La epidemia de la diabetes

Cada 14 de noviembre el mundo se viste de azul para recordar algo incómodo, pero urgente: la diabetes no es un problema del futuro, es una realidad del presente. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que el número de personas que viven con diabetes pasó de 200 millones en 1990 a 830 millones en 2022; la carga ha crecido más rápido en países de ingresos bajos y medios, como México. 

La Federación Internacional de Diabetes (IDF, por sus siglas en inglés) resume el panorama con una frase brutal: 1 de cada 10 adultos en el mundo vive con diabetes, unos 537 millones de personas. 

En México, los datos son igual de contundentes. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut 2022) estima que la prevalencia total de diabetes (diagnosticada y no diagnosticada) en adultos de 20 años o más es de 18.3%, alrededor de 14.6 millones de personas. Eso significa que, en un salón de 10 adultos mexicanos, casi dos viven con diabetes… y varios ni siquiera lo saben.

En este contexto, el Día Mundial de la Diabetes —impulsado por la IDF y reconocido por la ONU— busca algo más que un hashtag: pretende poner en el centro la prevención, el diagnóstico oportuno, el tratamiento digno y el bienestar integral de quienes viven con esta enfermedad. 

La pregunta clave, especialmente para los jóvenes: ¿qué podemos hacer, como personas y como país, para prevenir la diabetes y mejorar la vida de quienes ya viven con ella, desde los valores de la dignidad humana, la solidaridad y el bien común?

¿Qué es la diabetes y cómo afecta al cuerpo?

La diabetes es una enfermedad crónica en la que el cuerpo no produce suficiente insulina o no la utiliza correctamente. La insulina es la hormona que permite que la glucosa (el azúcar de la sangre) entre a las células para producir energía. Cuando falla este sistema, la glucosa se acumula en el torrente sanguíneo y, con el tiempo, daña distintos órganos. 

Los principales tipos son:

  • Diabetes tipo 1  Es una enfermedad autoinmune: el sistema inmunológico destruye las células beta del páncreas que producen insulina. Suele diagnosticarse en la infancia o juventud, pero puede aparecer a cualquier edad. Las personas con tipo 1 necesitan insulina de por vida.
  • Diabetes tipo 2 Es la forma más frecuente. El cuerpo no usa bien la insulina (resistencia a la insulina) y, con el tiempo, el páncreas no logra producir suficiente. Está relacionada con sobrepeso, obesidad, sedentarismo y factores genéticos, aunque también influyen el nivel socioeconómico y el entorno alimentario.
  • Diabetes gestacional Aparece durante el embarazo en mujeres que no tenían diabetes previamente. Aumenta el riesgo de complicaciones en la madre y el bebé, y eleva la probabilidad de que la mujer desarrolle diabetes tipo 2 más adelante. 

El exceso crónico de glucosa deteriora vasos sanguíneos y nervios. De ahí que la diabetes esté detrás de muchos casos de infarto, accidentes cerebrovasculares, enfermedad renal crónica, ceguera, neuropatías y amputaciones de miembros inferiores. 

El cuidado del cuerpo —como don de Dios— y la defensa del derecho a la salud de los más vulnerables no son lujos, sino exigencias del bien común. Una sociedad que normaliza niveles epidémicos de diabetes y obesidad, especialmente entre los pobres, está fallando en su responsabilidad de proteger la vida y la dignidad de las personas.

La epidemia en cifras: el caso de México

A escala global, la IDF advierte que la diabetes seguirá aumentando si no se cambian los estilos de vida y las políticas públicas actuales. 

En México, la situación es todavía más delicada:

  • La Ensanut 2022 reporta 18.3% de prevalencia total de diabetes (diagnosticada 12.6% y no diagnosticada 5.8%) en adultos. 
  • Esto equivale a unos 14–15 millones de personas viviendo con la enfermedad. 
  • Además, alrededor de 22.1% de los adultos tiene prediabetes, es decir, niveles de glucosa elevados, pero aún por debajo del umbral para diagnosticar diabetes. 
  • La IDF estima que en 2021 la prevalencia de diabetes en México rondaba el 17% entre adultos de 20 a 79 años y proyecta que podría superar los 21 millones de personas para 2045

A esto se suma una crisis de obesidad infantil: México se ubica entre los países con mayores tasas del mundo. Un reportaje reciente señala que 37% de los niños de primaria y 40% de los adolescentes tienen sobrepeso u obesidad, y que el gobierno ha lanzado una jornada nacional para medir y revisar la salud de 12 millones de escolares, prohibiendo venta de “chatarra” y refrescos en escuelas. 

Hablar de diabetes en México, entonces, es hablar de desigualdad, de entornos obesogénicos (colonias sin espacios seguros para hacer ejercicio, escuelas rodeadas de comida ultraprocesada barata) y de sistemas de salud que llegan tarde o no llegan.

