IA al máximo: ¿a qué precio energético?

En los últimos años, la inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser una promesa para convertirse en uno de los motores principales del desarrollo tecnológico mundial: asistentes conversacionales, generación de imágenes, modelos predictivos, automatización, entre otros. Este impulso ha llevado a que los centros de datos se conviertan en piezas clave del gasto en capital (CapEx) de la industria: infraestructuras gigantescas donde corre el procesamiento, almacenamiento, refresco constante de información y entrenamiento de modelos.

Sin embargo, esa carrera frenética por mayor poder de cómputo choca contra un límite menos visible: la energía. No sólo la electricidad para mantener operativos los servidores, sino la energía necesaria para enfriar, transmitir, generar respaldo, y para que la red eléctrica resista la carga. En muchos casos, la infraestructura eléctrica —tanto generadores, líneas de transmisión como distribución local— empieza ya a mostrar cuellos de botella que podrían frenar el crecimiento de la IA, afectar los hogares, la industria y la transición energética.

Este reportaje investiga cómo la dependencia energética de los centros de datos está generando tensiones reales en redes eléctricas, qué regiones ya enfrentan consecuencias, qué dicen los expertos, y qué alternativas pueden adoptarse para asegurar un desarrollo sustentable que respete la legalidad, los valores comunitarios y la dignidad humana.

El estado de la demanda energética: datos duros

  • A nivel global, los centros de datos consumían en 2024 alrededor de 415 teravatios hora (TWh), lo que representa cerca del 1.5 % del consumo eléctrico mundial. Desde 2017, su demanda ha crecido en promedio un 12 % anual
  • Se proyecta que para 2030, ese consumo podría más que duplicarse, llegando a unos 945 TWh, lo que podría significar cerca del 3 % del consumo eléctrico global, especialmente si se acelera la adopción de “servidores acelerados” (accelerated servers) usados en IA. 
  • En Estados Unidos, por ejemplo, los datos indican que los centros de datos consumieron alrededor del 4.4 % de la electricidad total del país en 2023, cifra que podría ascender a entre 6.7 % y 12 % hacia 2028, dependiendo de las inversiones, la eficiencia y las políticas energéticas. 
  • Otro estudio estima que la demanda de electricidad de los data centres impulsada por IA en EE.UU. podría crecer unos 400 TWh entre 2024 y 2030, a una tasa anual compuesta bastante alta. 

Regiones y ejemplos concretos: donde se ve el cuello de botella

  • Estados Unidos: ya hay regiones como Northern Virginia, California (Silicon Valley), Texas, con gran concentración de centros de datos, donde los servicios eléctricos enfrentan retos de capacidad. 
  • Irlanda: la expansión agresiva de los centros de datos ha generado preocupaciones sobre estabilidad del suministro eléctrico, medio ambiente y dependencia de combustibles fósiles. En 2023 estos centros consumieron más electricidad que todas las viviendas urbanas juntas en ciertas regiones, y algunos nuevos proyectos han sido detenidos hasta 2028. 
  • En informes internacionales (por ejemplo de la Agencia Internacional de la Energía, IEA) se advierte que la infraestructura eléctrica podría no aumentar al ritmo necesario, lo que implicará demoras en autorización, retrasos en conexiones, limitaciones de transmisión de energía, y posibles apagones o restricciones. 

“Hace unos meses se cortaba la luz cada que la fábrica al lado encendía sus servidores grandes; creían que era solo mi casa, hasta que lo comprobamos: era la demanda de datos. No imaginé que el internet que uso para trabajar podría afectar mi recibo de luz o mis clases en línea.” — María Estela Gómez, habitante de una zona industrial en Phoenix, Arizona. María Estela no es una excepción. En muchas comunidades cercanas a grandes polos de data centres, usuarios reportan alzas en los costos eléctricos, tensión en infraestructura local (líneas viejas, transformadores sobrecargados), y demoras en obtener permisos o derechos eléctricos para nuevas viviendas o negocios.

