¿Piernas cansadas? Tus venas pueden estar enfermas

Al terminar el día, mucha gente siente las piernas cansadas. Algunos aseguran que la pesadez que sienten es resultado de un día extenuante, para otros, es la señal de una enfermedad que suele pasar desapercibida pero que afecta a millones de personas, se trata de la insuficiencia venosa crónica (IVC), un padecimiento vascular que progresa lentamente y que, de no atenderse a tiempo, puede transformarse en un problema incapacitante.

La IVC ocurre cuando las válvulas de las venas de las piernas dejan de funcionar de manera adecuada. Su tarea, sencilla en apariencia, es evitar que la sangre se acumule en las extremidades y garantizar que fluya de regreso hacia el corazón. Cuando fallan, la sangre se estanca y provoca síntomas que van desde la inflamación y las várices hasta alteraciones en la piel, úlceras difíciles de cicatrizar o incluso trombosis. 

“Durante años, la insuficiencia venosa crónica ha sido subestimada en hombres, pese a su alta incidencia. Muchos normalizan el malestar o simplemente lo ignoran hasta que aparecen complicaciones”, indicó Priscila Cantú, especialista en salud vascular.

Aunque suele asociarse esta enfermedad sólo a las mujeres, los estudios muestran que los hombres no están exentos de padecerla. 

La especialista comentó que de acuerdo al Edinburgh Vein Study, publicado en Journal of Epidemiology & Community Health, se examinó a mil 566 personas entre 18 a 64 años y halló que el nueve por ciento de los hombres presentaba IVC, en comparación con el siete por ciento de las mujeres. 

Asimismo, a nivel global, una revisión publicada en la revista Annals of Epidemiology reportó que la prevalencia de IVC en hombres oscila entre el uno por ciento y el 17 por ciento, variando según la edad, criterios diagnósticos y la región. 

En América Latina y México, de acuerdo con el mismo Vein Study (2010), se analizaron a más de 91 mil personas, revelando que la enfermedad venosa crónica tiene una alta prevalencia general del 83.6 por ciento. En el caso específico de los hombres, el 17.6 por ciento presentaba algún grado de Insuficiencia Venosa Crónica, según la clasificación CEAP, un sistema usado para evaluar la severidad de la patología, que abarca desde cambios leves en la piel hasta la aparición de úlceras.

Priscila Cantú señaló que los factores de riesgo son variados, pero se concentran en estilos de vida cada vez más comunes. El sobrepeso y la obesidad, el sedentarismo, las jornadas laborales prolongadas de pie o sentado, el tabaquismo, la hipertensión y la diabetes forman parte de la lista. A ello se suma el retraso con el que los hombres suelen acudir al médico, lo que agrava las complicaciones. La enfermedad también está relacionada con el envejecimiento: mientras que el 40 por ciento de las mujeres presenta várices a los 40 años, la misma proporción de hombres las desarrolla alrededor de los 60.

Abundó que los síntomas iniciales no son espectaculares, pero sí constantes y esto son pesadez al final del día, hinchazón, calambres nocturnos, aparición de venas abultadas o pequeñas arañitas vasculares, así como cambios en la textura y el color de la piel.

De acuerdo con un estudio realizado en México en 2023 con más de cinco mil pacientes, la prevalencia de enfermedad venosa crónica alcanzó el 71.3 por ciento, y los síntomas más frecuentes fueron el dolor y la sensación de pesadez en las piernas, presentes en más del 70 por ciento de los casos. Es decir, se trata de una condición que afecta de forma significativa la calidad de vida y que no distingue entre géneros.

La buena noticia es que la IVC tiene tratamiento. La intervención más sencilla y eficaz es la terapia compresiva: medias o calcetines diseñados especialmente para favorecer el retorno de la sangre y reducir la presión en las venas. Su uso diario, bajo recomendación médica, ayuda a disminuir la inflamación, aliviar la pesadez y prevenir complicaciones. Marcas como JOBST, pionera en este tipo de soluciones desde hace más de 80 años, han desarrollado líneas específicas para hombres, incorporando tecnologías que mejoran la comodidad y la adherencia al tratamiento. “Identificar los síntomas a tiempo y actuar puede marcar una gran diferencia”, subrayó Cantú.

Pero la terapia compresiva no lo es todo. La prevención juega un papel clave. Caminar al menos 20 minutos al día, mantener un peso saludable, elevar las piernas al descansar y evitar permanecer largas horas en la misma posición son hábitos sencillos que reducen el riesgo. En casos más severos, los especialistas pueden recurrir a medicamentos o a procedimientos mínimamente invasivos, que reemplazan en muchos contextos las cirugías tradicionales. En América Latina, por ejemplo, las ablaciones endovenosas se han convertido en una alternativa menos agresiva y con tiempos de recuperación más cortos.

Lo que los expertos insisten en remarcar es que la insuficiencia venosa crónica no debe ser considerada un problema estético ni exclusivo de las mujeres. Es una enfermedad vascular que avanza con la edad y que puede complicarse si no se atiende. La prevalencia en México y en la región es alta, y las consecuencias, si se ignoran los síntomas, pueden afectar no sólo la movilidad, sino también la salud general y la productividad laboral.

Al final, las piernas que nos sostienen a diario también necesitan cuidados. La sensación de pesadez, los calambres nocturnos o las venas que empiezan a notarse no son solo señales del cansancio cotidiano: pueden ser la forma en que el cuerpo avisa que algo no anda bien. Prestar atención, consultar a tiempo y adoptar medidas preventivas son pasos sencillos que pueden evitar que una molestia silenciosa se convierta en una enfermedad crónica. Porque cuando se trata de salud vascular, ignorar el malestar nunca es la mejor opción.

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