Cuando Claudia Sheinbaum tomó posesión el 1 de diciembre de 2024 prometió continuidad en los grandes ejes del proyecto de la 4T –programas sociales amplios, prioridad a Pemex y a la seguridad mediante la Guardia Nacional– y una administración que, dijo entonces, combinaría “transformación y gobernabilidad”. A siete meses del arranque el balance público muestra un fenómeno poco frecuente en democracias recientes: una alta aprobación ciudadana frente a retos estructurales todavía sin resolver.
Las encuestas del último trimestre muestran niveles de aprobación que varían entre la alta y el muy alta; un sondeo nacional reciente coloca la aprobación en torno al 73 por ciento –y otras mediciones puntuales la han reportado aún más arriba–, una base de apoyo que, según analistas, se explica por la continuidad y expansión de los programas sociales (pensiones, becas y subsidios energéticos), la comunicación pública de logros concretos y la percepción de acción en materia de inseguridad en ciertos indicadores. Esa veta política le ha permitido a Sheinbaum contar con margen político para impulsar reformas y priorizar iniciativas propias.
El gobierno ha difundido cifras que muestran una reducción en la media de homicidios diarios –un recorte del orden del 25 por ciento en ciertos periodos comparados entre septiembre de 2024 y abril de 2025– y lo ha presentado como evidencia de una estrategia que combina despliegue de fuerzas federales y acuerdos con gobernadores.
No obstante, las series históricas de Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y los observatorios independientes recuerdan que la violencia en México sigue en niveles muy elevados respecto a la última década y que la percepción pública sobre inseguridad no se ha resuelto, para amplios sectores la violencia sigue siendo la primera preocupación. La contradicción entre cifras y percepción será uno de los principales retos del sexenio temprano.

En lo referente a la economía, México enfrenta una etapa de crecimiento lento. Las previsiones de instituciones y bancos privados sitúan el crecimiento de 2025 por debajo del 1.0 por ciento (estimaciones públicas y privadas han oscilado alrededor de 0.4–0.7 por ciento para 2025), mientras que el Banco de México ha comenzado a ajustar su política monetaria ante una inflación subyacente todavía por arriba de la meta. Recientemente Banxico redujo su tasa de interés de referencia en un movimiento que busca estimular la actividad sin desanclar expectativas de inflación; la vigorosa discusión sobre política fiscal y la dependencia de ingresos petroleros marcan el contexto. Para la ciudadanía, la combinación de inflación, salarios estancados y servicios públicos con presiones ha moderado la sensación de bienestar económico pese a los programas sociales.
El gobierno federal ha hecho de la autosuficiencia energética uno de sus ejes: mayor carga a Pemex, prioridad a la refinería Dos Bocas y proyectos para ampliar la generación eléctrica de la CFE. En la práctica, sin embargo, Dos Bocas ha mostrado problemas operativos que complican la narrativa de autosuficiencia y obligan a ajustes operativos y financieros. Ese desfase entre promesa y ejecución será un foco de vulnerabilidad política si persisten los costos y la baja productividad.
Uno de los episodios definitorios del primer año ha sido la relación con la Casa Blanca desde la llegada de Donald Trump. La reaparición de presiones migratorias y comerciales ha obligado a la presidencia mexicana a combinar concesiones operativas, cooperación en puntos específicos, con gestos de defensa de la soberanía; la cobertura internacional ha subrayado la tensión entre la necesidad de acuerdos y el coste político doméstico de ceder terreno ante demandas externas. Esa interacción ha sido, a la vez, una fuente de legitimidad debido a la presentación de resultados y de riesgo, porque cualquier signo de sometimiento puede erosionar apoyo ciudadano y la narrativa de autonomía nacional.
Aciertos y errores
Entre los aciertos destaca la capacidad de navegar tensiones externas sin romper canales con Estados Unidos. Entre los errores o áreas de mayor costo político están la dependencia sobre proyectos emblemáticos (como Dos Bocas) que han mostrado problemas técnicos y financieros y la percepción de que la violencia no disminuye en la vida cotidiana de amplios sectores.
Mirando al futuro inmediato, el desafío de la mandataria será convertir la aprobación en políticas sostenibles: consolidar una baja efectiva y apreciable en los delitos graves, asegurar la viabilidad fiscal de sus promesas sociales, resolver los cuellos de botella energéticos y gestionar una relación con Washington que proteja la soberanía sin perder la cooperación imprescindible. Si lo logra, su primer año será recordado como el de la consolidación; si no, como el de las buenas intenciones que no tocaron las estructuras que hacen persistir los problemas.
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