Repensar la educación XI

Hay actividades espontáneas en los animales que anuncian las actividades en las especies más complejas. Esas actividades también anuncian las de los seres más perfectas: los humanos. Los seres vivientes al realizar sus procesos espontáneos nos dan a conocer los cuidados propios de cada especie.

En las especies superiores también hay un simple pero real anuncio del proceso educativo, actividad natural exclusiva de las personas. En los animales más evolucionados la madre o el padre van por delante de sus crías y les enseñan como hacer ciertas actividades indispensables para subsistir y las repiten muchas veces hasta que la cría les imita. Este proceso es imitación porque no hay inteligencia ni voluntad.

Ese ir por delante de los humanos con sus hijos se realiza de forma más compleja que en las especies inferiores, pues el ejemplo se refuerza con sonrisas o miradas de reprobación y con palabras que relatan lo que se realiza, aunque los pequeños aún no usen el lenguaje, sin embargo, es un modo intuitivo de los progenitores para estimular la atención como un antecedente próximo del despertar de la inteligencia y la voluntad.

Y allí está la clave de la educación: estimular la inteligencia y la voluntad. En esto consiste la afirmación de que solamente es educable el ser humano, pues es la única especie con inteligencia y voluntad. Además, solamente cuando se influye a ese nivel ya se puede hablar de proceso educativo. 

De modo natural la inteligencia busca la verdad y la voluntad busca el bien. Esta afirmación es importantísima porque es el fundamento de la educación. Si no hay verdad puede haber entretenimiento y diversión, y en el peor de los casos desorientación. Pero no educación. Si no hay bien puede haber espontaneidad y relajamiento, en el peor de los casos incitación a la maldad. Pero no educación.

Por tanto, para educar es necesario saber qué es la verdad y qué es el bien, porque la inteligencia solamente se satisface con la verdad y así su actividad responde a su razón de ser, y la voluntad solamente se satisface con el bien y así su actividad responde a su razón de ser. Esto explica la razón de la felicidad más íntima que no se desmorona ni con la enfermedad ni con la pobreza.

La consecuencia del fundamento de la educación cuando se asimila bien da por resultado el arte de vivir

La educación es una ciencia y un arte.

La educación como ciencia ha de responder a qué es educar y quién es el sujeto de la educación. La ciencia de la educación es el “desarrollo intencional de las potencias específicamente humanas”: inteligencia y voluntad. Por lo tanto, el sujeto de la educación es el ser humano. Esta definición del pedagogo español Víctor García Hoz siempre la he adoptado.

Los contenidos de la ciencia de la educación son dos: el primero es conocer qué es la verdad y qué es el bien y el segundo es conocer quién es el ser humano.

San Agustín es famoso por sus definiciones y decía: “la verdad es lo que es”. En latín: “verum est id quod est”. 

La verdad está en cada cosa: es lo que es. La verdad en la inteligencia consiste en captar cómo es. Por lo tanto, solamente es ciencia aquellos conjuntos de contenidos que captan y describen con exactitud cómo son las cosas. Y solamente una persona es veraz cuando capta, acepta y se apoya en la realidad como es, no como quisiera que fuera. Además, practica la veracidad cuando explica cómo son las cosas tal cual son.

El conocimiento de las cosas nos lleva a conocer cómo es el autor de las cosas, por eso, el conocimiento de la naturaleza nos da a conocer al Creador, aunque no seamos conscientes o incluso lo neguemos.

Respecto al bien puede haber muchas opiniones, pero la que importa es la que acierta en el bien real. El bien auténtico es todo aquello que conserva a las cosas o incluso las mejora, nunca perjudica a la naturaleza. Se puede expresar como lo que no daña a la naturaleza e incluso todo aquello que la mejora. Dicho de otro modo: el bien como actividad es solamente aquello que respeta, no daña o mejora el bien que encierran todas cosas.   

Por lo tanto. el auténtico bien es el conjunto de consejos o acciones que respetan y conservan a la naturaleza. Nunca el bien es por una elección independiente de la naturaleza de las cosas, ni mucho menos el bien es cuestión de elección por mayorías. Esto lo explica con claridad lo referente a la medicina. Es buena una medicina que recupera la salud o la mantiene

La educación como arte consiste en encontrar el modo eficaz por el que los educandos acepten y practique las enseñanzas.

Los contenidos del arte de la educación consisten en conocer las aptitudes del educando -por su edad y su nivel de educación- para aplicar la metodología que le estimule a recibir y, si es el caso, también a practicar lo que aprende. Aquí se requieren conocimientos de antropología para saber quién es el ser humano y cómo se desarrolla.

Quien tiene buenos maestros que le hayan enseñado a buscar la verdad y a practicar el bien harán de su vida una obra de arte y serán felices, porque su inteligencia actuará con congruencia y habrá sabiduría, y su voluntad apreciará el bien para que sus acciones serán honestas y así consiga la satisfacción que producen las buenas obras. El resultado es vivir con paz y alegría.

El arte de vivir, después de estas explicaciones lo podemos concretar en el esfuerzo por saber y por hacer el bien. Esto equivale a decir algo así como: el arte de vivir es el esfuerzo por alcanzar la sabiduría y practicar la bondad con los demás.

La conclusión es proponernos ser fieles a la verdad y al bien.

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