Promover la salud

Después de un largo periodo de aislamiento y cuidados recomendables, aunque inciertos por la falta de experiencia ante la novedosa pandemia, somos más conscientes a la importancia del cuidado personal pues también repercute en la salud de los demás. Verdaderamente comprobamos la realidad de formar parte de la gran familia de los seres humanos. Redescubrimos principios morales derivados de la dignidad de la persona humana.

Palpamos con claridad, que el aislamiento fue durísimo para todos, pero más para personas acotadas en espacios exageradamente reducidos, en donde tuvieron que convivir con lo habitual y añadir las tareas que realizaban en otros sitios. Naturalmente este hacinamiento impuesto afectó mucho más la salud mental y la manera de convivir. La impotencia de resolver sus actividades en esa estrechez repercutió en las relaciones con los otros.

Estas circunstancias no variaron con quienes tienen la profesión de cuidar la salud. Todo el personal sanitario -médicos, enfermeras, cuidadoras, farmacéuticos, y el personal que coopera en la administración y servicios auxiliares, se encontraron doblemente presionados.

Aunque todavía mantenemos un estado de frente a la incertidumbre de las consecuencias por venir, es necesario recapacitar, agradecer y retribuir de acuerdo a nuestras posibilidades, los cuidados del personal de salud, y plantearnos seriamente cómo podemos ayudarles para que mejoren sus condiciones familiares y profesionales. Estoy convencida que todos podemos hacer algo y, sobre todo, reparar si fuimos poco cordiales.  

Ellos forman parte del bien común real del que disfrutamos cuando los necesitamos. Se acerca un tiempo en el que acostumbramos regalar a nuestros seres queridos, y no sería mala idea pensar en lo que daremos a quienes forman parte del personal de salud, cercanos o no tan cercanos. Es importante planteárnoslo. Es tener detalles de proximidad, para animarlos a seguir realizando su tarea, por cierto, bastante heroica e imprescindible.

También es oportuno revisar el modo de acudir a las consultas médicas, es fácil centrarse en el propio problema y olvidar que muchas veces, otros pacientes, a nuestro lado, pueden tener complicaciones más graves que las nuestras y no somos capaces de ayudarles con un saludo cordial o un comentario apropiado.

La lógica cercanía impulsa a reconocer una especial fraternidad, independientemente de las condiciones sociales, culturales o de enfoques ante problemas semejantes. Al requerir su ayuda no perder de vista que ellos también son vulnerables, por lo tanto, ser prudentes en nuestras demandas. Incluso, ellos pueden estar enfermos y tener que superar su mal estar para cumplir con sus obligaciones.

Una solicitud a los profesionales de la salud es la de cuidar su hermosísimo trabajo, aunque también desgastante y tremendamente exigente. Cuidados manifiestos en la cercanía con los pacientes porque lo necesitan. Aunque con algunos hay que sobreponerse porque el dolor o la incertidumbre sacan de ellos lo peor de su personalidad. Evitar clasificar a los pacientes, aunque cueste tratarlos por igual, y mucho menos admitir cierta discriminación con quienes tienen menos recursos,

Aunque los médicos tengan su especialidad, han de ver a los pacientes de modo integral. El ojo clínico puede captar la necesidad de dar un consejo o de poner en contacto con otro especialista, para tratar de mejorar, en lo posible, todas las dimensiones físicas, psíquicas y espirituales de la persona, si el paciente lo requiere. Es desagradable la enfermedad, pero los enfermos no deben sentirse una carga, y si se sienten así, hacerles ver que en ese aspecto todos tenemos algún tipo de deficiencia.

La dignidad humana no se pierde nunca, ninguna enfermedad la arrebata. Toda persona merece respeto y protección cuando la necesite, por ejemplo, con el abastecimiento de equipo y medicamentos.

A quienes, por su posición en el gobierno les competa organizar este tipo de servicios, han de cuidar especialmente la justicia que merecen todos los ciudadanos, y estudiar las medidas adecuadas para cuidar al personal, a las instalaciones, a la investigación necesaria para la mejora de los procedimientos. Y por supuesto ver el modo de atender a la población más vulnerable por carencias económicas o por enfermedades incurables o raras.

Generalmente las medidas preventivas están muy descuidadas. Este campo está poco desarrollado generalmente en poblaciones pobres que con dificultad pueden cubrir lo mínimo indispensable. Pero también hay descuido en este aspecto en sociedades cuyas costumbres son poco sanas. Es necesario promover la cultura de la vida sana para elevar el nivel social y cultural de los pueblos.

Vivir bien es saber valorar y aprovechar los recursos naturales, cuidar la armonía con el entorno. Conservar la armonía, el orden y la higiene en el hogar y en los lugares comunes: calles, parques, transportes, mercados, etc. La educación familiar tiene mucho que hacer en este campo. Son cuidados para ayudarnos en el presente y ante la responsabilidad del futuro.

La meta de la salud personal es la armonía entre la salud física, psíquica y espiritual. La última es la líder de las otras y crece siempre, no sucede lo mismo con la física y la psíquica que naturalmente el paso del tiempo las desgasta. La conclusión es no descuidar la salud espiritual.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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