Factores de riesgo: lo que sí podemos cambiar… y lo que no

Factores modificables

  1. Sobrepeso y obesidad
    El exceso de grasa abdominal aumenta la resistencia a la insulina y es el principal factor de riesgo para la diabetes tipo 2. 
  2. Sedentarismo
    La OMS recomienda al menos 150 minutos de actividad física moderada a la semana para adultos. Moverse poco reduce la capacidad del cuerpo para usar la glucosa de manera eficiente. 
  3. Dieta poco saludable
    Un consumo alto de bebidas azucaradas, comida ultraprocesada, grasas saturadas y sal aumenta el riesgo de diabetes y de otras enfermedades crónicas. 
  4. Tabaquismo
    Fumar se asocia con mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 y agrava las complicaciones cardiovasculares. 

Factores no modificables

  • Edad: el riesgo aumenta después de los 40 años, aunque cada vez se ven más casos en jóvenes por la obesidad temprana. 
  • Antecedentes familiares: tener padre, madre o hermanos con diabetes eleva el riesgo.
  • Origen étnico y condiciones sociales: grupos con mayor pobreza, menor acceso a alimentos frescos y servicios de salud suelen tener más riesgo. 
  • Diabetes gestacional previa: haber tenido diabetes en el embarazo aumenta el riesgo de desarrollar tipo 2 años después. 

La responsabilidad personal importa, pero no puede exigirse lo mismo a quien vive en un entorno donde es más fácil conseguir un refresco que agua potable o frutas frescas. La prevención no es sólo asunto de voluntad individual; requiere políticas justas.

Síntomas y complicaciones: cuando el cuerpo empieza a hablar

Muchos casos de diabetes tipo 2 avanzan sin síntomas durante años. Por eso la detección temprana es clave. Entre los signos más frecuentes se encuentran: 

  • sed excesiva,
  • aumento de la frecuencia urinaria,
  • hambre constante,
  • pérdida de peso inexplicable,
  • fatiga,
  • visión borrosa,
  • heridas que tardan en cicatrizar,
  • infecciones frecuentes (piel, encías, vías urinarias).

Cuando la glucosa se mantiene alta de forma crónica y no se controla, aparecen complicaciones graves:

  • Enfermedad cardiovascular (infarto, angina, embolias cerebrales),
  • Nefropatía diabética (daño renal que puede llevar a diálisis),
  • Retinopatía diabética (daño a la retina, riesgo de ceguera),
  • Neuropatía diabética (dolor, hormigueo, pérdida de sensibilidad en manos y pies),
  • Pie diabético (úlceras, infecciones, amputaciones). 

Más allá de los números, hay un sufrimiento cotidiano: personas que pierden la vista en edad productiva, abuelos en hemodiálisis, familias que gastan buena parte de su ingreso en medicamentos y traslados, niños que se quedan sin uno de sus cuidadores.

La Federación Mexicana de Diabetes ha recogido durante años las voces de pacientes de todo el país. En uno de sus talleres, una mujer con diabetes tipo 2 resumió su proceso así: cuando recibió el diagnóstico sintió coraje e impotencia, se preguntó “¿por qué a mí?”, pero luego decidió cambiar: comenzó a hacer ejercicio, mejorar su alimentación y tomar sus medicamentos, y hoy afirma que se siente mejor que antes. 

Otra historia es la de Sabrina Sosa, mexicana diagnosticada con diabetes tipo 1 a los 8 años, que más tarde estudió nutrición y se formó como educadora en diabetes. Hoy utiliza su experiencia para acompañar a otros pacientes y participa como vocera en espacios de educación y divulgación. 

Ambas historias muestran algo esencial para jóvenes y adultos: la diabetes cambia la vida, sí, pero no la cancela. Con información, acompañamiento y acceso a tratamiento, es posible estudiar, trabajar, hacer deporte, formar una familia y vivir con dignidad.

Prevención: decisiones personales y cambios de sistema

La OPS y la OMS insisten en que la mayoría de los casos de diabetes tipo 2 pueden prevenirse o retrasarse con cambios en el estilo de vida. 

Claves de un estilo de vida protector

  • Alimentación equilibrada
    Más frutas, verduras, leguminosas, cereales integrales y agua simple; menos refrescos, jugos industrializados, comida rápida, frituras y postres ultraprocesados.
  • Actividad física regular
    Caminar, bailar, andar en bici o practicar deporte al menos 150 minutos semanales. No se trata de “verse fit”, sino de ayudar al cuerpo a usar mejor la glucosa.
  • Peso saludable
    Perder entre 5 y 7% del peso corporal ya reduce significativamente el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 en personas con prediabetes. 
  • No fumar
    El tabaco aumenta el riesgo de complicaciones cardiovasculares y multiplica el daño. 

