Hartos de la política…

En las elecciones del 6 de junio, los elegidos deben ser demócratas en sus acciones, que gobiernen para todos, no solo para sus partidarios, que hagan honor a sus promesas ciudadanas y que busquen el bien común.


 


Hartos de la política… y de los políticos. Hartos de las mentiras, de la hipocresía, de la siembra de odio. Haga una encuesta y verá que la inmensa mayoría de la población está, estamos, literalmente hartos. Quisiéramos poder borrar de un plumazo esta situación y volver a los tiempos más sencillos, donde todos les creíamos a los medios y a las declaraciones de los gobernantes; tiempos donde creíamos que sabíamos. Donde la verdad era la verdad y era posible conocerla.

Hoy, en estos tiempos de la “post verdad” y las “Fake News” estamos en la mayor de las confusiones. No sabemos qué creer ni a quién creerle. Sospechamos, posiblemente con razón, que todos nos mienten de maneras diferentes, pero todos lo hacen. Y no sabemos qué parte de la verdad nos administran para endulzar y hacer que nos traguemos sus mentiras.

Ante esta situación podríamos preferir hacer oídos sordos, cerrar los ojos y esperar que todo esto pase. Pero ¿sería esta la actitud responsable que la patria espera de los ciudadanos? Difícilmente. De nosotros, como ciudadanos, no se espera que nunca fallemos en nuestras decisiones políticas, pero sí se espera que actuemos de buena fe, que estemos a la altura de nuestras capacidades. Nada más, pero nada menos.

Hay mucho de qué hablar sobre este tema. En este artículo trataremos lo más emblemático de las acciones de la ciudadanía: el voto. No es lo único que nos toca hacer. Antes y después del voto seguimos siendo responsables y tenemos que actuar en consecuencia. Pero, en estas próximas semanas, nuestra tarea es preparar ese voto. Para poder votar en consciencia, con el mejor conocimiento de los candidatos a quien daremos nuestro voto y cuáles serían las consecuencias predecibles de estas decisiones. Votar en consciencia, es decir, con pleno conocimiento y pleno convencimiento de nuestros actos, hasta donde sea posible.

A reserva de tratar las consecuencias en otro artículo, debemos concentrarnos en el modo de conocer por quién votamos, de la mejor manera posible, tratando de entender cuáles son los hechos y sus consecuencias. Seguros de que, posiblemente, podríamos fallar, pero no por desidia o irresponsabilidad.

Reconozcamos que esto no es fácil: dependiendo de cada estado, tendremos como mínimo dos votaciones: al Congreso de la Unión y a los congresos locales. En un buen número de estados, también se votará por gobernadores, presidentes municipales y otros puestos. Con diez partidos en contienda, al menos habría que conocer a 20 candidatos y en algunos casos hasta 50 candidatos. Toda una tarea y no todos los datos están disponibles fácilmente, pero debemos intentar ilustrarnos lo más posible.

Algunos puntos:

• ¿El candidato es alguien conocido en su localidad? Con frecuencia los partidos nos proponen candidatos que no conocen nuestra situación.
• ¿Cuál es la trayectoria ciudadana y política del candidato? Esa trayectoria, ¿cómo ha sido?
• ¿Cuáles son sus conocimientos? ¿Tiene la capacidad para opinar sobre los asuntos sobre los que va a decidir?
• ¿De qué vive? ¿Solo de la política o ha pagado impuestos en alguna ocasión?
• ¿Pertenece a algún partido político? ¿Ha estado cambiando de partido frecuentemente?
• ¿Ha sido acusado y convicto de corrupción o de delitos electorales? Porque no basta que haya sido acusado: el asunto es si tuvo que pagar penas de prisión o multas por esos conceptos.
• El partido que representa ¿concuerda con nuestra idea de cómo se debe gobernar?

Muchas preguntas, dirá usted. Y no es fácil que todas tengan una respuesta a su gusto. El asunto es votar sabiendo quién nos va a representar o gobernar en nuestro nombre. Al final del proceso buscamos respuestas para esta interrogación: Este candidato o candidata ¿verdaderamente me representa? Si no en todos los temas, ¿al menos me representa en los asuntos que yo considero más importantes?

Eso sería lo ideal, pero puede ser que no pueda tener toda la información de las personas y tenga que votar por medio de los partidos. Las preguntas serían muy parecidas: ¿cuál ha sido la trayectoria del partido, sus resultados, han sido penados por delitos electorales o por corrupción? Y muy importante: ¿cuál es su filosofía política? ¿Es un partido autoritario, o totalmente democrático, o algo intermedio? En sus procesos internos, ¿ha sido plenamente democrático? Porque ese partido también debería representarme plenamente: si no, realmente no me sirve.

Y nunca encontraremos soluciones perfectas, ideales. Pero sí queremos algunos mínimos, que no deberán fallar. Que los elegidos sean demócratas en sus acciones, que gobiernen para todos, no solo para sus partidarios. Que no siembren el odio ni la discordia, que hagan honor a sus promesas ciudadanas y que busquen el bien común, como el mayor beneficio para todos.

Sí, ya sé: pido mucho. En realidad, lo que pido es que hagamos nuestro voto con responsabilidad, de buena fe, conscientes de haber hecho nuestro mejor esfuerzo al votar y confiar, como lo esperamos todos, que si votamos con responsabilidad algo bueno vendrá para nuestro país.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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