Los jaguares son una especie clave para la naturaleza, su depredación controla las densidades poblacionales de las presas, y si llegaran a desaparecer se desencadenarían fenómenos que podrían deteriorar los ecosistemas, su actividad puede generar un efecto en otras especies y su entorno.
Es por ello que los jaguares son una piedra angular de la conservación porque su distribución es amplia y habitan en una gran variedad de ecosistemas. En México aún se encuentran en una gran parte del territorio nacional que va desde Sonora hasta Yucatán, por las costas del Océano Pacífico y la Sierra Madre Occidental.
Anteriormente, también habitaban desde el suroeste de Estados Unidos hasta Argentina, pero ahora sólo ocupan una tercera parte de esta extensión debido a la destrucción de su hábitat por actividades humanas como agricultura y ganadería, asentamientos humanos y obras públicas.

Además, los jaguares se han enfrentado a la cacería debido a lo codiciado de sus hermosas pieles, garras o colmillos, pero también estos animales han sido perseguidos y sacrificados en represalia, toda vez que algunas veces atacan al ganado, debido a la disminución de sus presas naturales.
Crece ligeramente la población
La población de jaguares en México creció de cuatro mil 800 en 2018 a cinco mil 326 ejemplares en 2024 lo que representa 10 por ciento en los últimos seis años; un dato que puede resultar alentador, aunque insuficiente para sacar a la especie del peligro de extinción, de acuerdo con datos de un censo donde participaron especialistas de la Unidad Lerma de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
El Tercer Censo Nacional del Jaguar ofrece datos y una hoja de ruta para la acción y entre las recomendaciones más urgentes se encuentran: Incentivar la conservación de corredores biológicos fuera de áreas protegidas mediante actividades productivas compatibles con la biodiversidad.
El estudio se llevó a cabo en 23 sitios distribuidos en 15 estados del país, incluyendo Sonora, Sinaloa, Nayarit, Jalisco, Michoacán, Guerrero, Chiapas, Quintana Roo, Yucatán, Campeche, Morelos, Hidalgo, San Luis Potosí, Nuevo León y Tamaulipas; sin embargo, para mantener esa tasa de crecimiento se requerirán más de tres décadas para alcanzar una población mínima viable de ocho mil jaguares.
En cada sitio se muestrearon 18 mil hectáreas, sumando un total de 414 mil hectáreas evaluadas, lo que convierte a este esfuerzo en el más extenso de monitoreo de mamíferos en México y uno de los más ambiciosos a nivel mundial.
Este logro es producto del trabajo coordinado por la Alianza Nacional para la Conservación del Jaguar (ANCJ), una asociación civil sin fines de lucro que desde hace casi dos décadas ha reunido a investigadores, académicos, comunidades locales, instituciones gubernamentales y organizaciones de la sociedad civil en torno a la protección de esta especie clave.

De acuerdo con el Tercer Censo Nacional del Jaguar, entre las instituciones participantes destaca la UAM, que aportó conocimiento científico, personal especializado y compromiso institucional en diversas etapas del censo.
Para la recolección de datos se utilizaron 920 cámaras trampa distribuidas en 30 puntos por sitio, activadas durante 90 días. Estas cámaras, equipadas con sensores de movimiento, capturaron imágenes y videos de las especies presentes, permitiendo identificar individuos, estimar densidades poblacionales y analizar patrones de distribución.
El análisis posterior incluyó modelos matemáticos y estadísticos complejos, garantizando la solidez científica de los resultados.
Al respecto, el doctor Heliot Zarza Villanueva, puntualizó que en un país donde la biodiversidad enfrenta amenazas crecientes, el censo marca un hito en la conservación de especies en peligro, ya que utilizaron una metodología científica rigurosa, una colaboración multisectorial sin precedentes y una visión clara de futuro; este esfuerzo nacional confirma que el jaguar (Panthera onca), el felino más grande de América y símbolo de la riqueza biológica y cultural de México, está resistiendo.
El censo fue coordinado por Gerardo Ceballos, presidente de la ANCJ y el doctor Heliot Zarza Villanueva, investigador del Departamento de Ciencias Ambientales de la Unidad Lerma de la UAM, con el apoyo de especialistas como Rebeca Calanoce, José González Maya, Daniela Medellín y Humberto Adán Peña, entre otros.
Humberto Peña, coordinador general de estrategias estatales, resaltó que “la participación de las comunidades, la academia, el Gobierno y la sociedad civil unidos por la preservación de una especie tan importante ha dado resultados increíbles”.
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