Leonardo, un maestro ejemplar

Leonardo Da Vinci es una de las personas que más se acerca al ideal del saber total. No sólo por un saber adquirido, sino por un saber que se renueva permanentemente a partir de la investigación tanto estética como científica.


Fotografía de Leonardo Da Vinvi


El 15 de mayo festejamos el día del maestro, profesión imprescindible y entregada al beneficio del prójimo. Hay quienes son maestros y su lugar es el aula, pero también se ejerce este servicio al transmitir la maestría con que se realizan las actividades profesionales y se comparten los grandes o pequeños secretos para impulsar a otros a mejorar sus trabajos.

En este sentido, quienes llegan a tener un alto nivel en el ejercicio de su profesión y muestran sus productos para la mejora de la vida son también maestros, porque con generosidad comparten sus saberes y ponen al servicio de los demás los productos de sus actividades. Este es el caso de Leonardo, ejemplo de afán de superación por su dedicación al estudio, cuyo legado sigue causando admiración y estímulo.

Leonardo da Vinci recibió de Dios una inteligencia excepcional y una habilidad práctica poco común. Ambas las trabajó y compartió sus logros que siempre buscamos resolver, problemas teóricos y prácticos. Es ejemplar porque su vida no fue fácil y podía haberse amargado y vivir resentido. Enfrentó serios problemas familiares y sociales con un magnánimo espíritu emprendedor, tenía visión de futuro.

Nació en Anchiano el 15 de abril de 1452. Fue pintor, anatomista, arquitecto, paleontólogo, botánico, científico, escritor, escultor (al parecer, de una sola obra: La virgen y el niño riendo), filósofo, ingeniero, inventor, músico, poeta, urbanista… Un ejemplo de hombre renacentista. Murió el 2 de mayo de 1519 en Cloux, Francia, a los 67 años de edad, unos días después de haber recibido los sacramentos de la confesión y la unción de enfermos.

Un estigma le acompañó toda su vida: ser hijo ilegítimo. Su padre Piero Fruosino di Antonio, canciller y embajador de la República de Florencia, de una familia de nobles italianos ricos. La madre Caterina di Meo, pobre campesina de 15 años a quien Piero abandonó. Lorenzo quedó al cuidado de Antonio, su abuelo paterno.

De modo autodidacta aprendió a leer y escribir. Recibió lecciones elementales de aritmética. No aprendió latín, entonces la base de la enseñanza. Fue un precoz y apasionado observador de la vida natural: animales, plantas, rocas, ríos, fenómenos celestes, y en especial y durante largas horas del vuelo de las aves.

Su abuela paterna, Lucia di ser Piero di Zoso, ceramista, lo acercó a las artes plásticas, y el niño no tardó en dibujar y pintar a un dragón escupiendo fuego. Le regaló el cuadro a un campesino de la vecindad, que lo vendió a un mercader florentino, y éste, al duque de Milán.

A los 17 años, entró a trabajar como aprendiz al taller de Andrea del Verrocchio: el mejor de Florencia, era ecléctico: orfebre, herrero, pintor, escultor, fundidor…, y Leonardo, obsesivo observador, captó de su maestro las bases de la química, la metalurgia, la mecánica, la carpintería, el trabajo sobre cuero y yeso, el dibujo, la pintura, y la escultura sobre mármol y bronce. Pero siempre admiró la complejidad de lo real y la necesidad de los matices.

A los 20 años, y aparece registrado en el Libro Rojo del Gremio de San Lucas, que reúne a los doctores en Medicina. Se interesó por el cuerpo humano, su estructura, sus órganos, sus enfermedades, y fue uno de los primeros en abrir cadáveres para estudiar todos los secretos de la anatomía y la fisiología. Al mismo tiempo, crea el “Paisaje de Santa Maria della neve”, dibujo a pluma y tinta.

Pintó 32 cuadros registrados. Once son fundamentales: La Anunciación, Retrato de Ginevra de Benci, La Virgen de las Rocas, Hombre Vitruviano (estudio de las proporciones del cuerpo humano: unión de ciencia y arte), Dama con armiño, La Belle Ferronière, La Última Cena, Salvator Mundi, La Gioconda (o La Mona Lisa), La Virgen y el Niño con Santa Ana, y San Juan Bautista.

Para muchos investigadores, Da Vinci es una de las personas que más se acerca al ideal del saber total. No sólo por un saber adquirido, sino por un saber que se renueva permanentemente a partir de la investigación tanto estética como científica. Fue una persona cuya curiosidad le llevó a buscar causas y soluciones, su mente es ingeniosa y su operatividad muy activa. Superó su tiempo y su espacio porque 500 años después de su muerte sigue maravillándonos con su legado.

A la sociedad contemporánea nos ofrece sus inventos que siguen siendo válidos. Algunos son la tijera, el paracaídas, los robots, el tornillo aéreo o helicóptero, el antecedente de la ametralladora moderna, el anemómetro, un traje de buceo hecho de cuero. Además, cuatro siglos antes de los hermanos Wright, Leonardo diseñó los fundamentos de los aviones modernos. En el campo del conocimiento siempre estuvo atento a las críticas para mejorar sus propuestas y nunca perdió la observación de lo real y la curiosidad.

En el terreno de la estética nos enseña el esfumado, un descubrimiento en la técnica pictórica que consiste en aplicar varias capas de pintura extremadamente diluida, para proporciona a la composición unos contornos imprecisos que dan la sensación de claroscuro. Y la enseñanza es mostrar la complejidad de la realidad y la necesidad de los matices. En su obra más famosa: La Mona Lisa juega con un paso lento de la luz a la sombra que da a la mujer un halo de inquietud y misterio.

La última cena se empezó a deteriorar muy poco tiempo después de que la pintó y desde entonces recibe infinitos cuidados. En este cuadro hay una representación y un sin número de interpretaciones sobre lo que hace o dice cada discípulo de Jesús. También hay muchas elucubraciones sobre la comida.

Giorgio Vasari, arquitecto y pintor italiano, señala: Leonardo fue un conversador brillante que encantó a Ludovico el Moro con su ingenio. Su apariencia impresionante y hermosa. Físicamente era muy fuerte pero no soportaba la violencia. Con su mano derecha podía doblar el anillo de hierro de un aldabón. Y tan generoso que daba de comer a ricos y pobres. Fue el artista zurdo más grande de todos los tiempos. Maestro en generar ideas y propuestas transformadoras.

En esta época donde la tecnología dispersa el conocimiento, la lección más importante de Leonardo para nosotros es la capacidad de hacer relaciones pertinentes para encontrar finalidades.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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