En 2026, el salario mínimo general llegará a $315.04 pesos diarios ─un aumento del 13%─, mientras que en la Zona Libre de la Frontera Norte (ZLFN) alcanzará los $440.87 pesos, el máximo histórico registrado para esa región. El gobierno sostiene que:
- la recuperación del poder adquisitivo es de 154% desde 2018,
- 8.5 millones de personas se beneficiarán del aumento,
- y 6.6 millones salieron de la pobreza gracias a los incrementos salariales.
Los datos son llamativos y representan un giro respecto a décadas de rezago salarial. Pero surge una pregunta incómoda: ¿Es sostenible seguir aumentando el salario mínimo al mismo ritmo sin afectar la economía? Este reportaje confronta cifras oficiales con análisis de Banco de México, OCDE, IMCO, Coneval, CEESP, académicos y testimonios ciudadanos.
Lo que dice el gobierno: la narrativa del éxito salarial
Los datos del documento oficial muestran:
- salario general 2025: $278.80
- salario general 2026: $315.04
- salario ZLFN 2025: $419.88
- salario ZLFN 2026: $440.87
Además, el salario mínimo ahora permite adquirir más kilos de alimentos que en cualquier década reciente. El mensaje es claro: hemos recuperado el salario perdido por 35 años y aún hay margen para seguir aumentando. Pero los economistas matizan esta visión.
Productividad: el talón de Aquiles de México
La OCDE advierte que México tiene uno de los niveles de productividad más bajos de América Latina. Desde el año 2000, la productividad no ha crecido significativamente. Banco de México insiste en su Informe Trimestral (2024): “Los aumentos salariales deben acompañarse de incrementos en productividad. De no ser así, generan presiones en costos y eventualmente en inflación.”
El IMCO lo confirma: “México está aumentando salarios en un entorno donde la productividad está estancada; esto genera desalineación estructural.” En términos prácticos significa: Los salarios suben, pero la capacidad de producir más y mejor no aumenta. Y cuando los salarios crecen más rápido que la productividad, las empresas: suben precios, recortan personal o cierran. Si este patrón persiste, los incrementos salariales podrían volverse insostenibles.
Inflación: el riesgo que puede invertirse contra los trabajadores
Aunque Banco de México afirma que los aumentos recientes no han generado inflación significativa, advierte también: “Si el ritmo de incrementos continúa sin mejoras en productividad, las presiones inflacionarias serán inevitables.” La inflación alimentaria sigue siendo alta. Entre 2021 y 2024:
- huevo +56%
- tortilla +48%
- pollo +42%
- gas LP +40%
El salario mínimo compra más alimentos, pero en un entorno inflacionario, este efecto puede diluirse.
Micro y pequeñas empresas: el eslabón más frágil
El 97% de las empresas en México son micro o pequeñas. Para ellas, los incrementos salariales repetidos representan presión directa. En Mérida, Verónica, dueña de una estética con tres empleadas, lo explica así: “Quiero pagar mejor, pero no puedo subir precios cada año. La gente ya no paga lo que pagaba antes. El salario mínimo sube, pero mis ventas no.”
El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) advierte: “Incrementos acelerados del salario mínimo pueden llevar al cierre de miles de microempresas si no van acompañados de estímulos y políticas productivas.” Es decir: los aumentos ayudan al trabajador, pero sin apoyo pueden dañar el entorno que le da empleo.
Informalidad: 6 de cada 10 trabajadores no ven el impacto
INEGI señala que 60% de los trabajadores mexicanos están en la informalidad. Esto significa: no tienen salario garantizado, no reciben aguinaldo, no acumulan antigüedad, no cotizan para retiro y no siempre reciben el aumento.
En palabras del Coneval: “La informalidad limita significativamente el impacto de los incrementos salariales.” El salario mínimo mejora los indicadores, pero no mejora la vida de quienes están fuera del sistema formal.
La brecha territorial: dos economías dentro del mismo país
El documento oficial muestra claramente: la ZLFN tendrá un salario mensual de $13,409.80, frente a $9,582.47 del resto del país. La diferencia es casi 40%. Pero esta brecha refleja realidades económicas profundamente distintas:
- mayor costo de vida fronterizo,
- presión del mercado laboral de EE.UU.,
- inflación diferenciada,
- sectores productivos más dinámicos en el norte.
Un aumento sostenible en el sur requiere condiciones muy distintas: infraestructura, educación técnica, seguridad, créditos accesibles.
¿Y la política pública complementaria?
Para que los aumentos salariales sean sostenibles, se necesitan medidas que hasta ahora avanzan lentamente:
a) Mejora de la productividad: inversión en tecnología, capacitación, educación técnica, formalización de empresas.
b) Reducción de costos regulatorios: México sigue siendo uno de los países con más trámites para abrir y operar empresas.
c) Seguridad y estado de derecho: La violencia eleva costos operativos y reduce inversión.
d) Vivienda accesible: Los salarios suben, pero las rentas también.
e) Transporte público eficiente: Transporte caro resta poder adquisitivo real.
Sin esta arquitectura completa, los incrementos salariales podrían saturar la economía en el mediano plazo.
Perspectiva moral: el salario justo como principio, no como riesgo
Una visión humanista no pregunta primero por la sostenibilidad financiera, sino por la justicia humana. San Juan Pablo II lo expresó claramente en Laborem Exercens: “El salario justo es la medida del cumplimiento del contrato social.” Y el Papa Francisco remata: “La dignidad del trabajador no puede sacrificarse en nombre de la eficiencia económica.”
Desde esta óptica moral: aumentar salarios no es opcional para un país que busca justicia social. lo incorrecto es aumentarlos sin transformar la estructura económica que los sostiene. Esta visión jamás estaría en contra del aumento, pero sí denunciaría un modelo donde el salario sube sin garantizar:
- movilidad social,
- productividad,
- estabilidad familiar,
- acceso a educación,
- derechos laborales básicos.
Porque un salario digno sin condiciones dignas es un avance incompleto.
¿Es sostenible, entonces? La respuesta honesta es: depende
Sí es sostenible si: aumenta la productividad, se formalizan empresas, se combate la corrupción, se facilita el emprendimiento, se fortalece el estado de derecho, se mejora el acceso a educación técnica y se acompaña a microempresas.
No es sostenible si: la economía sigue creciendo al 1–2%, la informalidad permanece en 60%, las PYMES cargan solas con los aumentos, la inflación repunta y no se detona la productividad.
México está en una cuerda floja: el aumento salarial es justo, necesario y moralmente correcto… pero económicamente frágil.
El salario mínimo 2026 —$315.04 diarios— representa un avance histórico y moralmente valioso.
Pero su sostenibilidad dependerá no del salario, sino del país que México decida construir:
- ¿invertirá en productividad?
- ¿apoyará a sus microempresas?
- ¿formalizará millones de empleos?
- ¿mejorará la educación técnica?
- ¿fortalecerá el estado de derecho?
El salario digno es un derecho, pero también una responsabilidad colectiva. Un país que aumenta salarios sin aumentar oportunidades tarde o temprano enfrenta límites. Un país que aumenta ambos construye justicia. México está justo en ese punto de decisión.
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