En un momento histórico donde muchas sociedades occidentales enfrentan una doble crisis —la caída sostenida de la natalidad y el envejecimiento de la población—, el estado de Polonia ha decidido adoptar una medida ambiciosa: eliminar por completo el impuesto sobre la renta personal (PIT) para quienes tengan a su cargo dos o más hijos y cumplan ciertos requisitos de ingreso. Según comunicados oficiales, se exime de este impuesto a quienes ganen hasta 140.000 zloty anuales (aproximadamente €32.973) por persona.
El propósito: revertir una de las tasas de fertilidad más bajas del mundo (1.16 hijos por mujer en 2024) y frenar el despoblamiento y el desgaste del sistema de bienestar.
Desde los valores humanistas que abogan por la dignidad de la familia, la solidaridad intergeneracional y el bien común— este tipo de políticas adquieren una lectura especial: ¿puede un incentivo fiscal convertirse en palanca para una cultura de apoyo a la vida y al cuidado mutuo? Este artículo explora los antecedentes, los retos, los actores involucrados y las consecuencias esperadas de esta decisión, con testimonios, análisis y reflexión desde los valores éticos y sociales que nos importan.
El declive demográfico de Polonia
En los últimos años, Polonia ha visto cómo su tasa de natalidad se desploma: según la prensa especializada, cayó a 1.16 hijos por mujer en 2024, una de las más bajas de Europa.
La reducción de nacimientos viene acompañada por una población envejecida, la fuga de jóvenes al exterior y un mercado laboral que se resiente por falta de relevo generacional. Un país que pierde población joven enfrenta la doble presión de sostener pensiones, servicios de salud y dinamismo económico.
En agosto de 2025, el nuevo presidente polaco, Karol Nawrocki, anunció este plan como “obligación para la existencia continuada del Estado polaco”.
Esta medida se inscribe dentro de una política más amplia de “escudo fiscal” (reducción de IVA, exención de impuesto de ganancias patrimoniales) diseñada para dar mayor margen financiero a las familias.
La política pro-familia en Polonia
Polonia ya tenía desde hace años políticas para la familia: por ejemplo, el programa estatal Rodzina 800 plus, que otorga pagos mensuales por cada hijo en ciertos casos.
Sin embargo, la inédita exención total del impuesto a la renta para padres con dos o más hijos marca un salto cualitativo: no sólo un “subsidio” sino una desconexión del sistema fiscal con base familiar.
Desde una visión humanista, se valora que el Estado reconozca y apoye la familia —«célula primaria de la sociedad»— pero también exige que estas medidas sean sustentables, integrales y respetuosas de la persona, la subsidiariedad y la justicia.
El enfoque moral y legal
La medida plantea interrogantes desde la legalidad, la equidad y los valores:
- ¿Quiénes califican exactamente? El beneficio se extiende a padres biológicos, adoptivos o tutores legales que tienen a su cargo al menos dos hijos dependientes.
- ¿Cuál es el límite de ingresos? Hasta 140.000 zloty por persona al año. Por pareja, considerando ambos, el techo podría llegar a 280.000 zloty.
- ¿Cuál es la lógica ética? Desde una mirada cristiana, se trata de reconocer la labor generosa de los padres, el valor social de la maternidad y paternidad, y el cuidado de los menores como un bien común que trasciende lo individual. Pero también se requiere que el incentivo no instrumentalice la vida humana ni reduzca la decisión de tener hijos a un cálculo puramente fiscal.
- ¿Qué derechos se deben proteger? Que la cuota contributiva del Estado no recaiga desproporcionadamente sobre quienes asumen responsabilidad familiar; que los servicios sociales, educativos y sanitarios respondan al aumento de la demanda.
Cómo funciona la medida y quién se beneficia
La ley firmada el 16 de octubre de 2025 elimina el impuesto sobre la renta personal (PIT) para los padres de dos o más hijos, bajo condiciones específicas.
Entre los puntos clave:
- El ingreso exento es hasta 140.000 zloty (≈ €32.973) anuales por persona.
- Aplica a padres biológicos, adoptivos, tutores legales o quienes tengan “responsabilidad parental” sobre dos o más hijos.
- Los hijos dependientes pueden ser menores de 18 años, o hasta 25 años si están estudiando y sin ingresos propios.
- Según estimaciones oficiales, una familia promedio mejorará su bolsillo en unos 1.000 zloty mensuales.
- La medida es retroactiva al 1 de enero de 2025, con devoluciones previstas en la declaración de impuestos de 2026.
Para humanizar la medida, imaginen el caso de Katarzyna y Marek, una pareja en la ciudad de Gdańsk con dos hijos, una niña de 6 años y un niño de 4 años. “Cuando entendimos que podríamos estar exentos de pagar el impuesto si ganábamos menos de lo estipulado, fue un alivio”, comenta ella. “Pero también pensamos: no se trata sólo de ahorrar impuestos, sino de que a nuestros hijos les vaya mejor”. Este tipo de testimonios ayudan a aterrizar la política: no es solo una cifra, sino una decisión que afecta la rutina, la planificación y la esperanza de una familia joven.
Análisis crítico: ventajas, retos y preguntas sin resolver
Ventajas
- Alivio económico directo a familias jóvenes: La eliminación del impuesto permite mayor ingreso disponible, lo que contribuye a mejorar el consumo, la vivienda, la educación de los hijos.
- Señal simbólica potente: Un Estado que dice: “valoramos que críes y cuides a dos o más hijos” es un mensaje cultural fuerte, que puede generar cambios en la percepción social de la familia.