Detección oportuna y programas públicos

Las guías internacionales recomiendan hacer pruebas de glucosa en ayuno, curva de tolerancia a la glucosa o hemoglobina glucosilada (HbA1c) a personas con factores de riesgo, incluso antes de que aparezcan síntomas. 

En México, la Norma Oficial Mexicana NOM-015-SSA2-2010, vigente desde 2010, establece los criterios para la prevención, tratamiento y control de la diabetes mellitus y es obligatoria para todas las instituciones del Sistema Nacional de Salud. 

Más recientemente, se han impulsado acciones como la revisión de millones de escolares para detectar obesidad y problemas de salud, prohibiendo la venta de comida chatarra y refrescos en escuelas públicas, con el objetivo explícito de prevenir obesidad y diabetes en la niñez. 

Estas políticas van en la línea del bien común y la protección de los más pequeños, pero sólo serán eficaces si se acompañan de educación, participación de las familias y corresponsabilidad de la industria alimentaria.

Vivir con diabetes: tratamiento, cuidado integral y bienestar emocional

Controlar la diabetes no es sólo “tomar pastillas” o “ponerse insulina”. Es un proceso integral que exige educación, apoyo psicológico, acompañamiento espiritual y redes de solidaridad.

Automonitoreo y medicamentos Las personas con diabetes necesitan revisar con frecuencia sus niveles de glucosa, ya sea con glucómetros tradicionales o con sensores de monitoreo continuo, siguiendo indicaciones de su equipo de salud. 

El tratamiento puede incluir:

  • Metformina,
  • otros antidiabéticos orales,
  • medicamentos más nuevos (inhibidores de DPP-4, SGLT-2, análogos de GLP-1),
  • insulina en distintas combinaciones. 

El esquema se individualiza; por eso es clave no automedicarse y respetar las indicaciones médicas.

Cuidado de pies, ojos, riñones y corazón La NOM-015 y las guías internacionales recomiendan chequeos periódicos de pies, ojos, presión arterial, función renal y colesterol para prevenir complicaciones o detectarlas a tiempo. 

  • Revisar los pies a diario,
  • usar calzado cómodo y amplio,
  • acudir de inmediato si aparecen heridas.

Salud mental y “angustia diabética” La IDF recuerda que más de 1 de cada 3 personas con diabetes sufre angustia relacionada con su enfermedad, y que casi 2 de cada 3 viven con miedo a las complicaciones. 

Ignorar esta dimensión es injusto. Desde la DSI, la atención integral implica también acompañar el dolor emocional, evitar estigmas y crear comunidades que sostengan a quien vive con una enfermedad crónica

Recursos y redes de apoyo en México

En el país existe una red de organizaciones civiles y profesionales de salud que trabajan para acompañar a quienes viven con diabetes:

  • Federación Mexicana de Diabetes, A.C. (FMD): referente nacional en educación diabetológica, promoción de estilos de vida saludables e incidencia en políticas públicas. 
  • Asociación Mexicana de Diabetes (AMD): ofrece educación, cursos y acompañamiento para personas con diabetes y sus familias, con más de 35 años de trabajo. 
  • Centros de salud, IMSS, ISSSTE y hospitales estatales que aplican la NOM-015 y brindan consultas de medicina familiar, nutrición y educación en diabetes. 

La solidaridad —valor profundamente mexicano— se concreta cuando las familias se organizan para cuidar al paciente, cuando las parroquias ofrecen grupos de apoyo, cuando las escuelas se informan para incluir a niñas y niños con diabetes tipo 1.

Elegir la vida, cuidar el cuerpo, tejer comunidad

La diabetes es seria, pero no es una condena inevitable. Los datos globales y nacionales muestran una epidemia ligada a la pobreza, a la comida ultraprocesada y al sedentarismo, pero también evidencian el potencial de la prevención y del diagnóstico oportuno para cambiar historias de vida. 

El Día Mundial de la Diabetes es un llamado a:

  • Defender el derecho a la salud, especialmente de los más pobres.
  • Promover políticas públicas que regulen la industria, protejan a la infancia y garanticen acceso a tratamiento.
  • Fomentar estilos de vida saludables en familia, sin culpas ni estigmas, sino con información y acompañamiento.
  • Construir comunidades —escuelas, empresas, parroquias— donde vivir con diabetes no signifique exclusión, sino una oportunidad para practicar la solidaridad.

Porque al final, prevenir la diabetes y acompañar a quienes la viven no es sólo un tema médico: es una decisión ética, social y espiritual. Es decirle “sí” a la vida, a la dignidad de cada persona y al futuro de México.

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