“En mi empresa los valores están en todas las paredes, pero nadie los toma en serio”, cuenta Pablo, 30 años, ingeniero en una firma de construcción. “La gente se guía más por lo que ve que por lo que lee. Y lo que ve es que al que hace trampa, si vende, lo protegen”.
El reto central para muchas organizaciones mexicanas no es redactar valores, sino convertirlos en prácticas, incentivos y métricas. La pregunta clave de cierre de esta serie es: ¿qué hace que algunas empresas logren una cultura ética robusta, mientras otras se quedan en el discurso?
El liderazgo: “tono desde la cima” y coherencia cotidiana
La investigación sobre liderazgo ético coincide en un punto: la cultura de una empresa refleja, tarde o temprano, lo que la alta dirección tolera o castiga. Estudios recientes muestran que organizaciones reconocidas por su liderazgo ético tienen menor rotación, mayor engagement y mejor desempeño financiero sostenido.
Claves prácticas:
- Coherencia: no se puede exigir honestidad si se premia a quien “arregla” cifras.
- Ejemplo visible: directivos que se disculpan cuando se equivocan, que respetan horarios y tratos.
- Decisiones difíciles: separar a un alto performer que viola el código de ética envía el mensaje correcto a toda la organización.
Desde la DSI, esto es simplemente vivir la recta conciencia y la responsabilidad social del empresario: la empresa no es solo máquina de utilidades, es comunidad de personas.
Medir la integridad: del “me cae bien” a herramientas formales
No se puede gestionar lo que no se mide. En los últimos años se han desarrollado diversas herramientas para evaluar la integridad en procesos de selección, desarrollo y liderazgo:
- Pruebas de integridad: cuestionarios que presentan dilemas y miden propensión a conductas contraproducentes; meta-análisis han mostrado que son buenos predictores de comportamientos poco éticos
- Evaluaciones situacionales: simulaciones donde se observa la respuesta ética ante escenarios complejos.
- Mediciones de clima ético: encuestas internas para evaluar percepción de justicia, confianza y coherencia.
- Feedback 360°: incluir el componente ético en las evaluaciones de desempeño.
El objetivo no es “juzgar almas”, sino reducir riesgos y fortalecer comportamientos deseados. Un joven que ve que la empresa toma en serio estos criterios entiende que ahí la integridad no es un accesorio, es un requisito.
Una empresa mexicana de servicios digitales decidió replantear su programa de ética. “Lo que teníamos era un curso obligatorio en línea que todos odiaban y nadie recordaba”, reconoce Laura, responsable de cumplimiento. “Queríamos pasar de ‘checklist’ a cultura viva”.
Su estrategia incluyó:
- Formación por historias: en lugar de solo normas, se compartieron casos reales de dilemas, éxitos y fracasos internos.
- Foros abiertos: espacios trimestrales para que cualquier colaborador planteara dudas éticas sin miedo.
- Reconocimiento visible: cada semestre se premia públicamente a personas que encarnan los valores, con historias concretas.
“Notamos el cambio cuando la gente empezó a usar el lenguaje de los valores en las juntas”, cuenta Laura. “Y cuando vimos que los mismos equipos cuestionaban decisiones que no les parecían coherentes”.
Ética y el futuro de la empresa mexicana
La investigación sobre ética y desempeño financiero sigue creciendo, con estudios que correlacionan una “identidad ética corporativa” robusta con mejores resultados en el largo plazo.
Para México, este camino puede inspirarse en el humanismo:
- Dignidad de la persona: salarios justos, trato humano, equilibrio trabajo-familia.
- Bien común: decisiones que consideren comunidad, medio ambiente, proveedores y clientes.
- Solidaridad y subsidiariedad: apoyo a los más débiles, sin ahogar la iniciativa; participación real de los colaboradores.
Una empresa que integra estos principios en su estrategia, procesos y gobierno corporativo no solo “se porta bien”: se vuelve más resiliente, más confiable y más atractiva para jóvenes que quieren trabajar y emprender sin traicionar su conciencia.
La ética como proyecto de largo plazo
Cerrar esta serie implica subrayar una certeza:
- La ética empresarial sí impacta productividad, colaboración, retención y riesgos financieros.
- Ese impacto es medible y está respaldado por datos, no solo por discursos.
- Convertir la ética en cultura viva exige liderazgo coherente, sistemas de medición, formación continua y reconocimiento explícito.
Para los lectores jóvenes —emprendedores, profesionistas, futuros directivos— el mensaje es claro:
La empresa del futuro no será la que más prometa, sino la que más cumpla: con la verdad, con la ley y con la dignidad de cada persona.
Ésa es la verdadera “ventaja injusta” que México puede aportar al mundo: organizaciones que demuestren que sí es posible competir globalmente sin dejar a nadie atrás y sin traicionar la conciencia.
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