Un mundo más rico… pero igual de pobre

A pesar de los compromisos internacionales y los años de políticas sociales, el fin de la pobreza sigue siendo una meta lejana. Los nuevos informes del Banco Mundial confirman que la desigualdad y la falta de oportunidades mantienen estancado el progreso. 

En México, millones continúan sin acceso a seguridad social, salud o educación, mientras los avances logrados tras la pandemia parecen insuficientes para revertir un problema que podría tardar más de un siglo en desaparecer.

Un mundo aún lejos de la prosperidad

El reciente informe del Banco Mundial revela un panorama alarmante: alrededor de 700 millones de personas viven actualmente en pobreza extrema, es decir, sobreviven con menos de 2,5 dólares diarios.

Lejos de cumplirse el objetivo de erradicarla para 2030, la institución advierte que esta meta — planteada dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) — está fuera de alcance.

Las proyecciones estiman que el 7,3 % de la población mundial, equivalente a 622 millones de personas, seguirá en condiciones de pobreza extrema para finales de la década. Además, cerca de 3.500 millones de personas (44 % del total mundial) permanecen en situación de pobreza, especialmente en países de ingresos medios y medios-altos, donde el promedio de subsistencia se calcula en 6,85 dólares por día.

El Banco Mundial atribuye este estancamiento a los efectos prolongados de la pandemia de COVID-19, la desaceleración económica y las desigualdades persistentes. Según el organismo, la pandemia dejó secuelas “devastadoras”, incrementando las tasas de pobreza en naciones con menos recursos, donde las cifras actuales aún superan los niveles previos a la crisis sanitaria.

La desigualdad económica continúa siendo otro factor estructural. El informe advierte que una quinta parte de la población mundial vive en países con altos niveles de inequidad, concentrados principalmente en África subsahariana y América Latina. En esta última región, el 86,9 % de los países presenta alta desigualdad, mientras que solo el 13 % se encuentra en niveles moderados.

El Banco Mundial concluye que, al ritmo de crecimiento actual, un país de ingresos medios-altos necesitaría hasta 100 años para cerrar la brecha de prosperidad. En palabras de Axel van Trotsenburg, director gerente sénior del organismo, “tras décadas de avances, el mundo enfrenta graves retrocesos en la lucha contra la pobreza, impulsados por un crecimiento lento, altos niveles de deuda, conflictos y crisis climáticas”.

México: la reducción avanza, pero el rezago persiste

En México, las cifras muestran un panorama mixto. Aunque la pobreza disminuyó ligeramente en los últimos años, las brechas estructurales y laborales continúan limitando los avances sostenibles.

Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), tres de cada diez mexicanos viven en situación de pobreza, lo que equivale a 38,5 millones de personas.

Entre ellas, 7 millones se encuentran en pobreza extrema, una reducción de 2,1 millones respecto a 2022. En términos generales, la pobreza moderada se redujo un 10,7 % durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador (2018–2024), aunque la extrema solo cayó 1,7 %. A pesar de las mejoras, el 35,5 % de la población aún vive con ingresos inferiores a la línea de pobreza.

La pobreza laboral, que mide la proporción de personas cuyo ingreso no cubre el costo de la canasta básica, aumentó 1.2 puntos porcentuales en el segundo trimestre de 2025, alcanzando al 35,1 % de la población. Esta alza se relaciona con la caída del ingreso laboral y el incremento del empleo informal, que pasó del 54,5 % al 54,8 % en el último año.

Las ciudades más afectadas son Cuernavaca (43,7 %), Tapachula (43,1 %) y Tlaxcala (37,5 %), mientras que Ciudad Juárez (12,1 %) y Cancún (13,0 %) registran los índices más bajos.

El informe del Inegi también evidencia que la falta de acceso a la seguridad social sigue siendo la principal carencia, afectando al 48,2 % de la población, seguida del acceso limitado a servicios de salud (34,2 %) y el rezago educativo (18,6 %). Se estima que uno de cada diez mexicanos vive con ingresos mensuales inferiores a 1.856 pesos en zonas rurales o 2.453 pesos en zonas urbanas.

Sin embargo, las transferencias sociales implementadas en los últimos años — como las becas educativas y la pensión del Bienestar — han sido determinantes para contener un deterioro mayor. De no existir dichos programas, la pobreza habría aumentado del 29,6 % al 32,8 %, según los cálculos del Inegi.

