Empleo digno para mujeres, vida digna para mayores

Los meses de diciembre y enero —tradicionalmente asociados con reuniones familiares, comida caliente y el reencuentro intergeneracional— suelen ocultar una de las heridas sociales más profundas de México: la soledad silenciosa de las personas mayores. En miles de hogares, abuelas y abuelos pasan las fiestas en silencio, en casas donde la mecedora reemplaza a las visitas, o en cuartos donde los mensajes de WhatsApp sustituyen a los abrazos.

El discurso público, centrado cada vez más en jóvenes y productividad, ignora que México está envejeciendo aceleradamente. Según el INEGI, en 2020 había 15.1 millones de personas de 60 años o más, cifra que crecerá a 32.4 millones en 2050. Y aunque el país presume de ser una sociedad familiar, la encuesta ENASEM 2021 advierte que el 26% de las personas mayores viven solas, mientras que un 34% reporta “sensación frecuente de abandono”.

Diciembre nos confronta con esa verdad: no hemos construido un sistema de cuidados que sostenga la dignidad humana en la vejez, uno de los principios centrales de la Doctrina Social de la Iglesia, que recuerda que “una sociedad será juzgada por la manera en que trata a sus miembros más frágiles”.

Frente a esta realidad, vale la pena mirar hacia otros países que han encontrado soluciones inteligentes, humanas y económicamente viables. Uno de ellos es Croacia.

El modelo croata que cambió vidas: el programa Zaželi (“Desea”)

Croacia, un país de apenas cuatro millones de habitantes, se encontró hace diez años con un dilema similar al mexicano: mujeres con dificultades para obtener empleo formal y personas mayores sin servicios suficientes de acompañamiento, cuidado básico y seguimiento cotidiano.

La respuesta fue innovadora: unir ambos problemas para resolverlos simultáneamente. Así nació Zaželi, cuyo nombre significa “Desea”. El programa, financiado parcialmente por fondos de la Unión Europea, tiene un objetivo simple y profundo: emplear a mujeres en situación vulnerable para brindar acompañamiento, cuidado básico y apoyo doméstico a personas mayores en riesgo de soledad o dependencia.

Desde su creación, el Ministerio de Trabajo croata ha documentado resultados contundentes:

  • Más de 22,500 mujeres contratadas formalmente.
  • Más de 128,000 personas mayores atendidas.
  • Decenas de municipios rurales integrados por primera vez a políticas de cuidado.

El impacto es doble:

  1. Las mujeres vuelven a la vida laboral, adquieren ingresos, formación y dignidad profesional.
  2. Las personas mayores mantienen autonomía, continúan viviendo en sus hogares y recuperan algo que ningún programa social puede comprar: la compañía humana.

Zaželi se convirtió en uno de los proyectos de inclusión social más exitosos del sudeste europeo. En 2023, la Comisión Europea lo reconoció como ejemplo de política de cohesión social.

Por qué funciona: la clave está en la comunidad

El éxito croata no es casual. Zaželi se basa en tres pilares que México hoy no tiene:

1. El cuidado como trabajo digno, no como “ayuda”: Las mujeres reciben capacitación profesional, contratos, prestaciones y supervisión. Como explica Ivan Vidić, analista laboral del Instituto Croata de Políticas Públicas: “Zaželi profesionalizó algo que por décadas se asumió como trabajo informal y femenino: el cuidado. Cuando el Estado lo reconoce, la comunidad mejora”.

2. Acompañamiento cotidiano que previene emergencias: Las cuidadoras visitan entre 1 y 3 veces por semana a las personas mayores. Ayudan con compras, medicamentos, limpieza ligera y conversación. Esto reduce hospitalizaciones, accidentes domésticos y deterioro emocional.

3. Construcción de vínculos humanos: Croacia entendió algo esencial: la vejez no solo necesita servicios, necesita relaciones. Las cuidadoras se convierten, muchas veces, en el único contacto regular de la persona mayor.

Un informe del Ministerio de Políticas Demográficas croata lo resume así: “Las cuidadoras no solo brindan servicio; devuelven el sentido de pertenencia a quienes creían haber sido olvidados.”

México: una vejez que duele, un sistema que no llega

Mientras Croacia humaniza el cuidado, México enfrenta una tormenta demográfica sin paraguas institucional.

No existe un Sistema Nacional de Cuidados: Aunque prometido durante años, el país sigue operando con fragmentos aislados —IMSS, DIF, organizaciones civiles— sin una coordinación real.

Las mujeres mexicanas siguen siendo las cuidadoras “por obligación”: Según el INEGI, las mujeres aportan el 72% del trabajo de cuidado no remunerado, equivalente al 22% del PIB. Estas tareas, invisibles, les impiden estudiar, trabajar o generar ingresos.

Los adultos mayores mexicanos envejecen sin acompañamiento: La encuesta ENASEM señala que:

  • 30% no recibe visitas regulares de familiares
  • 40% reporta dificultades para realizar actividades básicas
  • Más del 20% padece depresión, pero menos del 5% recibe atención emocional o psicológica

Diciembre exacerba ese abandono. María Eugenia, de 74 años, originaria de Puebla, cuenta: “Mis hijos viven lejos. En estas fechas me llaman, sí, pero aquí paso la noche sola. Uno aprende a no esperar nada… pero sí duele.” Su testimonio refleja una realidad extendida: la soledad se ha vuelto parte del envejecimiento en México.

Lo que Croacia puede enseñar a México

A partir del modelo Zaželi, surgen tres aprendizajes fundamentales para nuestro país:

1. El cuidado es una inversión, no un gasto: Croacia demostró que profesionalizar el cuidado:

  • activa la economía local,
  • reduce gastos en salud,
  • genera empleo digno,
  • previene riesgos mayores.

En México, donde más de 2.4 millones de mujeres buscan empleo, un programa similar podría transformar vidas enteras.

2. La autonomía de las personas mayores es un derecho: la dignidad humana no se pierde con la edad.
Un sistema como Zaželi permite que los adultos mayores vivan en casa, no en abandono ni en instituciones masificadas.

3. El acompañamiento humano no puede ser sustituido por transferencias económicas: Las pensiones son importantes, pero no bastan. Croacia entendió que la verdadera pobreza en la vejez es la soledad.

En la localidad croata de Bjelovar vive Đurđa, de 69 años. Tras fracturarse la cadera, pasó meses sin poder salir. A través de Zaželi recibió apoyo de Martina, una mujer de 43 años que antes llevaba dos años sin empleo. Martina cuenta: “Creí que yo venía a ayudar, pero en realidad ambas nos levantamos. Ella recuperó fuerza; yo recuperé dignidad.” Y Đurđa lo confirma: “No me siento una carga. Me siento vista.”

Este modelo de reciprocidad —una cuidadora y una persona mayor transformándose mutuamente— es exactamente lo que México necesita.

Diciembre toca fibras profundas: la familia, la memoria, el agradecimiento, los ciclos. Pero también nos obliga a preguntarnos quién falta en la mesa y por qué.

Croacia ofrece una lección valiosa: el cuidado no se improvisa, se construye con políticas, comunidad y voluntad humana. México, un país que se enorgullece de sus valores familiares, puede y debe dar el paso. Porque, como dijo el Papa Francisco, “Una sociedad que abandona a sus mayores renuncia a su propio futuro.”

Hoy, mientras millones se preparan para celebrar, es tiempo de mirar a quienes envejecen en silencio.
De dejar de romantizar la vejez. De escuchar. De acompañar. De cuidar. Porque en una nación cimentada en el amor familiar y la solidaridad, nadie debería envejecer solo.

 

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