México pierde impulso: la economía se contrae y confirma un estancamiento prolongado
El diagnóstico es preciso y preocupante. El INEGI reportó que, entre julio y septiembre de 2025, el Producto Interno Bruto (PIB) de México cayó 0.3% a tasa trimestral y 0.2% anual en términos reales, según el Boletín de Indicador 627/25 publicado el 21 de noviembre de 2025.
Aunque los números parezcan pequeños, en economía las décimas cuentan historias profundas: pérdida de dinamismo, debilitamiento del motor industrial y señales de que los hogares ya sienten que el dinero rinde menos. Las cifras del INEGI muestran un país dividido por sectores:
- El campo crece (3.5% trimestral y 2.9% anual).
- Los servicios resisten (0.2% trimestral y 1.0% anual).
- La industria cae fuerte (-1.5% trimestral y -2.7% anual).
La fotografía del trimestre no es un accidente: confirma una tendencia prolongada de estancamiento, una especie de “ralentí” económico que se volvió normal desde 2019 y que limita el bienestar de millones de familias.
La caída del PIB: más que un dato, un síntoma
El PIB es más que un indicador técnico. Refleja la actividad que produce empleo, oportunidades, movilidad social, acceso a servicios y la posibilidad de tener un proyecto de vida digno. Por eso, cuando cae, afecta a todos.
El INEGI precisa que la contracción trimestral de -0.3% es parte de un ciclo descendente iniciado desde principios de 2024, visible en la gráfica de tendencia del PIB desestacionalizado incluida en el boletín.
El organismo advierte que “la economía perdió dinamismo” y que el retroceso anual de 0.2% confirma que no se trata de un movimiento circunstancial, sino persistente.
La economía debe estar al servicio de la persona humana y del bien común. Cuando el desarrollo se detiene, lo primero que resiente la sociedad es la estabilidad familiar: falta de ingresos, incertidumbre laboral y tensión emocional, especialmente en los jóvenes que buscan construir su futuro.
El sector industrial: el gran herido del trimestre
La industria mexicana es responsable de casi un tercio del PIB, genera empleos bien remunerados y forma parte estratégica de las cadenas globales. Su retroceso no es menor:
- -1.5% trimestral
- -2.7% anual
Los datos del boletín del INEGI detallan que la caída afecta especialmente a:
- Minería: -5.0% anual en el trimestre.
- Construcción: -4.7% anual.
- Manufacturas: -1.9% anual.
Miguel Ángel Durán, supervisor en una maquiladora de autopartes en Ciudad Juárez, cuenta un testimonio que resume el clima laboral: “Llevamos seis meses con producción recortada. Antes había horas extra para quien quisiera; ahora no hay ni para completar la semana. La gente está preocupada… yo también”.
Su testimonio coincide con el freno manufacturero observado en la frontera norte, donde la desaceleración de Estados Unidos y la incertidumbre regulatoria han detenido inversiones y reducido pedidos.
La región necesita recuperar competitividad y certidumbre para mantener el nearshoring. Las cadenas globales se están moviendo; México no puede quedarse atrás. La caída industrial sugiere que el país no está capitalizando plenamente esta oportunidad.
Servicios: el motor que sigue de pie, pero sin suficiente fuerza
El sector terciario —servicios— es la columna vertebral del PIB mexicano. Representa más del 60% de la economía y emplea a la mayor parte de los trabajadores. En este trimestre avanzó solo 0.2%, aunque 1.0% anual, insuficiente para compensar el desplome industrial.
El detalle del INEGI muestra contrastes notorios:
- Servicios profesionales: +8.7% anual.
- Servicios de apoyo a negocios: +10.7%.
- Salud: +5.3%.
- Comercio al por menor: +4.4%.
- Alojamiento y alimentos: -3.6%.
Es decir: sectores vinculados a trabajo especializado o tercerización avanzan, mientras actividades ligadas al turismo —particularmente hotelería y restaurantes— se hunden. Sofía Hernández, mesera en Puerto Vallarta, relata: “En octubre y noviembre siempre bajan las propinas, pero este año se sintió más fuerte. Muchos turistas preguntan precios y se van. Los sueldos no suben, pero todo lo demás sí”.
Este tipo de testimonios son un termómetro social: detrás de una tasa anual positiva de servicios, existen historias de negocios familiares al borde del cierre, créditos que no se pueden pagar o empleos que se vuelven más precarios.
El campo: resiliencia y oportunidades, aunque no alcanza para empujar al país
En contraste, las actividades primarias muestran un trimestre sólido:
- 3.5% trimestral
- 2.9% anual
El boletín del INEGI confirma que agro, ganadería, pesca y forestal siguen siendo refugio de crecimiento.