Aun así, las proyecciones a largo plazo son preocupantes: erradicar la pobreza en México tomaría 57 años, y en comunidades indígenas o estados como Chiapas, Guerrero y Campeche, el proceso podría extenderse más de 150 años.

Rezagos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), impulsados por la ONU, plantean erradicar la pobreza y promover el bienestar global antes de 2030. Sin embargo, el avance en México — como en gran parte de América Latina — muestra claros signos de desaceleración.

De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), solo el 25 % de las metas de los ODS tiene posibilidades reales de cumplirse en la región. El 48 % avanza, aunque no con la rapidez necesaria, y el 27 % presenta retrocesos, particularmente en los ámbitos de desigualdad, educación y sostenibilidad ambiental.

En México, el índice general de cumplimiento de los ODS es del 69,7 %, según la ONU y la Secretaría de Economía (2023). Los mayores avances se registran en Educación y Bienestar, Agua Limpia y Saneamiento, y Ciudades Sostenibles; mientras que los más rezagados son Industria e Innovación, Educación de Calidad y Vida de Ecosistemas Terrestres.

El reporte subraya que la pobreza va más allá del ingreso económico, pues también incluye la exclusión social, la discriminación, la falta de acceso a servicios básicos y la vulnerabilidad ante decisiones públicas.

Los organismos internacionales coinciden en que el crecimiento económico debe ser inclusivo, con políticas que fomenten empleos formales y sostenibles, a fin de reducir las desigualdades estructurales que mantienen a millones en la precariedad.

El futuro de la pobreza en México: una carrera contra el tiempo

Las proyecciones sobre la erradicación de la pobreza en México plantean un panorama de largo plazo y complejidad estructural. Según estimaciones derivadas del ritmo de reducción entre 2016 y 2024, el país necesitaría alrededor de 57 años para eliminar la pobreza a nivel nacional. 

Sin embargo, entre los grupos más vulnerables, como la población indígena o los estados del sur — Chiapas, Guerrero y Campeche — el proceso podría extenderse por más de un siglo y medio.

La persistencia de las brechas sociales refleja no solo una desaceleración económica, sino también un problema de desigualdad estructural y falta de acceso a derechos básicos. Casi la mitad de la población mexicana carece de seguridad social, y más de un tercio no cuenta con servicios de salud. Estas carencias, sumadas al rezago educativo y al predominio del empleo informal, limitan la capacidad de las familias para mejorar su calidad de vida.

Ante este escenario, especialistas y organismos internacionales coinciden en que México enfrenta el desafío de transformar su crecimiento económico en uno inclusivo. El Banco Mundial subraya la necesidad de generar políticas sostenibles que fomenten empleos formales y garanticen una mejor distribución del ingreso. La inversión productiva, la diversificación económica y la capacitación laboral son algunos de los caminos señalados para reducir las brechas entre regiones y sectores.

Asimismo, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) continúan siendo un marco central para medir el avance social. Aunque México presenta un cumplimiento promedio del 69,7%, el reto radica en mantener el impulso y fortalecer los sectores más rezagados, como la innovación, la educación y la sostenibilidad ambiental. La cooperación entre gobierno, iniciativa privada y sociedad civil será determinante para acelerar el progreso.

De no implementarse acciones estructurales de largo plazo, México corre el riesgo de perpetuar un círculo de pobreza y desigualdad que podría extenderse durante generaciones. En cambio, una estrategia nacional que combine inversión social, educación de calidad, formalización del empleo y acceso equitativo a servicios básicos podría acortar significativamente los plazos hacia un país más justo y sostenible.

¿Qué sigue para México?

Las cifras retratan una realidad que exige más que programas asistenciales o metas de corto plazo. México enfrenta el reto de construir una economía verdaderamente inclusiva, donde el crecimiento se traduzca en bienestar y no solo en indicadores macroeconómicos. 

Sin políticas que prioricen el empleo formal, la educación equitativa y la sostenibilidad, la pobreza seguirá siendo una constante generacional. La reducción sostenida de la desigualdad dependerá de la capacidad del país para convertir la inversión y la innovación en motores de desarrollo humano y justicia social.

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