Cada diciembre, en calles, barrios, escuelas, empresas y parroquias de México resuena una melodía que cualquier niño reconoce:
“En el nombre del cielo, os pido posada…”
Las posadas son una de las tradiciones más profundamente mexicanas. Mezclan música, gastronomía, fe, piñatas, velas, procesiones, convivencia y un fuerte sentido de comunidad. Pero su origen no está solo en la devoción popular: es una historia que combina estrategias evangelizadoras, creatividad indígena, pedagogía simbólica y resistencia cultural.
Hoy, las posadas rebasan lo religioso. Son patrimonio cultural, expresión de identidad y una forma de reconstrucción del tejido social en una época de violencia, soledad y desconfianza.
Este reportaje explora cómo surgieron, qué significan, cómo se transformaron y por qué siguen siendo necesarias en el México contemporáneo.
Orígenes históricos: las posadas nacen en la Nueva España (s. XVI)
Las posadas surgieron en México, no en Europa. Fueron creadas en el siglo XVI por misioneros agustinos y posteriormente desarrolladas por los frailes evangelizadores, especialmente en el centro de México, como una manera de transmitir el Evangelio de forma pedagógica a los pueblos originarios.
Antes del cristianismo, en diciembre los mexicas celebraban el Panquetzaliztli, una fiesta dedicada al nacimiento de Huitzilopochtli.
Los españoles no eliminaron esta tradición: la transformaron.
El investigador Miguel León-Portilla explica: “Los evangelizadores comprendieron que la fe debía dialogar con las costumbres locales. Así nacieron expresiones como los villancicos mexicanos, las pastorelas y las posadas.”
Las primeras posadas se realizaron en los atrios de los templos entre el 16 y el 24 de diciembre, coincidiendo con las antiguas fiestas indígenas.
El simbolismo original: pedir posada es una metáfora de la vida humana
La posada representa el recorrido de María y José antes del nacimiento de Jesús, cuando buscaron un lugar donde alojarse sin ser recibidos. Pero el simbolismo va más allá de lo religioso:
- Representa la vulnerabilidad del ser humano.
- Expresa la necesidad de hospitalidad.
- Invita a abrir la puerta de la comunidad al que está en camino.
El papa Francisco dijo: “Quien abre la puerta al necesitado abre la puerta a Dios.” Por eso, pedir posada es también un acto ético: reconocer al otro, acoger al migrante, cuidar al vulnerable, fortalecer la comunidad.
La estructura original: procesión, letanías y representación ritual
Las posadas tradicionales incluían:
- Procesiones con velas.
- Cánticos responsoriales.
- Lecturas bíblicas.
- Representación del peregrinaje.
- Entrada simbólica al hogar.
Estas celebraciones mezclaban elementos indígenas, como el uso de flores, copal y música local. La música fue esencial porque los pueblos originarios tenían fuerte cultura oral. De ahí que el canto de “pedir posada” se volviera himno nacional.
Las posadas y la comunidad indígena: creatividad y resistencia
Aunque surgieron como instrumento evangelizador, pronto se transformaron. Los pueblos indígenas las resignificaron integrando:
- Danzas tradicionales.
- Máscaras.
- Escenografías locales.
- Mitología y símbolos propios.
La antropóloga Catherine Good señala: “Las posadas no son copia del ritual europeo, sino una creación indígena adaptada al cristianismo.” Esto explica su enorme riqueza cultural.
Siglos XVIII–XIX: las posadas llegan a los hogares
Con el tiempo, las posadas pasaron del templo a la casa. Los barrios comenzaron a organizarse por cuadras, familias y grupos comunitarios. Cada día del 16 al 24, una casa distinta hospedaba a los peregrinos simbolizando el camino hacia el nacimiento de Jesús.
Este modelo fortaleció:
- El sentido vecinal.
- La ayuda mutua.
- La seguridad comunitaria.
- La convivencia intergeneracional.
La llegada de la piñata: un símbolo profundo, no solo fiesta
Aunque las piñatas ameritan un artículo propio (Artículo 5), aquí mencionamos su vínculo con las posadas:
- Las piñatas llegaron a México desde China a través de España.
- En México tomaron forma de estrella de siete picos.
- Cada pico representaba un pecado capital.
- Romper la piñata significaba vencer el mal.
- Los dulces simbolizaban las bendiciones.
Con el tiempo, este simbolismo se volvió festivo pero no desapareció.
Posadas contemporáneas: entre tradición y modernidad
Hoy existen tres grandes tipos de posadas:
1. Posadas tradicionales: Con rezos, letanías, música y peregrinación.
2. Posadas familiares o vecinales: Que mezclan fe, convivencia y comida.
3. Posadas laborales o empresariales: Con intercambios de regalos, rifas y dinámicas de integración.
Aunque la forma cambia, el espíritu —reunir a la comunidad— se mantiene.
Las posadas en la vida de los jóvenes: una tradición que se reinventa
Contrario al prejuicio de que es una tradición “de adultos”, los jóvenes han resignificado las posadas:
- Las convierten en espacios para convivir.
- Recuperan valores comunitarios.
- Las mezclan con música moderna.
- Incorporan actividades solidarias (donación de cobijas, juguetes, ropa).
Un estudio de la UNAM (2023) encontró que: El 74% de los jóvenes de 18 a 30 años participa en al menos una posada cada año. Ana Paula, de 19 años, comenta: “La posada es el único momento donde los vecinos se conocen. Es más que fiesta; es comunidad.”
Las posadas fuera de México: una tradición que rompe fronteras
Estados Unidos- En barrios latinos de Chicago, Los Ángeles y Houston, las posadas se han convertido en símbolo de identidad migrante. El Centro Cultural Mexicano de Los Ángeles reporta que, en 2022, asistieron más de 28,000 personas a posadas comunitarias.
Guatemala, Honduras y El Salvador: Adoptaron la costumbre mexicana durante el periodo colonial, pero con identidad propia.
Filipinas: Realizan procesiones similares llamadas Panunuluyan.
España (Andalucía y Canarias): Han incorporado la representación del peregrinaje en festividades locales.
Más allá del aspecto cultural y religioso, las posadas funcionan como una forma de reconstrucción de la cohesión social. En zonas urbanas con inseguridad, las posadas comunitarias:
- Recuperan espacios públicos.
- Generan confianza vecinal.
- Integran a jóvenes y niños.
- Fomentan la solidaridad.
En México, organizaciones como Cáritas, Fundación Teletón y diversas parroquias realizan posadas para personas en situación de calle, migrantes y comunidades vulnerables.
Las posadas no son solo una tradición religiosa ni un festejo navideño. Son un acto de memoria, identidad y comunidad que nació en México y conquistó al mundo. Su fuerza proviene de su capacidad para unir lo espiritual y lo cotidiano; lo indígena y lo cristiano; lo familiar y lo vecinal; lo tradicional y lo joven.
En tiempos de soledad social, violencia y fragmentación, las posadas siguen enviando un mensaje poderoso: nadie camina solo; todos somos peregrinos necesitados de comunidad.
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