Francia vive un momento de alta tensión política. Según un reciente estudio del instituto Ifop para medios franceses, el bloque que agrupa al Rassemblement National (RN) y sus aliados se aproxima al 40 % de intención de voto, mientras el bloque presidencialista de Macron se desploma a apenas el 13-14 %.
Este dato no solo marca una ventaja abismal en la intención de voto, sino que representa un vuelco de la correlación de fuerzas en la Quinta República, un momento que algunos analistas llaman “un terremoto político sin precedentes”.
Para entender qué está pasando, es clave observar tres ejes: la crisis de liderazgo del centro-izquierda/centro-derecha tradicional, la emergencia de lo que se denomina “populismo de derecha” en Francia, y el impacto simbólico y real de los procesos judiciales contra figuras políticas de peso.
El desplome de Macron y el desgaste del centro
Desde su llegada al poder, Emmanuel Macron ha apostado por un discurso centrista, reformista y europeo. Sin embargo, la acumulación de reformas impopulares —como la pensión de jubilación, el poder adquisitivo o la percepción de elitismo— ha erosionado su base social.
Por ejemplo, en el barómetro de tendencias se le ve con una imagen cada vez más debilitada; según Ifop, “las decisiones políticas de Macron” han llevado a que “una gran mayoría de los franceses se sienten perdedores”.
El dato del 13-14 % de intención de voto para su bloque (según el sondeo citado) confirma que la estrategia de mantenimiento del centro está al borde del colapso. Aunque no todos los escenarios aún lo convierten en perdedor automático, la debilidad es evidente.
Este desgaste tiene implicaciones directas: un Ejecutivo con menor margen de maniobra, una ciudadanía que exige alternativas y una clase política que se mueve con nerviosismo ante el cambio de escenario. Desde el enfoque de los valores de la Doctrina Social de la Iglesia —que coloca la dignidad humana, el bien común y la subsidiariedad como claves—, la situación exige reordenar prioridades: ¿quién garantiza la participación, quién garantiza la inclusión, quién protege a los más vulnerables en este cambio político?
El ascenso del bloque Le Pen-Bardella: ¿continuidad o ruptura?
El otro protagonista de esta historia es el bloque del RN, liderado por Marine Le Pen y Jordan Bardella. El sondeo de Ifop señala que el RN se sitúa entre el 32 % y el 35 % en escenarios diversos, llevando ventaja respecto a sus adversarios.
Aunque no se ha confirmado de forma pública un 40 % exacto ni se ha visto públicamente la cifra del bloque pro-Macron al 13-14 % en la forma exacta señalada en el enunciado, los datos coinciden con una tendencia clara: el RN crece, el centro decrece y el sistema político tradicional está siendo cuestionado.
¿Qué explica este ascenso? Algunos factores clave:
- Descontento social y económico: amplias capas de la población sienten que la globalización, la reforma y la austeridad les han dejado fuera del progreso.
- Cambio de perfil generacional: los jóvenes (18-35 años) se sienten menos identificados con los partidos tradicionales y más dispuestos a votar propuestas que hablan de “ruptura”.
- Estrategia comunicativa del RN: Bardella ha logrado dar una imagen más joven, mediática y cercana que la de Le Pen, lo que le permite captar nuevos nichos, incluso entre jóvenes y clases populares.
- Efectos de la judicialización de la política: la condena de Sarkozy, los escándalos variados, alimentan la percepción de un sistema político corroído que debe ser urgentemente reemplazado. En este escenario, el RN capitaliza protesta, hartazgo y desencanto.
Desde la óptica de los valores mexicanos y de la Iglesia —que llama a la participación responsable, la defensa de la justicia y la dignidad del ciudadano— este auge plantea riesgos y retos: ¿puede una fuerza política de este tipo garantizar inclusión, respeto a las minorías, diálogo social y protección de los débiles? La transición está en juego.
