Repensar la educación XXIV

La evaluación es muy importante, así lo afirmamos y no sólo lo hemos de aceptar teóricamente, también prácticamente y esto es posible si humildemente aceptamos que no basta con conocer el bien sino también practicarlo en nuestras actividades. Eso cuesta pues muchas veces nos aleja de compañías que nos son atractivas, pero no les interesa mejorar, al menos en ese momento.

La evaluación puede mostrar pros y contras de las actividades o participantes que analicemos, pero la aplicación del aprendizaje ha de dar los mejores argumentos para fundamentar el camino bueno que buscamos. La decisión en ese caso se apoya más en el bien auténtico que en aquello que nos resulta más atractivo.

El tema de las apetencias, de lo que subyuga, de lo que más atrae y puede desequilibrar nuestras metas, está actualmente mucho muy relacionado con la novedad de todos los productos artificiales. Indudablemente captan nuestra atención, resuelven asuntos prácticos y sobre todo nos entretienen, y así somos capaces de “entregarles” el tesoro de nuestro tiempo.

Sin fortalecer nuestro carácter es muy fácil sucumbir. Y sucumbir es entregarse, primero compaginando ciertas acciones imprescindibles con las actividades que ofrece la tecnología. Como estas actividades muchas veces resuelven aspectos de nuestro trabajo, poco a poco, terminaremos sometiendo a ellas nuestra independencia argumentativa y decisoria.

Lógicamente las instituciones educativas han de estar atentas y adoptar medios para evitar tantos peligros insospechados que acompañan a los avances. Concretamente lo actual consiste en impedir que la riqueza antropológica sucumba, ceda o sea dominada total o parcialmente por los poderes de la IA que indudablemente deslumbran. Lograr esta finalidad hará posible la adopción de este recurso u otros con buenas consecuencias.      

La irrupción rápida y potente de la IA es inevitable, los instrumentos están para facilitar y llevar las actividades a obtener resultados antes impensables. Inciden en la enseñanza, en los distintos modos de comunicarnos, de relacionarnos. Eso mismo ha sucedido en el pasado con otros descubrimientos. Lógicamente lo actual siempre es más potente gracias a las novedosas aportaciones.

Para no desubicarse hoy ni mañana conviene tener muy presente tres aptitudes humanas: inventa un lenguaje para pensar y comunicarse con sus semejantes; inventa una técnica para elevar su capacidad y por eso diseña instrumentos transformando la naturaleza física; aplica la ética para actuar en el campo del bien y poder distinguir el deber ser del ser de hecho.

Las oportunidades y los riesgos de la IA dependen de quien la aplicará y de los fines que se buscan. En cualquier caso, es imprescindible verificar la veracidad de la información, ubicarla como un instrumento que consume energía e impacta ecológicamente, y por los alcances que esta tecnología ofrece.

En el desarrollo de habilidades para el uso de la tecnología es importante tener en cuenta que los jóvenes las desarrollan con mucha mayor facilidad que los adultos. Los adultos tienen mayor capacidad para verla como una herramienta y no como sustituto, ayuda a mejorar el aprendizaje porque puede ofrecer más datos, aunque es importante verificarlos.

Ante cualquier adelanto se ha de insistir en el uso responsable de los recursos, son complementos para el aprendizaje, adoptarlos con criterio es una habilidad que se necesita desarrollar. Los datos se pueden ampliar con lecturas o discusiones grupales bien preparadas para que todos aporten y no sean meras opiniones poco estructuradas.

Siempre ejercitar la habilidad de formular preguntas -claras y oportunas-, también atender a las respuestas, y muchas veces aprovechar la oportunidad para intercambiar ideas sobre algún problema contemporáneo. Es ocasión de escuchar otras opiniones y de expresar el acuerdo o el desacuerdo de modo prudente para abrir la posibilidad de continuar el diálogo y no fracturarlo.

Aprovechar bien los datos requiere fomentar la integridad académica y el respeto a la propiedad intelectual. En estos tiempos aspectos tan olvidados. Es la oportunidad de valorar el trabajo de los demás, aprender a citar y a poner las referencias siguiendo los sistemas establecidos. Así tienen un acercamiento a la posibilidad de presentar sus propias ponencias con los datos adecuados.

Los trabajos realizados gracias a las nuevas tecnologías son la oportunidad para relacionarse con las familias. Se sugiere invitar a alguna sesión donde se les ayude a conocer el uso responsable de las tecnologías y cómo acompañar a los hijos en su uso. Sugerirles dediquen tiempo a explorar con ellos y aprovechar para insistir en el uso responsable.

Esto puede ser el inicio de otras reuniones para compartir sus experiencias. Además, pueden fomentar la confianza y el conocimiento. Tal vez hasta se puedan mejorar las relaciones intrafamiliares y siempre las de los padres de familia con la escuela. 

Al fomentar las reuniones, se promueven los diálogos interpersonales y tangencialmente minimizar la tecnificación tan excesiva que hemos adoptado y recuperar espacios de interacción humana casi desaparecidos. Estas reuniones deben estar muy bien preparadas para de verdad lograr esos objetivos tan necesarios e importantes.

A los equipos directivos de las escuelas les compete animan a todos los integrantes del proceso educativo a mejorar su trabajo con un hondo sentido ético, impulsando una cultura donde toda la tecnología esté siempre al servicio de la persona. Sólo así daremos solidez al proyecto educativo.

En todos los asuntos académicos es urgente afrontar el enfoque laicista impuesto en la educación oficial, que trata de ahogar nuestras profundas raíces cristianas que tantos adelantos y beneficios nos han acarreado, y tener el valor de aconsejar sobre este tema de modo personal: individualmente con cada persona y con su anuencia.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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