Circe: México no apoya a Maduro

El socialismo de Chávez y Maduro ya ha probado de mil modos que es un enorme fracaso y además trágico.


diputada Circe Camacho


La prensa nacional informó ayer de las palabras pronunciadas por la diputada Circe Camacho, del Partido del Trabajo, durante su participación en el Foro de Sao Paulo este pasado fin de semana. La diputada Camacho habría exclamado: “Viva Chávez, viva Maduro, viva Venezuela, viva la Revolución Bolivariana, viva México”. No hace falta darle muchas vueltas a esas palabras para encontrar en ellas la aspiración de la diputada petista de que México llegue pronto a ser una nación gobernada por los mismos ideales, principios y forma de gobierno que durante ya muchos años han regido en la hermana nación de Venezuela.

Al leer en la prensa tales declaraciones de una representante popular mexicana no pude menos de hacerme una pregunta que seguramente también otros mexicanos se estarán haciendo: ¿La diputada Circe Camacho, y todos los demás funcionarios mexicanos que han hecho declaraciones en el mismo sentido que ella, realmente desean que eso suceda? ¿Verdaderamente desean que México se vea gobernado por un dictador cuyo único sustento es un poder legislativo de obedientes títeres, la fuerza del ejército y de los grupos paramilitares? ¿Planean lograr que la economía mexicana llegue a tener una economía hecha garras, con niveles insospechados de inflación? ¿Aspiran ver a la ciudadanía mexicana, como ahora vemos a la venezolana, formando colas para adquirir productos básicos y viendo morir a sus niños por falta de medicinas? ¿Sueñan con poder ver a muchedumbres abigarradas de mexicanos, como ahora vemos a esas muchedumbres venezolanas, empujadas por la pobreza y la violencia, pidiendo asilo en los pasos fronterizos de los países vecinos? ¿Para eso quieren que México se asemeje a lo que Chávez y Maduro han construido? ¿De verdad creen que la situación venezolana –y la de Cuba, la de Corea del Norte y demás naciones que aún siguen aferradas al socialismo de corte comunista– es algo que merece ser imitado? ¿Eso desean para ellos y para sus hijos?

La diputada Circe probablemente responderá que la situación de los países capitalistas, neoliberales, tampoco son un modelo a seguir. La injusticia a la que son sometidos millones de seres humanos en las naciones capitalistas para que los dueños del poder y del dinero sigan disfrutando de sus beneficios es algo que no puede no conmovernos. Hay que cerrar esa brecha criminal entre los que tienen poco o nada y los que tienen mucho. Y honestamente hablando, en esto no le faltará razón a la diputada Camacho, ni nadie con un mínimo sentido de justicia puede rebatirle. Pero ¿de verdad cree ella y sus correligionarios de empobrecer a los ricos para que se vean sometidos a las mismas condiciones de vida de los pobres erradicará la injusticia y convertirá a una nación en un paraíso de igualdad, equidad y bienestar generalizado? ¿No se han percatado quienes sueñan con hacer de México un remedo de Venezuela de que eso mismo ya ha sido intentado en otros países, siempre con el mismo trágico resultado de pérdida de libertad, de opresión, de carencias económicas peores que aquellas que se quería remediar… y de enriquecimiento abusivo de la nueva clase gobernante? (Ni Chávez, ni Maduro, ni Kim Jeong Un, ni ningún otro jerarca comunista vive ni vivió jamás en las mismas condiciones de miseria y opresión que ellos crearon para sus pueblos) ¿La versión mexicana del bolivarismo que Circe Camacho, Fernández Noroña y otros quieren implantar entre nosotros realmente tiene posibilidad de sortear los obstáculos que no han podido sortear otras naciones y crear un paraíso de justicia, igualdad y equidad en la tierra? Por lo menos el papa Benedicto XVI ya ha dicho que eso es imposible. Criticando a Marx y a aquellos que, convencidos de que sus teorías socioeconómicas conducirían a la humanidad a construir un verdadero paraíso, habían suscitado las revoluciones que fueron origen de los sistemas comunistas y de sus “copycats” (entre los que destacan actualmente precisamente Cuba y Venezuela), el papa Emérito –en la encíclica Spe salvi– señala en dónde está su error: “(Marx) ha olvidado que el hombre es siempre hombre. Ha olvidado al hombre y ha olvidado su libertad. Ha olvidado que la libertad es siempre libertad, incluso para el mal. Creyó que, una vez solucionada la economía, todo quedaría solucionado. Su verdadero error es el materialismo: en efecto, el hombre no es sólo el producto de condiciones económicas y no es posible curarlo sólo desde fuera, creando condiciones económicas favorables”.

No es imitando a Chávez y a Maduro como México llegará a ser un país justo, equitativo, solidario, económicamente sólido, reconocido internacionalmente por el desarrollo del Bien Común. Todo lo contrario. Será otro paria mundial, un lastimoso hazmerreir de la comunidad internacional, y solo logrará que haya más miseria, más represión, más corrupción, más impunidad, más fuga de ciudadanos en busca de una vida digna. El capitalismo, el neoliberalismo y sus retoños tampoco son la solución perfecta, es cierto, y definitivamente se deben revisar otras formas posibles de hacer las cosas. Pero por eso precisamente se deben ampliar, no cerrar, los canales de comunicación y de flujo de bienes y servicios. Pero, sobre todo, y eso es lo que realmente nos hace falta a los mexicanos, es conversión, revertir la perversa actitud ciudadana que ha caracterizado la vida individual, económica y política de nuestra nación desde sus orígenes: el egoísmo. Buscar el bien del otro en la misma medida que busca uno el bien propio es la solución. Esto claro, no es obra de un día, ni depende solamente de un momento de fervor patrio. Es una obra que debe poner sus cimientos en la fe. Nadie sino Dios puede llevar a cabo en el corazón humano una revolución de la magnitud necesaria para transformar el egoísmo en amor, en deseo del bien del prójimo.

Más que felicitar y echar vivas a Chávez y Maduro, los diputados mexicanos deberían empezar por ocuparse en mantener abiertos los canales de comunicación entre ciudadanos y gobierno, por ampliar las oportunidades de crear empresas y trabajos, e impedir cualquier intento de centralización, de represión, de dictadura. El socialismo de Chávez y Maduro ya ha probado de mil modos que es un enorme fracaso y además trágico.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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