Hablando de democracia, existen tres pilares para que, el gobierno verdaderamente lo sea y que este sistema funcione adecuadamente. En primer lugar, el Estado. En segundo lugar, el imperio de la ley. Y el tercero es la rendición de cuentas. Lo cual significa obligar al Estado y al Gobierno a rendir cuentas de su gestión ante aquellos quienes lo eligieron. La rendición de cuentas es una tarea pendiente en nuestro país y en muchos otros. Nunca es completa. Requiere independencia de los encargados de evaluarla. Cuando los gobiernos y los partidos políticos son los mismos que rinden cuentas y evalúan el resultado de ese desempeño, obviamente hay un conflicto de intereses. Y hace muy difícil que la rendición de cuentas sea creíble.
¿Hemos mejorado? Creo que sí. En otros tiempos hubo despidos, exilios obligatorios y ataques a personas que diferían de la visión que presentaba el Ejecutivo. Se ha intentado, por diferentes medios, mejorar la rendición de cuentas. No siempre al gusto de la ciudadanía. Por ejemplo, esa es la idea detrás de las famosas presentaciones mañaneras, donde todos los días el Ejecutivo da cuentas de diferentes aspectos de su gobierno ante un grupo de periodistas. Se puede cuestionar, y por supuesto hay que hacerlo: ¿qué tan imparciales son esos periodistas? ¿Qué tanta independencia tienen? ¿Qué tanto les presentan solamente los logros y no las dificultades? Lo cierto es que ahora se dedica más tiempo a informar sobre el gobierno.
El mecanismo más completo que prevé la Ley, es el Informe presidencial. Ha tenido varios enfoques en nuestro país. Se veía, en otros tiempos, como el día del presidente, a quien se rendía homenaje. Otras veces ha sido una justificación de sus fallas y la demostración de sus logros. El problema es que, a menudo, en la presentación del informe presidencial, se presentan resultados, sin cuestionarlos, sin compararlos con una planeación. Por ejemplo: se habla de la construcción de 1500 kilómetros de carreteras. Muy bien. Es un logro. Pero la pregunta sería. ¿Eso fue lo planeado? ¿Habíamos planeado 1500 kilómetros y se lograron? ¿O habíamos planeado 3000 y hemos logrado 1500? Esa información no se presenta en los informes presidenciales. No es porque no existan planes: efectivamente, existe un plan nacional de desarrollo. El cual debería ser el marco para poder medir si este gobierno cumple sus tareas.
Es importante construir una cultura de la rendición de cuentas. Para ello se necesitan algunos elementos: Un marco legal claro. Mecanismos de control independientes del ejecutivo. Transparencia en la información. La obligación de difundir esa información. Construir la participación ciudadana. Confianza, una de nuestras asignaturas pendientes. La construcción de responsabilidad de los funcionarios públicos. Agregar tecnología, conocimiento y análisis a la información que se está proveyendo. Tener evaluación y revisiones, independientes y confiables.
Se necesita, como un requerimiento fundamental, que sea la propia ciudadanía quien exija esta rendición de cuentas y la valide. Mientras no pasemos del chisme, de los chistes y de los memes, el progreso de la rendición de cuentas, será lento y sujeto a retrocesos.
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