Desde junio de 2024, México ha vivido reformas constitucionales regresivas que concentran el poder, debilitan contrapesos y socavan la vida democrática.
México no vive una dictadura, pero refleja señales preocupantes que recuerdan a los regímenes autoritarios latinoamericanos del siglo XX. El poder sin límites no es democracia.
La libertad de expresión es más que un derecho: es la condición de posibilidad de una sociedad justa, libre y participativa. Su defensa hoy es más urgente que nunca.
Las madres mexicanas enfrentan una triple jornada sin derechos ni descanso. Urge un sistema nacional de cuidados como en Noruega, Francia o Chile para que puedan vivir con plenitud y justicia.
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