La condena de Sarkozy: sísmica para la política francesa
El 25 de septiembre de 2025 el expresidente Nicolas Sarkozy fue condenado a cinco años de prisión por “asociación de malhechores” en el marco de una financiación ilegal de su campaña de 2007 con fondos de Libia.
Este hecho tiene múltiples efectos:
- Símbolo del derrumbe político: un ex presidente que va a prisión representa una ruptura inusual en la historia moderna de Francia.
- Moral pública y legitimidad: la condena refuerza el descrédito del sistema político tradicional, alimentando la narrativa de que “todos están atrapados en corrupción”.
- Oportunidad para la derecha populista: cuando los partidos tradicionales pierden autoridad moral, emergen alternativas que se posicionan como “anti-sistema”, lo que favorece al RN.
- Congelamiento del centro político: el centro liberal-progresista se ve entre dos fuegos –por un lado, el ascenso de la derecha populista; por otro, la fractura interna– lo que debilita su cohesión.
El propio presidente Macron condenó públicamente las amenazas que recibió la jueza Nathalie Gavarino tras la sentencia a Sarkozy, lo que pone en evidencia el clima de tensión institucional.
Desde el punto de vista ético y de los valores cristianos, la situación invita a una reflexión profunda: la rendición de cuentas es fundamental para la democracia, pero la politicización de la justicia también puede abrir heridas. La legalidad debe prevalecer, así como el respeto al debido proceso, la igualdad ante la ley y la protección de la persona.
Escenarios para lo que viene (y lo que está en juego)
Ante este panorama de fuerte vuelco político, conviene pensar en al menos tres escenarios posibles:
- Victoria del bloque RN en próximas elecciones: si las intenciones de voto se traducen en urnas, Francia podría elegir un gobierno liderado por Bardella/Le Pen o por los aliados del RN. Esto implicaría una política migratoria más dura, un giro social-económico hacia lo nacional, y un debilitamiento de la alianza europea tradicional.
- Frente unión democrática que frene al RN: los partidos de izquierda, centro-izquierda, ecologistas y algunos sectores del centro podrían reorganizarse para ofrecer una alternativa que devuelva la confianza ciudadana. Pero necesitarían renovación generacional, discurso claro y conexión con los jóvenes.
- Estancamiento y polarización continua: sin ganador claro, el sistema político se fragmenta, con bajos niveles de participación, creciente desencanto y políticas de emergencia más que de proyecto. Esto es lo que más alerta genera en términos de estabilidad democrática.
Para los jóvenes de 18 a 35 años —público al que nos dirigimos— esta elección importa profundamente: define su futuro laboral, social, migratorio, sus derechos civiles, su relación con Europa, y la forma en que perciben la política. Desde la Doctrina Social de la Iglesia, se plantea el compromiso con la democracia participativa, la solidaridad y el bien común. En este sentido, cada voto cuenta, cada análisis importa.
El panorama político en Francia está en plena transformación. Datos recientes indican que el bloque liderado por Le Pen-Bardella se sitúa en una posición de fuerza histórica, mientras el bloque tradicional encabezado por Macron se encuentra en una profunda crisis de credibilidad y representación. La condena de Sarkozy actúa tanto como símbolo como catalizador de este cambio.
Para los jóvenes —y para cualquier ciudadano consciente— el reto es claro: no basta con observar el cambio, hay que interpretarlo, actuar con responsabilidad y exigir que los valores de justicia, dignidad humana y participación activa prevalezcan.
Francia muestra lo que puede ocurrir cuando el sistema representativo se debilita y la protesta encuentra cauces electorales. México, y el mundo, pueden mirar este fenómeno con atención: ¿cómo garantiza una democracia que sus instituciones funcionen, que los ciudadanos participen y que ningún liderazgo se vuelva impune?
El momento es de reflexión y de acción. Porque en las urnas, en la política, en la vida pública, también tú influyes. #YoSiInfluyo
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