Falta un mes para terminar este Año Jubilar y hemos sido testigos del enorme flujo de persona de todas partes del mundo para acudir a las Jornadas que trataron variadísimos aspectos de la vida cotidiana, de las distintas profesiones e incluso de grupos que nos interesa impulsar o escuchar nuevos enfoques científicos, tecnológico o de problemas contemporáneos en los que deseamos ser más activos.
El Papa León XIV ha comunicado sus experiencias y sugerido muchos modos de abordar los problemas. Desde luego el Jubileo del mundo educativo nos interpela a todos porque siempre podemos aprender y también enseñar, aunque no sea para bastantes personas la dedicación profesional, pero como seres humanos dejamos huella en los demás, y es un deber ayudar.
Sin tener presente esta responsabilidad, puede suceder que nos dediquemos a sacar responsablemente nuestros deberes, pero no podemos desentendernos de personas desfavorecidas con quienes coincidimos y hemos de ayudar con lo que sabemos y darles con generosidad el tiempo que podemos rescatar si lo aprovechamos mejor.
Esta actitud no se improvisa, y desde todos los niveles de la enseñanza en la escuela hay que advertirlo. Quienes acuden a una escuela son privilegiados y no pueden ni deben olvidar a las personas que no tienen esa ayuda. Es un tema que deben tratar los padres con sus hijos, y es también necesario tratarlo en las aulas y en reuniones extraacadémicas. Muchas instituciones ya exigen Servicio social, pero se podría contemplar desde niveles básicos.
Además, muchas veces se participa en congresos que nos llaman a participar a otros las ricas experiencias vividas. O se expone la experiencia vivida por muchos jóvenes.
El 31 de octubre de 2025 en el Vaticano, se reunieron con el Papa Leon XIV los miembros del International Youth Advisory Body (IYAB), Órgano Asesor Internacional de la Juventud, vinculado al Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida que asesora a los dicasterios de la Curia Romana en temas inherentes a la juventud.
El (IYAB), surgió a petición del Documento Final del Sínodo sobre la Juventud.
El discurso señaló tres ejes fundamentales: participación, sinodalidad y misión.
El Pontífice agradeció la disposición de los jóvenes y los animó a vivir su servicio como una auténtica expresión de vida eclesial: esto último amplía el horizonte porque para los católicos no basta enfocarse a los grandes problemas civiles, que hay que tener en cuenta, y también a ”reconocer que participan en la vida y la misión de la Iglesia”.
El Papa amplió el horizonte y solidificó la verdadera participación que no nace de una ideología o un interés político, sino de la intimidad con Jesús. “Su origen —dijo— es espiritual, no ideológico ni político”. Y añadió que esta actitud brota de quien “está cerca del Corazón de Cristo”, porque “quien se hace su amigo a través de la oración, los Sacramentos y la vida cotidiana, comienza a sentir como Él siente y a llevar el mundo entero en su corazón”.
Para León XIV, la participación surge de la cercanía con el Señor quien impulsa a salir de uno mismo. Nace de la espiritualidad, no de la ideología ni de la política: “Nada es ajeno para quien ama a Cristo, ninguna persona le resulta indiferente”. Por eso, invitó a los jóvenes del Consejo a “mirar con compasión los sueños, las esperanzas y las dificultades de los jóvenes de nuestro tiempo”, y preguntarse cómo puede la Iglesia, movida por la fe, salir a su encuentro. Son palabras dirigidas a ese grupo, pero también a nosotros gracias a los comunicadores.
Sinodalidad es superar el aislamiento, “una de las formas de poner en práctica la naturaleza de la Iglesia como comunión”. A imagen de la Trinidad, la Iglesia es “una comunión de personas que caminan juntas, se enriquecen mutuamente y comparten sus dones espirituales”. Y es necesario “escuchar las voces de los débiles, los pobres, los solitarios, los refugiados y quienes luchan por integrarse en la sociedad”.
El Papa advirtió sobre los riesgos de una fe vivida únicamente en el ámbito digital: “Una fe descubierta en línea puede ser intelectualmente y emocionalmente reconfortante, pero si no se encarna, se queda desconectada del cuerpo eclesial”. Por eso, son invaluables las experiencias comunitarias que “ayudan a superar las barreras del yo” y permiten “vivir la fe juntos, mostrando nuestro amor al compartir con otros jóvenes nuestro tiempo, nuestra fe y nuestras dificultades”.
Reconoció que “en los últimos años, muchos jóvenes se acercaron a la fe a través de las redes sociales, programas exitosos y testimonios cristianos populares en línea”. El antídoto contra el exceso digital puede estar en las “experiencias de sinodalidad vivida”, que ayudan a “superar las barreras del ego y animan a los jóvenes a convertirse en miembros efectivos de la familia de Jesucristo
“El concepto de misión implica libertad frente al miedo, porque al Señor le gusta llamarnos a abrir caminos nuevos”. Les pidió también ser hombres y mujeres capaces de escuchar las “inspiraciones del Espíritu” y las “profundas aspiraciones de cada persona”, con empatía y sin juicios precipitados.
Agradeció su servicio y el Papa destacó que el Consejo Internacional Asesor de la Juventud forma parte de un movimiento espiritual más amplio que mantiene “siempre joven a la Iglesia”: la Jornada Mundial de la Juventud, la pastoral juvenil ordinaria y los nuevos movimientos eclesiales.
Invitó, a los jóvenes a hacerse amigos de Jesús mediante la oración, los sacramentos y la vida cotidiana, para empezar a sentir como Él siente. Esto significa preocuparse por el sufrimiento de los demás, sus necesidades y aspiraciones, y conmoverse ante él, lo que da lugar al deseo de participar, de formar parte de la misión universal de la Iglesia.
“Deben mirar más allá de las apariencias para buscar las verdaderas respuestas que dan sentido a la vida”, puntualizó. “Deben tener el corazón abierto a la llamada de Dios y no absortos en sus propios planes, dispuestos a comprender y compadecerse antes de juzgar”.
“Ustedes representan a muchos de sus compañeros, y a través de ustedes ellos también pueden hablar a la Iglesia. Su voz es escuchada y tomada en serio”, aseguró el Papa, antes de impartir su bendición apostólica.
León XIV concluyó recordando a los jóvenes que la clave de todo su compromiso está en la amistad con Cristo: “Estén cerca del Corazón de Cristo, para sentir como Él siente y ver como Él ve”.
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