El PND promete educación digna, pero los datos muestran retroceso: sin comprensión lectora, sin ciencia ni pensamiento crítico. Educar no es adoctrinar, es liberar.
Roma es testigo de un duelo sagrado: Francisco parte y deja una Iglesia herida pero en pie, sostenida por su legado de misericordia y por una fe que, aun en el luto, se rehúsa a claudicar.
La paz no se decreta, se construye. El multilateralismo y la diplomacia son el único camino viable, como recuerda el papa Francisco: diálogo, justicia y fraternidad o colapso global.
El PND habla de dignidad, pero no la garantiza. Sin salud, educación ni seguridad reales, su "Humanismo Mexicano" es discurso vacío. La persona debe ser el eje real de toda política.
Tras la muerte del papa Francisco, Roma vive un duelo global entre liturgias, cardenales y esperanza. El cónclave, el sínodo y el jubileo delinean el futuro de la Iglesia católica.
Ucrania y Gaza siguen desangrándose. Civiles son las principales víctimas. La paz no puede seguir siendo postergada por intereses. La guerra no es inevitable. Es una decisión.
Más del 55% de los trabajadores en México son informales. Ganan menos, no tienen seguridad social ni futuro. Urge un pacto social que garantice trabajo digno y derechos para todos.
Los aposentos sellados de un papa son mucho más que habitaciones cerradas: son el umbral de un legado espiritual, humano e histórico que el Camarlengo custodia antes del paso al nuevo pontificado.
La Guerra Cristera fue el grito de un pueblo por su fe. Hoy recordamos que sin libertad religiosa no hay justicia. Mártires y traiciones marcaron esta lucha aún viva en la memoria.
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