La promesa de más recursos para la educación en el Paquete Económico 2026 llega con letra pequeña: aunque el presupuesto global para el sector crecería, con un impulso notable a becas y a la educación básica, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) advierte que la distribución prioriza ampliaciones con impacto inmediato, pero deja en riesgo la educación media superior y la superior, donde se registran reducciones en los recursos y en la inversión por estudiante.
A través del análisis Paquete Económico 2026: ¿Hay inversión en educación?, el IMCO detrás de la afirmación del Morena de que hay más dinero para educación, existen cambios estructurales que podrían empeorar la equidad y la calidad del sistema educativo. Según el instituto, el aumento del gasto se concentra en transferencias y programas de becas, con incrementos proyectados de dos dígitos en algunos rubros, mientras que las partidas destinadas a universidades públicas y a la expansión de la educación media superior muestran contracción real.

Según el estudio, la tensión entre cantidad y calidad atraviesa el diagnóstico. El paquete plantea para 2026 un monto cercano a 1.2 billones de pesos para todo el rubro educativo, lo que en números absolutos supone un aumento frente a ejercicios anteriores; sin embargo, el IMCO y analistas independientes sostienen que el crecimiento no compensa el retroceso en inversión por estudiante ni atiende déficits de infraestructura, capacitación docente e investigación.
En concreto, señala, la redistribución favorece la educación básica y programas sociales asociados, mientras que la educación media superior y la superior reportan disminuciones de tres y cuatro por ciento respectivamente en algunos rubros críticos.
El análisis destaca que en este sentido el problema es doble, pues recortar a la educación superior limita la capacidad del país para formar capital humano avanzado y responde mal a las necesidades de innovación; a su vez, reducir recursos por alumno erosiona la calidad educativa en todos los niveles. México sigue por debajo de las recomendaciones internacionales en gasto educativo como porcentaje del PIB, y el gasto público orientado a la educación tiene que equilibrar cobertura con calidad y con inversión en infraestructura y ciencia.
Por otra parte, el reporte señala que en el terreno político, la decisión de priorizar becas y la educación básica tiene explicaciones comprensibles: impacto inmediato en la cobertura, beneficios visibles para familias y respuesta a déficits urgentes en primaria y secundaria. No obstante, soluciones enfocadas únicamente en la cobertura pueden dejar vulnerables otros pilares: financiamiento a universidades públicas, programas de investigación y mecanismos de apoyo para estudiantes en riesgo económico que buscan acceder a la educación superior.
En este sentido, el IMCO insiste en que una política educativa integral requiere pensar en el sistema como una cadena: si falla un eslabón, la educación media superior o la superior, se fragmenta la movilidad social y la competitividad.

Revela que otro punto crítico es la eficiencia del gasto. No siempre más recursos se traducen en mejores resultados; la asignación, la transparencia y el seguimiento son determinantes. El IMCO, que monitorea indicadores de desempeño, sugiere que sin métricas claras de evaluación y sin mecanismos que aseguren que los recursos llegan y se usan para mejorar el aprendizaje, la inversión pierde potencia transformadora. En ese sentido, la discusión pública no debe reducirse a montos, sino a diseño programático y resultados medibles.
Para que el aumento presupuestal anunciado funcione como inversión real en capital humano, el IMCO propone tres líneas de acción: primero, blindar partidas para educación media superior y superior que garanticen inversión por estudiante; segundo, vincular el gasto a metas de aprendizaje e investigación con evaluaciones periódicas; y tercero, elevar la transparencia presupuestaria y los controles de ejecución para asegurar que cada peso se traduzca en infraestructura, capacitación docente y recursos didácticos. Sin estas medidas, el aparente avance presupuestal corre el riesgo de quedarse en cifras optimistas sin impacto duradero.
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