Explotación política del anciano

Con bastante frecuencia los regímenes de tipo populista ponen un énfasis especial en el apoyo a los adultos mayores. Un apoyo que, en términos generales, es de tipo asistencial, es decir, algo que remedia al menos parcialmente las fallas del sistema económico de cada país, para proveer una vejez digna a sus ancianos. Desde hace más de veinte años la Organización de las Naciones Unidas (ONU) propuso un programa con 18 acciones específicas en la atención de los adultos mayores. Sobra decir qué, en la mayoría de los casos, el cumplimiento de las acciones de desarrollo ha sido claramente insuficiente y que los apoyos de tipo asistencial han sido aprovechados para crear una clientela política.  Esto ocurre aún en países desarrollados y, por supuesto, en México.

En nuestro país, de acuerdo con los datos del Inegi, hay 17,960,000 personas de 60 años y más. De estos un 70% están en la informalidad y 76% tienen ingresos de hasta 2 salarios mínimos o menos; de los cuales un 9% no tienen ingresos. De este segmento de la población mexicana, un poco más de diez millones reciben el apoyo del sistema de Bienestar. Esto es una pensión de 4,800 pesos bimestrales, que equivalen a 38% del valor del salario mínimo, de manera que una pareja podía obtener con esta pensión un 76% del mismo. Una cantidad sustancial. Ya se ha anunciado que para el año 2024, este pago subirá a 6,000 pesos bimestrales. Para las personas que perciben hasta 2 veces el salario mínimo, es algo muy importante. Y hay que considerar que esto significa 13 millones, 650,000 personas, con derecho al voto. Si consideramos que tenemos aproximadamente 35 millones de familias, la influencia de estos pensionados es muchísimo mayor. Por esa razón, la rentabilidad política de este apoyo es muy importante: claramente puede influir de manera decisiva en los resultados electorales.

Algo que no es nuevo. En muchos de los países desarrollados, que generalmente tienen mayor proporción de adultos mayores que en México, las facciones populistas de distintos signos se han preocupado de mantener influencia sobre este grupo de la población.  Y, como es de esperarse, muchas veces se trata de manipular a los pensionados, amenazándolos con que, sí estos partidos perdieran las elecciones, los ancianos perderían la pensión.  Con lo cual aseguran una parte importante de los votos. 

Hace poco más de una veintena de años, la ONU creó un programa de 18 puntos para el desarrollo de los ancianos.  Analizando los temas que propone el programa, se encuentra uno con que más del 55% son apoyos de tipo asistencial. El resto son programas orientados al desarrollo del adulto mayor, de manera que pueda participar de una manera más contundente en las sociedades.  Al menos en nuestro país, y sospecho que en la mayoría de los países, los apoyos a los ancianos ocurren principalmente en temas asistenciales, tratando de paliar la situaciones de pobreza de los viejos. Y esto ocurre porque siempre será más fácil repartir dinero, y más rentable políticamente, cómo vimos anteriormente, qué hacer el esfuerzo de desarrollar al adulto mayor. Lo cual es más difícil y generalmente requiere esfuerzos de largo plazo. Cosa a la que los políticos le tienen particular aversión.

Pero lo que realmente necesita la población de adultos mayores, más allá de los apoyos inmediatistas, son apoyos orientados, por ejemplo: a instrucción y capacitación, a participar en las políticas que influyen en su bienestar, a aprovechar oportunidades de dar servicios a la sociedad, en ocasiones a través del voluntariado, acceso a servicios educativos que les den oportunidad para lograr su pleno desarrollo, y otros similares. Apoyos que no están ampliamente disponibles en nuestro país, a pesar de que formamos parte de la ONU y hemos aceptado su mandato.

Por otro lado, es un hecho que la población de adultos mayores tiene mayor participación ciudadana que los votantes de otras edades, sobrepasando el promedio de la población. En las últimas votaciones presidenciales, la participación en el voto de los adultos mayores entre 60 y 74 años sobrepasó el 72% del padrón.

En este aspecto la oposición se encuentra en una clara desventaja.  Cuando tuvieron el poder ejecutivo, no tuvieron la visión de ofrecer apoyos, sea del tipo asistencial o para el desarrollo.  Los apoyos del INAPAM consistían mayormente en descuentos en servicios de transporte, diversión y en algunos casos de medicamentos.  Pero no recibían dinero directamente: para beneficiarse debían tener la capacidad de gasto.  Ahora, la oposición está ofreciendo mantener los apoyos actualmente vigentes. Tienen que ganarse la confianza de un electorado que ya ha recibido esos apoyos y ahora deben de creer en las promesas de quiénes no les apoyaron suficientemente en el pasado.

Claramente, podría uno ponerse en la posición de que un ciudadano con profunda conciencia cívica, no permitiría que se le manipule mediante dádivas. Pero décadas de una formación deficiente en aspectos cívicos, y haber permitido una mala distribución de la riqueza, han creado una amplia franja de la población con poco sentido cívico y bajos ingresos, que en el caso de los salarios mínimos, fueron de los más bajos de Latinoamérica. Ahora se encuentran más que disponibles para seguir apoyando a quienes perciben como sus benefactores.  Sin darse cuenta de que los grupos populistas solamente les están dando una parte de los impuestos que todos pagamos, incluyendo los más pobres.

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