El complejo tablero político de EUA

En septiembre de 2025, Donald J. Trump lleva ya ocho meses al frente de su segundo mandato presidencial. Su regreso al poder confirmó que la política estadounidense no volvió a la normalidad tras la elección de 2020, sino que se profundizó la división entre dos visiones irreconciliables del país.

Hoy, el escenario político se define por una agenda marcada por el endurecimiento migratorio, la confrontación con aliados internacionales, la reducción de impuestos para las élites económicas y la tensión constante entre el Ejecutivo y los contrapesos institucionales. La pregunta clave es si Trump logrará sostener la gobernabilidad en medio de un clima de polarización que parece no tener fin.

El Congreso permanece dividido. La Cámara de Representantes está bajo control republicano, mientras el Senado continúa ajustado, obligando a constantes negociaciones. Aun así, Trump gobierna con un estilo confrontativo: impulsa decretos ejecutivos para sortear bloqueos legislativos y mantiene su discurso de “recuperar la grandeza de América” frente a lo que llama “el desastre dejado por Biden”.

El Pew Research Center documenta que el nivel de polarización en este año ha alcanzado su punto más alto desde que lleva registro: más del 70% de los estadounidenses afirman desconfiar de quienes votan por el partido contrario.

Migración: la frontera como símbolo

Uno de los temas más candentes es la migración. Trump reactivó el programa Remain in Mexico, ordenó la construcción de nuevos tramos del muro fronterizo y ha aumentado las redadas contra indocumentados.

En la frontera sur, organizaciones de derechos humanos denuncian un aumento en deportaciones rápidas sin debido proceso. La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) informó que solo en julio de 2025 se registraron más de 250,000 intentos de cruce, la cifra más alta desde 2022.

María López, migrante mexicana residente en El Paso, comparte su angustia: “Mis hijos nacieron aquí, pero ahora vivo con miedo de que cualquier error nos separe. No es solo política, es nuestra vida diaria la que está en juego”.

Economía: recortes de impuestos y riesgo inflacionario

Trump ha impulsado una segunda ola de recortes de impuestos a corporaciones y altos ingresos, bajo el argumento de fomentar la inversión. La Bolsa de Nueva York reaccionó con optimismo en los primeros meses, pero la deuda pública continúa creciendo: según la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO), el déficit federal podría superar los 2 billones de dólares en 2026 si no se corrige la tendencia.

En contraste, sectores medios y bajos perciben que la inflación sigue presionando sus bolsillos. El precio promedio de la vivienda ha aumentado 6% en lo que va del año, y los costos de salud se mantienen entre los más altos de la OCDE.

Para Jason, un joven trabajador de Ohio: “Me prometieron más empleo y más dinero en mi bolsillo, pero lo que veo es que mis gastos suben y los beneficios son para los más ricos”.

Política exterior: “America First” recargado

En el plano internacional, Trump ha retomado con fuerza su lema America First.

  • OTAN: exige mayores aportaciones de los países europeos y amenaza con reducir el compromiso militar de EE.UU. si no cumplen.
  • China: ha endurecido la guerra comercial, imponiendo nuevos aranceles y limitando el acceso de empresas tecnológicas chinas al mercado estadounidense.
  • Medio Oriente: refuerza su apoyo a Israel, lo que ha tensado aún más la relación con países árabes.
  • México y Canadá: el propio T-MEC está en revisión, con amenazas de renegociación que generan incertidumbre en las cadenas productivas de América del Norte.

Según Richard Haass, expresidente del Council on Foreign Relations:

“Trump ya no es una novedad disruptiva, sino un factor de riesgo sistémico. Su segundo mandato puede acelerar la transición hacia un mundo sin un liderazgo claro de Estados Unidos”.

Instituciones bajo presión

La relación de Trump con las instituciones sigue siendo conflictiva. Ha criticado públicamente a jueces que frenaron algunas de sus órdenes ejecutivas y mantiene una confrontación abierta con medios de comunicación a los que acusa de “enemigos del pueblo”.

Al mismo tiempo, sectores republicanos en el Congreso promueven leyes que buscan reducir la independencia del Departamento de Justicia y limitar la capacidad de investigación contra el Ejecutivo.

El recuerdo del asalto al Capitolio en enero de 2021 sigue pesando. Organizaciones como Freedom House advierten que la democracia estadounidense muestra signos de retroceso, principalmente por la erosión de la confianza en procesos electorales y el debilitamiento de contrapesos.

Polarización social y cultural

El segundo mandato de Trump no solo se refleja en políticas, sino en la vida cotidiana. Las universidades son escenarios de protestas y debates encendidos sobre libertad de expresión y diversidad. En redes sociales, la desinformación y el discurso de odio se intensifican, alimentando un clima de confrontación permanente.

El Southern Poverty Law Center reporta un aumento del 12% en incidentes de discurso de odio desde enero de 2025.

Gabriel, estudiante universitario en Chicago, lo resume con frustración: “Ya no hablamos de política como un espacio para proponer ideas, sino como un campo de batalla. Es desgastante vivir en un país donde todo es blanco o negro”.

Perspectivas hacia 2026

De cara al futuro, los analistas identifican tres grandes riesgos:

  1. Gobernabilidad interna: el riesgo de parálisis legislativa y protestas sociales masivas.
  2. Economía: el crecimiento a corto plazo frente al aumento de deuda y desigualdad.
  3. Relaciones internacionales: la tensión con aliados y el avance de China como potencia alternativa.

El propio Trump insiste en que su administración será recordada como la que “devolvió la grandeza a Estados Unidos”. Sin embargo, la historia aún está en construcción y dependerá de cómo logre –o no– unir a un país profundamente dividido.

En septiembre de 2025, el segundo mandato de Donald Trump se caracteriza por la continuidad de un liderazgo confrontativo, el endurecimiento de la política migratoria, la apuesta por beneficios económicos para las élites y un estilo que tensiona instituciones y alianzas internacionales.

Desde la una visión humanista, los valores como la solidaridad, el bien común y la justicia social ofrecen un contraste claro con un modelo que prioriza la confrontación sobre el consenso.

El mundo observa con cautela: lo que ocurra en Estados Unidos en los próximos tres años definirá no solo su democracia interna, sino también el rumbo del orden global.

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