del apoyo de Estados Unidos. Ella tiene 64 años, ha estado desde hace más de 32 años en el Partido Liberal Democrático de Japón; es casada, sin hijos, y ha estado al nivel del gabinete con otros primeros ministros, en varias ocasiones.
Una de las cosas que más se critican a Japón es precisamente el hecho de que es una sociedad muy orientada a darle predominio a los hombres. Se han hecho estudios de tipo internacional, señaladamente uno por Geert Hofstede, que estuvo haciendo estudios sobre los valores en las empresas que trabajan en varios países, y en sus resultados se encontró con que Japón calificaba entre los tres o cuatro países con una predominante orientación a valores masculinos.
Un reto para la señora Takaichi. Ella está tomando su lugar entre antecesoras muy ilustres, como Golda Meir, Indira Gandhi, Margaret Thatcher, Angela Merkel y otras más. Seguramente va a tener dificultades de todo tipo para poder adaptar a sus gobernados a una situación diferente. Es posible que ella pueda influir en que ese techo de cristal que ha logrado romper de una manera espectacular, se limite o acabe y que, verdaderamente, cambie la situación de su sociedad, y las de otros países. Gracias al prestigio de Japón, podría llegar a influir para que otras naciones vayan más allá de la mera paridad numérica entre hombres y mujeres.
Habrá que felicitar a Japón y a la señora Takaichi por este, que es un paso importante. Es necesario que los países y las culturas reconozcan plenamente las capacidades de la mujer, que muchas veces ha sido relegada independientemente de sus cualidades y de las posibilidades que tienen de enriquecer a la Sociedad, con puntos de vista diferentes y complementarios. Nos tenemos que acostumbrar a esa realidad, caballeros. Estoy seguro de que será para bien.
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