Falta de iniciativas

En este momento la sociedad civil mexicana está resintiendo una ausencia casi total de opciones a las propuestas del Ejecutivo Federal. Para efectos prácticos el señor lresidente se ha quedado casi totalmente con el monopolio de las iniciativas políticas, económicas y sociales.

Las facciones políticas que pretenden actuar en el rol de oposición están jugando un papel muy triste. Y no estoy hablando de las posibles diferencias entre ellos ni de las discrepancias que empiezan a mostrar y que han beneficiado a Morena. Con lo grave que es el que se hayan dividido en uno de los temas cruciales para la sociedad, como es el tema de la seguridad, me parece que de fondo hay un problema bastante mayor.

La autonombrada oposición está jugando el papel de la reacción. Su narrativa se ha concentrado en oponerse a las propuestas de la 4T y de su presidente. Estrictamente están reaccionando a un programa de trabajo que se le propone diariamente a la ciudadanía y su respuesta ha sido mayormente la de oponerse. Se están viendo totalmente negativos, sin capacidad de propuestas diferentes.

Ante este modo de actuar de los reaccionarios, la 4T está aplicando el método atribuido a Lenin descrito como: ” dos pasos adelante, un paso atrás”. Esto funciona así: se hace una propuesta, generalmente extrema. Los reaccionarios, como es de esperar, reaccionan, se oponen, usan los medios a su alcance y denuncian ante la opinión pública lo extremo de la propuesta. De ahí pasan a la negociación, donde a cambio de suprimir las partes más extremas del proyecto, ceden en algunos aspectos menores. La 4T dio dos pasos adelante, negoció, dio un paso atrás y finalmente logra un avance.

Posiblemente, en este momento nos encontramos en un caso que ilustra este método. La 4T propone como remedio para el problema de la inseguridad en la sociedad, asignarle toda la seguridad interior y exterior al Ejército Mexicano. Se hace gran alharaca, algunos partidos políticos se inconforman, otros se adhieren a la propuesta, se logra que intervenga el poder judicial, se da algún paso atrás, pero se logra modificar el presupuesto, de manera que el Ejército reciba más en proporción. Y, a cambio de permitir temporalmente que la Guardia Nacional quede nominalmente independiente del Ejército, queda dependiente de éste para efectos de tener recursos. Dos pasos adelante, un paso atrás.

Nos encontramos a una oposición paralizada por la falta de iniciativas. Su mayor logro, ahora en duda, es la alianza electoral. Sigue existiendo en el papel; pero sin un programa coherente. Si esta alianza no se consolida y no se logran propuestas diferentes, resultará que serán las encuestas quienes decidan quiénes serán sus candidatos y no aquellos que se escojan por su capacidad de ofrecer nuevos caminos. Y si las alianzas están sujetas a las estadísticas, nos encontraremos sujetos al hecho real de que, aunque la estadística nos diga que un candidato tiene un 70% de probabilidad de ganar, siempre será posible que ocurra que gane quien sólo tenía un 30% de probabilidad. Porque así son las estadísticas.

Si el único argumento que nos puede ofrecer la oposición es que su candidato tiene mayor probabilidad de ganar, no estaremos votando a favor de un programa: estaremos votando en contra de la 4T que, nos guste o no, algo ha presentado de propuestas, aunque haya tenido incongruencias.

Es claro que, hasta este momento, la oposición no nos ha sorprendido con propuestas novedosas ni debatibles. Su único argumento es: “si lo propone Morena es que es una mala propuesta”. Y su narrativa consiste en demostrar las incapacidades o las fallas de los personeros de esta administración. Todavía no nos han podido demostrar que sus posibles candidatos tienen ideas que resulten más viables, más favorables para la mayoría de la población. Y si su único argumento es que los votantes que forman el voto duro de Morena son ignorantes y están equivocados, ese argumento claramente no les va a funcionar: a nadie le gusta reconocer públicamente sus errores y menos aún su ignorancia.

¿Qué hace falta en toda la ciudadanía, pero sobre todo qué falla en aquellos que pretenden representarnos como oposición a la administración actual? Falta educación política, capacidad de discernir situaciones, organización y creatividad. A nosotros, a la sociedad civil, nos ha faltado la capacidad de quitarnos de encima el yugo de partidos que no saben que proponer. ¿Será suficiente el tiempo que nos queda hasta las elecciones federales, un poco más de año y medio? ¿Será un tiempo suficiente para proponer nuevos caminos que nos convenzan de modificar las situaciones que estamos viviendo?

Porque, desgraciadamente, para algunos el tema es fácil: solo basta que estemos en contra de la 4T y todo estará mejor, nos dicen. Como si volver a la situación del 2012 o del 2017 fuera la solución de todos los males. Porque el tema no es golpear al gobierno actual. El tema es reconocer de fondo los problemas que han hecho que una parte importante de la sociedad quiera nuevas soluciones. Y mientras nadie proponga nuevos caminos, muchos seguirán el viejo refrán: “más vale malo conocido qué bueno por conocer”. Sobre todo, porque esos que dicen ser los buenos no nos están convenciendo de la bondad de sus ideas.

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