La temporada decembrina en México ha dejado de ser una tregua festiva para transformarse en una crisis de productividad. Mientras las organizaciones ejecutan cierres fiscales y operativos, una marea silenciosa de agotamiento emocional afecta al talento humano. Datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) revelan que México lidera los índices globales de estrés laboral, con el 75 por ciento de su fuerza productiva sufriendo fatiga crónica, una cifra que se agudiza durante diciembre.
Este fenómeno impacta directamente la rentabilidad de las empresas, representando una merma económica estimada entre 35 y 40 mil millones de dólares anuales para el país, debido al ausentismo y al “presentismo” que se considera el estado en el que se encuentran colaboradores físicamente presentes pero cognitivamente agotados.
Rosalinda Ballesteros, directora general del Instituto del Propósito y Bienestar Integral (IPBI) de Tecmilenio, adviertió que el cierre de ciclo actúa como un amplificador de desregulación emocional, donde las consultas por ansiedad y cuadros depresivos reactivos se disparan 25 por ciento.
“Diciembre es un mes de colisión: la presión corporativa por cumplir indicadores choca con una carga social y económica extenuante”, señaló Rosalinda Ballesteros.
“No estamos ante una simple tristeza decembrina; estamos frente a un sistema de respuesta al estrés que, al estar permanentemente activado, debilita el sistema inmune y fractura la cohesión de los equipos justo cuando más se necesita resiliencia”, resaltó.
El impacto es sistémico. La privación de sueño por compromisos sociales y la ansiedad financiera, en un país donde el 43.4 por ciento de la población adulta manifiesta incertidumbre para cubrir sus gastos mensuales, generan un entorno de baja eficiencia. La activación del estrés altera los ciclos de melatonina, derivando en errores operativos críticos durante los últimos días del año.
Frente a este escenario, el IPBI hace un llamado a las empresas para transitar hacia una cultura de bienestar sostenible. Ballesteros enfatizó que “el descanso no debe gestionarse como un premio al final de la meta, sino como el combustible indispensable para alcanzarla. Un líder que no respeta el derecho a la paz de su equipo en diciembre, está hipotecando la productividad del primer trimestre del siguiente año”.
Para mitigar el riesgo de burnout, que ya afecta al 72 por ciento de los trabajadores en México, el Instituto recomienda implementar límites claros como:
• Desconexión digital estratégica: Establecer periodos libres de redes sociales fuera del horario laboral.
• Priorización de lo esencial: Postergar tareas no críticas para enero, permitiendo que el equipo enfoque su energía en el cierre indispensable.
• Validación de la pausa: Normalizar que el bienestar emocional es un activo de competitividad, no un lujo.
• Cierre: La salud mental como el balance final
Al final del día, el éxito de una organización en 2026 no se medirá únicamente por los números en su balance financiero, sino por la integridad de su activo más valioso: su gente. En un mercado global donde el bienestar se ha consolidado como un indicador clave de sostenibilidad empresarial, las compañías mexicanas tienen actualmente la oportunidad de transformar el fin de año. Proteger la salud mental hoy es una estrategia para asegurar un inicio de ciclo con un talento renovado, leal y capaz de innovar.
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