En 2026, el salario mínimo subirá a $315.04 diarios, equivalente a $9,582.47 mensuales; y en la Zona Libre de la Frontera Norte (ZLFN) llegará a $440.87 diarios, o $13,409.80 al mes. Es un aumento histórico, parte de la recuperación del poder adquisitivo que el gobierno presume: un incremento acumulado de 154% desde 2018 y beneficio directo a 8.5 millones de trabajadores. Pero detrás de estos números hay un dato clave que no se explica explícitamente:
Más del 50% de quienes ganan salario mínimo o menos en México son jóvenes. Son millennials y centennials —18 a 35 años— quienes sostienen gran parte de la fuerza laboral del país, pero también quienes más sufren: sueldos bajos, informalidad, falta de oportunidades, trabajos sin prestaciones, altos costos de vida, estancamiento profesional. Este reportaje analiza si el aumento del salario mínimo 2026 realmente transforma sus vidas.
Jóvenes y empleo: la precariedad no es una percepción, es una estadística
Según el Observatorio Laboral y el INEGI (2024):
- 3 de cada 10 jóvenes ocupados ganan un salario mínimo o menos,
- 6 de cada 10 jóvenes trabajan en la informalidad,
- 4 de cada 10 empleos juveniles carecen de IMSS, vacaciones, antigüedad o contrato estable,
- solo 16% de los jóvenes con universidad gana más de $15,000 al mes,
- el 40% trabaja en áreas no relacionadas con su carrera.
La UNAM y el IMCO han documentado que la juventud mexicana vive una “movilidad social bloqueada”: estudiar ya no garantiza un ingreso digno ni un futuro estable. El salario mínimo 2026 ofrece un alivio, pero no modifica la estructura laboral que precariza a los jóvenes.
El aumento del salario mínimo: ¿qué tanto cambia para un joven?
Los datos oficiales muestran una mejora real. En 2026, el salario mínimo general permitirá adquirir 2.0 canastas básicas, frente a 1.8 en 2025. Y el poder adquisitivo alimentario se ha recuperado notablemente.
Pero el problema para los jóvenes no es únicamente la comida. Es todo lo demás:
a) Vivienda: Una habitación en CDMX o Monterrey cuesta entre $4,500 y $7,000. Un departamento mínimo: $9,000 a $13,000. Se piden avales, nóminas y depósitos imposibles.
b) Transporte: Entre $1,200 y $1,800 mensuales. Tiempos de traslado: 2 a 3 horas diarias.
c) Salud: La carencia de acceso a servicios de salud se duplicó entre 2018 y 2022 (CONEVAL).
d) Educación y desarrollo: Cursos, idiomas, certificaciones: costosos para alguien que gana el mínimo.
e) Ahorro: El 80% de jóvenes no puede ahorrar ni $500 al mes (ENIF). Aun con el aumento, el salario mínimo no compra proyectos de vida: casa, familia, ahorro, movilidad social, estabilidad emocional.
Una visión humanista lo resume así:“La dignidad del trabajo se completa cuando la persona puede aspirar a una vida plena y un futuro mejor.” — Laborem Exercens (San Juan Pablo II)
En la colonia Santa Martha Acatitla, CDMX, vive Joel, de 24 años. Trabaja como empacador en un supermercado, con un ingreso equivalente al salario mínimo. Cuenta: “Para mí sí sirve que suba. Pero la verdad es que nunca me rinde. El pasaje salió más caro, la comida también. Vivo con mis papás todavía, si no, no me alcanzaría.” Joel tiene estudios técnicos inconclusos y sueña con terminar la carrera. Pero explica: “La universidad cuesta. Los cursos cuestan. Si no gano más, no puedo subir.” Su historia es común en una generación cuyo principal sueño —independizarse— se aplaza cada año.
¿Por qué los jóvenes están atrapados en salarios bajos?
a) Informalidad estructural: Muchos trabajos juveniles son en: apps de reparto, ventas, comercio ambulante, call centers, servicios temporales. Son sectores con contratos débiles o inexistentes.
b) Falta de experiencia: El típico círculo vicioso: No te contrato porque no tienes experiencia,
pero no puedes tener experiencia porque no te contrato.
c) Sobrecualificación: Millennials y centennials estudian más, pero ganan menos (IMCO, 2024).
d) Empleos de baja productividad: México tiene productividad estancada desde hace más de dos décadas (OCDE). Sin productividad, los salarios mínimos suben, pero los salarios profesionales se estancan.
e) La economía gig: Muchos jóvenes dependen de apps que no garantizan estabilidad.
La desigualdad territorial: nacer en una ciudad u otra define tu salario
Los datos muestran que el salario mínimo en la ZLFN será de:
- $440.87 diarios,
- equivalente a $13,409.80 mensuales.
En ciudades como Tijuana o Juárez, muchos jóvenes perciben más que sus pares en Oaxaca o Tlaxcala. Pero el costo de vida fronterizo también es más alto:
- rentas entre $8,000 y $12,000,
- transporte más caro,
- competencia con sueldos de EE.UU.
Un joven en Tijuana gana más, pero también enfrenta más gastos. Un joven en Chiapas gana menos, pero carece de oportunidades laborales. México tiene dos juventudes, divididas por la geografía.
¿Puede el salario mínimo ayudar a romper la precariedad juvenil?
Sí, pero solo si va acompañado de políticas complementarias. El salario justo es indispensable, pero no suficiente. Francisco lo explicaba así: “El trabajo que no permite mirar el futuro con esperanza es un trabajo incompleto.” — Audiencia 2019
Para la juventud, esto significa que el salario mínimo debe combinarse con:
a) Educación relevante y accesible:. Carreras alineadas al mercado laboral, costos accesibles, becas reales.
b) Formación técnica: Certificaciones, inglés, programación, oficios modernos.
c) Apoyo a microemprendimiento: Crédito barato, incubadoras, capacitación.
d) Formalización: Incentivos fiscales para contratar jóvenes con prestaciones.
e) Movilidad social: Programas que permitan a los jóvenes subir a mejores puestos.
El punto moral: la dignidad de los jóvenes no debe esperar
Veamos a los jóvenes no solo como fuerza laboral, sino como personas con vocación, sueños, capacidades y dignidad propia. El salario mínimo 2026 ayuda, pero no responde las preguntas profundas:
- ¿Pueden los jóvenes construir un futuro?
- ¿Pueden independizarse?
- ¿Pueden formar una familia sin miedo económico?
- ¿Pueden ahorrar?
- ¿Pueden estudiar más?
- ¿Pueden ascender socialmente?
- ¿Pueden vivir con tranquilidad?
Mientras la respuesta sea “no”, la justicia social está incompleta.
El salario mínimo de 2026 —$315.04 diarios— es un avance. Pero los jóvenes viven una realidad donde:
- la informalidad domina,
- la vivienda es inaccesible,
- el transporte consume tiempo y dinero,
- los empleos carecen de prestaciones,
- la educación no garantiza movilidad.
La justicia que exige una visión humanista, no consiste en mejorar números, sino en mejorar vidas. México tiene una deuda moral con su juventud: permitirle construir futuro.
El salario mínimo 2026 es un paso, sí. Pero falta camino para que los jóvenes vivan con la dignidad y plenitud que merecen.
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