Para jóvenes rurales, esto significa empleos más estables; sin embargo, el sector es pequeño (representa menos del 3.5% del PIB). Por fuerte que crezca, no puede arrastrar al resto de la economía.
Aún así, su importancia es moral y social. El campo es fuente de cultura, identidad y comunidad, y su crecimiento es una señal de la resiliencia del México profundo.
Nueve meses con crecimiento casi nulo
El acumulado enero–septiembre arroja un crecimiento de apenas 0.4% respecto al mismo periodo de 2024.
Esto significa que la economía mexicana prácticamente no creció durante tres trimestres completos.
Los jóvenes que buscan empleo formal, los emprendedores que intentan abrir un negocio o las familias que luchan por pagar renta, combustible y alimentos viven esta realidad día a día:
- Créditos más caros.
- Menos oportunidades laborales.
- Salarios que pierden poder adquisitivo.
- Empresas que posponen contrataciones.
¿Cómo se llegó aquí? Factores estructurales y coyunturales
1. Desaceleración industrial global: El freno en manufactura refleja la debilidad de la economía de EE.UU., principal destino de nuestras exportaciones, y las tensiones comerciales globales.
2. Incertidumbre regulatoria interna: Sectores como energía, construcción o minería han frenado inversiones ante reglas cambiantes y revisiones regulatorias que no siempre son claras para los inversionistas.
3. Menor consumo interno: La inflación acumulada de años previos redujo la capacidad de compra. Aunque ha bajado, los salarios aún no recuperan plenamente su poder real.
4. Inseguridad creciente: El costo económico de la violencia en México representa más del 20% del PIB, según el Instituto para la Economía y la Paz. La incertidumbre inhibe la actividad económica y desincentiva el turismo.
5. Productividad estancada: México lleva más de una década sin aumentos significativos en productividad laboral, lo que limita el crecimiento sostenido.
Impacto directo en la vida de las personas
La caída del PIB no se siente en abstracto. Se percibe cuando:
- Una joven recién egresada recibe ofertas de empleo con salarios que no cubren ni la renta.
- Una familia recorta gastos de alimentos porque el supermercado subió precios.
- Un microempresario deja de contratar porque teme la demanda del mercado.
- Un trabajador pierde horas extras y con ellas 25% de su ingreso mensual.
El economista Jonathan Heath ha explicado que “el crecimiento económico no garantiza desarrollo, pero sin crecimiento no hay recursos para financiarlo”. Esta es la realidad del México de 2025: un país con aspiraciones de justicia social, pero sin la fuerza económica para sostenerla.
¿Qué implicaciones tiene para 2026?
- Presión sobre las finanzas públicas: menor actividad económica implica menor recaudación.
- Riesgo para el empleo formal: la industria suele marcar la pauta del mercado laboral.
- Aumento de la informalidad: cuando las empresas no contratan, la gente busca alternativas.
- Tensión social: la falta de oportunidades incrementa frustración, especialmente entre jóvenes.
- Desafíos para el gobierno entrante: deberá equilibrar inversión, disciplina fiscal y políticas sociales.
La economía debe organizarse a favor del ser humano, y no al revés. Desde esta visión, algunas rutas para salir del estancamiento incluyen:
1. Seguridad jurídica e inversión: Reglas claras, estables y transparentes atraen capital. La inversión privada es indispensable para el empleo.
2. Infraestructura estratégica: Carreteras, puertos, conectividad digital, energía limpia: son el motor del crecimiento moderno.
3. Formación y capacitación: México necesita una revolución educativa enfocada en habilidades digitales, técnicas y profesionales.
4. Impulso a emprendedores: Créditos accesibles, facilidades administrativas y combate a la informalidad.
5. Recuperación de la seguridad: Sin seguridad, no hay turismo, inversión ni tranquilidad social.
6. Respeto al Estado de Derecho: La legalidad es la base del desarrollo.
México necesita un plan común
La caída del PIB no es solo un dato: es un llamado a la acción. México tiene talento, creatividad, juventud, recursos naturales y una fuerza social incomparable. Lo que falta es unidad, estrategia y corresponsabilidad.
El testimonio de Juan Carlos, un joven de 27 años que busca empleo en Guadalajara, resume el sentir de una generación: “No quiero que me regalen nada. Sólo quiero un país donde esforzarme valga la pena”.
Esa es la meta que debe guiar a autoridades, empresas, sindicatos, universidades y sociedad civil. La economía crecerá cuando el país entero vuelva a creer en su futuro y decida construirlo desde el trabajo digno, la justicia, la solidaridad y el profundo espíritu mexicano de no rendirse jamás.
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