Repensar la educación XVI

La vida de un ser humano está llamada a gozar del más alto nivel de dignidad dentro de las criaturas. Desde su concepción cuenta con todo un equipo de posibilidades llamadas a desarrollarse. La libertad personal ha de responder con un “sí quiero” asumir el tesoro de dignificarme actualizando esas posibilidades a lo largo de mi vida terrena.

La educación es el modo de ayudar a cada persona a llevar a cabo esa tarea. Para ello resumimos los aspectos básicos que la educación ha de dar a conocer a cada persona, pues ella es quien, a lo largo de su vida, los debe aplicar para hacer real su misión. Los aspectos que se citan asumen las magníficas creencias del catolicismo.

Los aspectos básicos dan respuesta a las siguientes preguntas: ¿quién soy?: hijo de Dios. ¿Por qué existo?: para realizar mi labor de hijo durante la vida terrena y así recibir mi herencia y disfrutarla en la vida celestial. ¿Cómo sabré lo que me corresponde hacer?: Con la educación de mis padres, mis profesores, mis amistades. ¿Dónde y cómo aplicaré todo eso? Primero aprovechando la educación, luego aplicando los aprendizajes en trabajos concretos; eligiendo un estado de vida e integrándome al grupo de los que enseñan a los que inician su vida, como lo hicieron conmigo.   

Cada quien ha de vivir su vida de un modo personal y trascendente al compartir saberes y experiencias y practicando las creencias con fiel naturalidad, fortaleciéndolas y conservándolas con distintos hábitos de piedad.

Por todo ello, la tarea educativa es importantísima. De alguna manera todos la ejercemos, los maestros tienen una grandísima responsabilidad, pero no asusta si se tiene siempre presente el fin tan grande al que se orienta a los educandos, y los bienes tan altos que se esperan.

Los educadores son insustituibles en su tarea, sin ellos las personas y la sociedad van a la deriva o es muy lento el avance. Peor es caer en errores que hagan perder los adelantos alcanzados o incorporen conductas que provocarán desconcierto y retroceso.

Como todos los profesionistas, cada educador ha de repasar las bases de su profesión y enriquecerlas con los adelantos de otros colegas o las oportunidades de los nuevos descubrimientos. Han de estar al día manteniendo un proyecto personal de estudio e investigación. Siempre hay cursos de actualización promovidos por los Centros de educación y podrán elegir los más adecuados para resolver sus inquietudes.

Hay un educador santo Tomás de Aquino, propuesto solemnemente por mucho Papas, el último que lo hizo a ese nivel fue León XIII. Pero también lo siguen aconsejando y citando muchos más como Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, por citar a los más recientes.

Las obras de Santo Tomás o las de sus seguidores se consiguen con facilidad. Hay educadores eminentes que son tomistas, sin embargo, es muy interesante acudir directamente a los textos del santo para palpar su precisión y claridad. Desde luego conviene familiarizarse con el modo medieval de expresarse y no esperar unas presentaciones como las contemporáneas.

El orden mental de Santo Tomás es incomparable, aunque uno no se dé cuenta ordena la mente de quienes lo estudian o simplemente acuden a sus fuentes para alguna información. Desde luego los temas que desarrolla se apoyan en sus exposiciones previas. Por lo tanto, es aconsejable ver el índice para ubicarse mejor en el lugar que ocupa el asunto que uno investiga. 

La Suma Teológica es su obra monumental, tiene dos Partes. La Primera parte se cita S.Th. I. La Segunda Parte se subdivide en dos y se cita del siguiente modo: S. Th I-II y S. Th. II – II. 

Cada Parte tiene muchísimas “Cuestiones” que comprenden varios “Artículos”. Cada Artículo está titulado con el asunto que se expondrá. Y la exposición sigue siempre el siguiente esquema: después del título se exponen las dificultades enumerándolas. A continuación, se expone la opinión contraria. Finalmente se da respuesta a cada una de las dificultades. Como esa estructura es constante resulta lógico que también ordene la mente de quien consulta. 

Es de desear que al estudiarlo no seamos superficiales o lo consideremos aburrido e interrumpamos esa actividad. 

Un ejemplo del modo como se presentan las enseñanzas en la Suma Teológica es el siguiente: “Dios obra suficientemente en las cosas como causa primera, sin que por eso resulte superflua la operación de las criaturas como causas segundas”. S. Th. I, q. 105, a. 5, ad. 1. (Suma Teológica primera parte, cuestión 105, artículo 5, respuesta a la objeción 1.)

Varios autores contemporáneos opinan lo siguiente de las enseñanzas de Santo Tomás: Es un referente de la teología y la filosofía, reconoce que Dios supera cualquier obra intelectual escrita por el ser humano. Sabiduría y humildad son dos elementos muy difíciles de encontrar en una sola persona y Tomás muestra que sí es posible.

Logró la relación de fe y razón y luego el diálogo ciencia y religión. Descubrió en la filosofía de Aristóteles un alto nivel de racionalidad y la aplicó a la teología cristiana con lo cual la fe pudo explicarse de modo razonable. Por eso Santo Tomás pudo concluir que fe y razón no son opuestas sino complementarias. 

Con la razón se hace ciencia y se conoce el mundo natural, la teología cristiana nos da respuestas razonables que enriquecen los datos naturales. La razón nos permite comprender el mundo natural, por otro lado la fe muestra el camino hacia las verdades trascendentes reveladas por Dios. Fe y razón se ayudan mutuamente, nuestra visión de lo natural y lo sobrenatural se enriquece.

Otra cuestión muy interesante en Santo Tomás es acerca del principio de la doble verdad, que considera a las revelaciones divinas y los razonamientos humanos como verdaderos, aunque puedan contradecirse. Para Santo Tomás no existe la verdad doble. Las verdades de la fe y las verdades de la razón nunca se contradicen, porque ambas tienen su origen en Dios. Esto facilita el diálogo entre ciencia y religión, al establecer que los descubrimientos científicos, correctamente entendidos, no deben contradecir las enseñanzas de la fe.

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