El Mensaje al Pueblo de Dios emitido por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) durante su CXIX Asamblea Plenaria (13 de noviembre de 2025) es uno de los documentos eclesiales más directos y firmes de los últimos años. Bajo el lema “Iglesia en México: Memoria y Profecía — Peregrinos de Esperanza hacia el Centenario de nuestros Mártires”, los obispos no solo delinean una ruta espiritual, sino una profunda reflexión moral y social ante la realidad nacional: la violencia, la corrupción, la impunidad, la desintegración familiar y la pérdida del sentido de lo sagrado.
El texto, firmado por Monseñor Ramón Castro Castro, presidente de la CEM, y Monseñor Héctor M. Pérez Villarreal, secretario general, llega en un momento de transición: tras el fallecimiento del Papa Francisco y el inicio del pontificado de León XIV, cuyo magisterio ha centrado en la unidad eclesial y la paz mundial.
Una Iglesia unida en torno a León XIV
Los obispos mexicanos asumen las palabras iniciales del nuevo pontífice: “La Iglesia es comunión o no es nada”. Esa frase, citada textualmente en el documento, marca el tono espiritual del mensaje. El Episcopado reconoce que la unidad no es un punto de partida garantizado, sino una gracia que debe cultivarse “con humildad y caridad fraterna”. Pero la comunión, advierten, no se limita a lo interno: sin comunión en la Iglesia no puede haber paz en el mundo. Ese principio cobra especial relevancia en un país donde la violencia y la desconfianza social son cotidianas.
Para la CEM, la unidad entre pastores y fieles es el primer testimonio creíble de reconciliación que México necesita. “No nos piden que seamos perfectos —dicen los obispos—, sino auténticos”.
Ruta jubilar: una esperanza con nombre y fechas
El documento introduce una propuesta de largo alcance: la Ruta Jubilar 2025–2033, un camino espiritual y social de ocho años hacia el bicentenario de la Redención. Este itinerario busca entrelazar tres conmemoraciones:
- 2025: Jubileo de la Esperanza, convocado por el Papa Francisco, que recordó que la esperanza “no es optimismo ingenuo, sino virtud que sostiene en la tribulación”.
Los obispos relanzan esa experiencia como una “Esperanza de México”, una fe activa que reconstruya desde la misericordia. - 2026: Centenario de la Resistencia Cristera.
El Episcopado hace memoria de los mártires que murieron gritando “¡Viva Cristo Rey!”, símbolo —afirman— de que ningún poder humano puede reclamar soberanía sobre la conciencia.
“El centenario no debe ser una conmemoración nostálgica, sino un examen de conciencia y un compromiso renovado”, señalan. - 2031 y 2033: Jubileo Guadalupano y bimilenario de la Redención.
La Virgen de Guadalupe es presentada como “puente de culturas y signo de libertad”, capaz de unir a un México fracturado. “Guadalupe nos enseña que la unidad no se construye anulando diferencias, sino reconociendo en cada rostro la imagen de Dios”.
El diagnóstico: la verdad que duele
En su tercera sección, la CEM realiza un diagnóstico sin eufemismos sobre el país. “No podemos ser indiferentes ante el sufrimiento de nuestro pueblo”, escriben los obispos, dejando claro que su voz no responde a intereses políticos, sino a la misión de anunciar la verdad con amor. El documento denuncia la discrepancia entre el discurso oficial y la realidad cotidiana:
“Nos dicen que la violencia ha disminuido, pero las familias que viven con miedo experimentan otra realidad. Nos dicen que se combate la corrupción, pero no se percibe voluntad de esclarecer los casos graves. Nos dicen que la economía va bien, pero muchas familias no pueden llenar su canasta básica”.
Más allá de la retórica, el mensaje apunta a la impunidad, la concentración del poder político y la debilidad institucional, al afirmar que se ha comprometido la participación ciudadana “para concentrar el poder arbitrariamente”.
Violencia, migración y exclusión
Los obispos reconocen que “el crimen organizado ha extendido sus tentáculos” a lo largo del país y que el Estado ha cedido el control de algunos territorios. Mencionan a sacerdotes y agentes de pastoral asesinados, y recuerdan que “el rostro del migrante es el rostro de Cristo crucificado hoy”.
Denuncian la extorsión que sufren campesinos, transportistas y empresarios, y la tragedia de los jóvenes “secuestrados por campos de corrupción o exterminio”.
Un testimonio recogido por el padre José Luis Aguilar, en Ciudad Obregón, da rostro a esta realidad: “La gente ya no pide milagros, pide que sus hijos vuelvan vivos”.
Esa frase podría resumir la urgencia moral que los obispos intentan colocar en el centro del debate nacional.
La familia, corazón herido de México
El mensaje dedica una sección clave a la crisis familiar: “Una sociedad que no protege a la familia se desprotege a sí misma.”
Los prelados denuncian la desestructuración familiar y una educación pública sin diálogo con los padres, donde —afirman— se promueven ideologías que “relativizan la complementariedad hombre-mujer” y “diluyen la identidad sexual”. El documento defiende el derecho de los padres a participar en la educación de sus hijos y cuestiona las políticas que “pretenden que el Estado sabe mejor que ellos lo que sus hijos deben aprender”.
El Episcopado llama a reconstruir una pastoral familiar integral, que acompañe a las parejas más allá del matrimonio y ofrezca herramientas para resistir la fragmentación social.
Esperanza activa
A pesar del tono severo, el mensaje cierra con una mirada luminosa: “La esperanza cristiana no consiste en cerrar los ojos ante el mal, sino en mantenerlos abiertos reconociendo que Cristo ha vencido al mal con el bien.”
Los obispos invitan a unirse a todos los que “verdaderamente amen a México”, sin importar partido, ideología o credo, y confían el futuro del país a Cristo Rey y a Santa María de Guadalupe, a quien llaman “Madre del verdadero Dios por quien se vive”.
Este documento no es solo una exhortación pastoral; es una radiografía moral del México contemporáneo, que recuerda a creyentes y no creyentes que el país no se salvará desde la indiferencia ni desde el poder, sino desde la unidad, la verdad y la esperanza activa.
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