En un mundo donde el tiempo parece estirarse y encogerse a la vez, hay días que exigen más manos de las que cualquier persona tiene. Desayunos que preparar, casas que ordenar, hijas que llevar y recoger de la escuela, trabajos diversos para sostener el día a día y, aun así, espacio para leer, crear, informarse y compartir antes de dormir. Esa sensación de vivir haciendo malabares constantes, como si se tratara de un pulpo en plena acción, es el punto de partida de Un Pulpo, el libro ilustrado del autor colombiano Carlos Díaz Consuegra.
La obra retrata, a través de imágenes, a un padre que asume las tareas de cuidado en el hogar y la crianza de sus hijas, al mismo tiempo que desempeña distintos oficios. No se trata de un superhéroe ni de una excepción extraordinaria, sino de una escena cotidiana que refleja la realidad de miles de familias. Con humor y sensibilidad, Un Pulpo rompe estereotipos de género profundamente arraigados al mostrar a hombres involucrados activamente en el trabajo doméstico y de cuidado, labores que históricamente han sido asignadas a las mujeres y poco reconocidas por la sociedad.
La idea nació de la experiencia personal del propio autor. Díaz Consuegra buscaba contar cómo la crianza puede convivir con otras actividades, trabajos y pasiones, sin idealizarla ni ocultar las dificultades que aparecen en la rutina diaria. En sus palabras, el libro intenta mostrar que esas complicaciones no solo son algo que se debe soportar, sino que también pueden encontrar sentido en aquello que mueve y apasiona a las personas. La vida, parece decir Un Pulpo, es caótica, demandante y agotadora, pero también está llena de afectos y motivaciones que la hacen valer la pena.
El protagonista del libro prepara el desayuno, limpia la casa, lleva a sus hijas a la escuela, trabaja como paseador de perros, mesero o músico, y al final del día encuentra tiempo para compartir con ellas antes de dormir. La acumulación de actividades no busca impresionar, sino reflejar una realidad cada vez más común en contextos urbanos, donde madres y padres enfrentan jornadas fragmentadas, trabajos múltiples y responsabilidades que se superponen sin pausa.
Desde lo visual, Díaz Consuegra apuesta por una narrativa propositiva, atravesada por el humor y el amor. Su mirada no es ajena a la experiencia familiar: creció en un hogar donde observó a su madre asumir de forma naturalizada las tareas del hogar, una división que, con el tiempo, comenzó a cuestionar. Un Pulpo surge también como una forma de interpelar esas normalizaciones y proponer otras formas de habitar la crianza y la vida cotidiana.
El libro forma parte del Club de Lectura de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, Capítulo México, una iniciativa que busca acercar a niñas y niños de entre tres y 12 años a estos objetivos globales a través de la lectura. En particular, Un Pulpo dialoga con el ODS 5, Igualdad de Género; el ODS 8, Trabajo Decente y Crecimiento Económico; y el ODS 11, Ciudades y Comunidades Sostenibles. Su historia pone en el centro el valor de trabajos y oficios que suelen ser precarizados y poco reconocidos, a pesar de ser fundamentales para el funcionamiento de la sociedad.
Para el autor, el mensaje también apunta a cuestionar qué y a quiénes se considera protagonistas. En muchas sociedades, quienes realizan oficios cotidianos quedan fuera del relato principal, ya sea porque trabajan por necesidad o por elección. Sin embargo, detrás de cada uno hay esfuerzos, sacrificios y aportes que sostienen la vida colectiva, aunque no siempre sean bien remunerados ni valorados.
La relación de Díaz Consuegra con el dibujo viene desde la infancia. De niño, pasaba horas dibujando mientras acompañaba a su abuelo en la barbería, recortando imágenes de futbolistas de la prensa deportiva y transformándolas en siluetas. Con los años, esa afición se convirtió en el eje de su vida profesional. Dejó la carrera de diseño por un tiempo para dedicarse a crear una historieta gráfica propia, decisión que marcó el inicio de una trayectoria de más de dos décadas en la ilustración y la narrativa visual.
Hoy, Carlos Díaz Consuegra ha participado en proyectos de la industria textil, la animación y la ilustración, además de colaborar en decenas de libros y publicaciones. Su inspiración surge de múltiples fuentes, desde la música y el cine hasta la arquitectura y las experiencias personales. En Un Pulpo, esa mirada se traduce en un libro sin palabras, donde las imágenes invitan a cada lector a construir su propia historia.
Para el autor, ahí reside una de las mayores riquezas del libro silente: ya no es solo la historia de quien la crea, sino también la de quien la recorre. En ese diálogo entre imágenes y lectores, aparecen múltiples interpretaciones de una misma vida acelerada, compleja y profundamente humana. Una vida que, como la del pulpo, requiere muchas manos, pero también sensibilidad para reconocer su valor.
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