El 27 de septiembre de 1821, México logró su independencia sin derramamiento de sangre gracias a Iturbide. Un libertador relegado, pero clave en la historia nacional.
Tras tres años de guerra contra los rebeldes tepanecas, Ixtlilxóchitl pactó la paz. Poco después, en 1409, murió Huitzilihuitl. Fue un ciclo de expansión agrícola, rivalidad con Tlatelolco y rito del Fuego Nuevo.
La muerte de Techotlalla desata la rebelión de Tezozómoc: alianzas, dilemas morales y guerra. Tlatelolco toma partido, Ixtlilxóchitl resiste y una paz precaria cierra un ciclo encendido
Ceremonias del fin de siglo mexica: angustia, fuego y renacimiento
En la cuenta mexica de 52 años, el mundo podía acabarse en la última noche. Entre tinieblas, silencio y sacrificio, el “Fuego Nuevo” apagaba el miedo y encendía otro siglo.
Tlacateotl y la “campiña nadante”: rivalidad, trabajo y fe en el lago de México (1390–1409)
La rivalidad México–Tlatelolco y el ascenso de Tlacateotl impulsaron agricultura, comercio y rituales como el Fuego Nuevo: una competencia que elevó la civilización lacustre del Anáhuac y dejó huella hasta hoy.
Cuando el rey no se vengó: Huitzilihuitl y la razón de Estado que salvó a Tenochtitlan
Maxtlaton orquesta el asesinato del príncipe (1399). Huitzilihuitl contiene la venganza para evitar la guerra y consolidar Tenochtitlan. Política, ritual y prudencia en los orígenes mexicas.
Huitzilihuitl usó bodas y alianzas para reducir tributos, ganar la guerra de Xaltocan y detonar la prosperidad mexica: diplomacia eficaz, orden regional y chinampas en plena producción.
Puentes, chinampas y votos: así se diseñó la sucesión real en 1389
Acamapitzin convirtió a México-Tenochtitlan en monarquía, selló alianzas, impulsó obras y dejó un sistema de 4 electores que profesionalizó la sucesión en 1389.
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