- Impacto demográfico buscado: En un país donde la tasa de fertilidad es de las más bajas del mundo, incentivar la formación de familias numerosas puede ayudar a mitigar el envejecimiento.
- Coherencia con principios de solidaridad intergeneracional: Desde la Doctrina Social de la Iglesia, las políticas que apoyan la vida y la familia son coherentes con la dignidad humana y el bien común.
Retos y preguntas
- Viabilidad financiera: ¿Cómo financiará el Estado esta pérdida de recaudo? Algunas fuentes estiman que los ingresos necesarios podrían alcanzar 14 000 millones de zloty (~€3 000 millones), y expertos advierten que la vía de “endurecer el sistema fiscal” no será suficiente.
- Equidad y cobertura: Las familias con ingresos más bajos que ya no pagan impuestos pagaban poco o nada; el beneficio real puede ser mayor para familias de ingresos medios-altos. Como subraya Piotr Juszczyk: “las familias con bajos ingresos, que ya pagan poco, ganan casi nada; el principal beneficio lo obtienen quienes tienen ingresos más altos”.
- Eficacia para cambiar la natalidad: Los incentivos fiscales son una pieza, pero no bastan: el entorno de vivienda, cultura, empleo, conciliación laboral y bienestar afectivo también importa. Un artículo reciente advierte que en Polonia la “epidemia” es de soledad y desconexión social, más que de falta de dinero.
- Sostenibilidad a largo plazo: La medida es ambiciosa, pero dependerá de que los presupuestos estatales lo permitan. ¿Se implementará de manera permanente, o estará sujeta a recortes cuando haya presión fiscal?
- Implicaciones para mujeres y mercado laboral: Según estudios, en Polonia la maternidad afecta negativamente el ingreso de las mujeres (~ 20 % menos) mientras que la paternidad puede aumentar el de los hombres. Si bien la medida favorece la familia, también requiere políticas adicionales que garanticen igualdad de género, cuidado compartido y oportunidades laborales para madres.
- Valores culturales y sociales: El incentivo fiscal no sustituye un cambio cultural profundo: apoyar a la familia también implica vivienda accesible, guarderías de calidad, conciliación, etc. El Estado debe fomentar “medios que favorezcan el desarrollo de la familia
Comparación con otras políticas internacionales
Países como Hungría ya han adoptado políticas de exención fiscal para las mujeres que tienen dos o más hijos. En Hungría, por ejemplo, la exención del impuesto sobre la renta de por vida se ofrece a mujeres con tres o más hijos.
La medida de Polonia se suma a un conjunto global de respuestas ante la natalidad en declive (Italia, Corea del Sur, Japón). Sin embargo, como señalan los analistas, “dar dinero no es suficiente”: la formación de la pareja, el contexto social, la cultura de la familia son esenciales.
Desde el punto de vista ético, la novedad de Polonia radica en que desliga el apoyo de la familia del simple subsidio y lo vincula a la exención fiscal: es un reconocimiento del aporte productivo y reproductivo de quienes sostienen la sociedad.
La medida polaca puede leerse como un gesto de justicia distributiva: aquellos que asumen la responsabilidad de formar familia y cuidar a los hijos reciben un apoyo concreto. Esto está en línea con el valor de la familia como base de la sociedad.
Asimismo, la política busca la solidaridad intergeneracional: al fomentar nacimientos, se ayuda a sustentar el futuro sistema de pensiones, salud y servicios que beneficiarán a todos.
Sin embargo, el Estado no solo debe dar incentivos: tiene el deber de garantizar estructuras estables (educación, salud, vivienda, empleo digno) para que la familia no se convierta en una “cargas” sino en un bien que florece. Aquí entra el principio de subsidiariedad, el Estado apoya pero no sustituye la iniciativa familiar; además, debe proteger la persona humana como sujeto y no como “instrumento” de política demográfica.
Legalmente, la medida está bien enmarcada: cumple con la lógica de política pública, respeta criterios de elegibilidad, ingreso y parentalidad. Ahora, el éxito requiere responsabilidad presupuestaria, transparencia y evaluación constante. Desde el valor mexicano de fraternidad, también abre la reflexión de qué significa “apoyar la vida” en contextos globales, y cómo ejemplos extranjeros pueden inspirar políticas en México si se adaptan con sensibilidad cultural.
La exención del impuesto sobre la renta para padres con dos o más hijos en Polonia marca un hito en las políticas profamilia y demográficas europeas. Al brindar un alivio fiscal concreto, el Estado reconoce la función social de la familia y busca revertir el declive natal que amenaza su vitalidad demográfica y económica.
Pero la medida no es mágica: su éxito dependerá de su implementación, de su complementariedad con otras políticas de apoyo familiar, de la sostenibilidad del gasto público y, sobre todo, de un entorno cultural que vuelve valorado el proyecto de formar una familia.
Para México, este caso invita a preguntarse: ¿cómo podríamos adaptar mecanismos que reconozcan la labor de los padres, fortalezcan la familia y protejan la vida en un marco de justicia, solidaridad y legalidad? Desde la mirada de la Doctrina Social de la Iglesia, apoyar a la familia no es solo cuestión de dinero, sino de dignidad, comunidad y futuro compartido.
En un mundo donde los jóvenes —millennials y centennials— exigen sentido, participación y valores auténticos, políticas como la de Polonia señalan que la familia puede estar en el centro de la construcción social, no al margen. Sea cual sea el país, el reto es que esta visión no se quede en un incentivo fiscal, sino que se traduzca en una cultura de apoyo real a la vida y al cuidado mutuo.
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