Factores que agravan los cuellos de botella

  1. Crecimiento acelerado de IA y modelos intensivos
    Las cargas de trabajo de IA, especialmente entrenamiento de modelos grandes (large language models, redes neuronales profundas), requieren servidores especializados (GPU, TPU, aceleradores) que consumen mucha energía y generan calor intenso. Esto eleva la densidad de carga eléctrica y de disipación térmica. 
  2. Infraestructura de red insuficiente o lenta en expandirse
    Las líneas de transmisión, subestaciones, plantas generadoras, no siempre han evolucionado al mismo ritmo que la demanda digital. Permisos, regulaciones, costos, y planificación urbana son frenos frecuentes. 
  3. Dependencia de fuentes no renovables y emisiones
    En muchas regiones, la electricidad sigue derivada en buena parte de fuentes fósiles. Si la expansión de data centres se hace sin mover hacia energías limpias, el impacto climático será mayor. La IEA señala que el crecimiento de centros de datos duplicará el consumo eléctrico global, pero parte de eso podría compensarse si se mejora eficiencia y se incorpora energía renovable. 
  4. Enfriamiento y pérdidas energéticas
    Mantener temperaturas óptimas en servidores depende de sistemas de enfriamiento que consumen energía (aire acondicionado, enfriamiento líquido, unidades de respaldo, etc.). Los centros modernos buscan reducir el PUE (Power Usage Effectiveness), pero no todos lo logran lograr o invertir en tecnologías avanzadas. 
  5. Barreras sociales, institucionales y regulatorias
    No es solo un tema técnico. Decisiones sobre dónde ubicar data centres, licencias ambientales, contratos de suministro eléctrico, aceptación local, costos, transparencia en métricas energéticas —todo eso impacta. Investigaciones señalan que aunque las tecnologías eficientes ya existen, la cultura organizacional, los incentivos económicos y la regulación no siempre están alineadas para adoptarlas. 

Consecuencias potenciales si no se actúa

  • Redes sobrecargadas: transformadores, líneas de transmisión y distribución podrían saturarse, provocando apagones localizados o restricciones en el servicio. Especialmente en zonas donde los centros de datos llegan abruptamente sin previsión energética suficiente.
  • Aumento de precios eléctricos para usuarios domésticos e industrias: cuando la demanda sube mucho, los costos marginales, tarifas por capacidad, inversiones en infraestructura extra suelen trasladarse al consumidor.
  • Retraso en la transición energética: si se suma más demanda sin que crezca la producción limpia o la capacidad de almacenamiento y transmisión de energías renovables, es probable que haya más dependencia de combustibles fósiles.
  • Impacto ambiental y social: emisiones de CO₂, uso de agua para enfriamiento, calor residual, conflictos locales por consumo de recursos, inequidad en acceso al servicio eléctrico.

Propuestas de solución: caminos hacia un equilibrio sustentable

Aquí algunas propuestas que expertos y organismos internacionales sugieren, teniendo presente valores como justicia, solidaridad, bien común y responsabilidad ambiental:

  1. Políticas públicas que prioricen planificación energética integrada
    Gobiernos locales y federales deben anticipar demanda, definir zonas de desarrollo para data centres con condiciones favorables (proximidad a fuentes renovables, redes robustas), agilizar permisos, asegurar que la expansión de la red eléctrica vaya de la mano con la expansión de la demanda.
  2. Mandato y estándares de eficiencia energética
    Implementar regulaciones que exijan métricas como PUE, uso de refrigeración eficiente, uso de energía renovable, auditorías energéticas, transparencia en consumos. Incentivar por ejemplo via subsidios fiscales, tarifas preferenciales, certificaciones verdes.
  3. Fomento de energías renovables y combinación de fuentes limpias
    No basta con que los centros de datos compren energía limpia: se requiere que la generación renovable crezca, que haya más almacenamiento de energía (baterías), redes inteligentes para integrar solar, eólica, hidroelectricidad, geotermia donde sea pertinente.
  4. Innovación tecnológica
    Servidores más eficientes, mejor disipación del calor, enfriamiento por líquidos, refrigeración pasiva, arquitecturas distribuidas que disminuyan latencia y pérdidas, uso de IA para gestionar cargas de trabajo, apagar equipos redundantes, optimizar el uso de infraestructura ociosas.
  5. Participación ciudadana, ética y responsabilidad social
    Incluir en la planeación a las comunidades locales para evitar impactos desiguales; asegurar que los beneficios (empleos, desarrollo) se repartan; reglas que protejan el derecho al servicio eléctrico de los ciudadanos.
  6. Transparencia y medición constante
    Contar con datos públicos sobre el consumo de los centros, su huella energética, sus emisiones, uso del agua, impacto local de la infraestructura. Sólo lo que se mide se puede mejorar.

La inteligencia artificial y los centros de datos son motores de progreso tecnológico, innovación y crecimiento económico. No obstante, su voracidad energética plantea retos reales: desde cuellos de botella en la infraestructura eléctrica, pasando por costes crecientes para la sociedad, hasta la posibilidad de que la emergencia climática se agrave si no se insertan prácticas sostenibles.

México, al igual que otros países en desarrollo, tiene una oportunidad crítica: poder aprender de los casos de Irlanda, EE.UU. u otras regiones para anticiparse. Si se planifica bien, se regula con visión de largo plazo, se invierte en infraestructura limpia, se involucra a las comunidades y se asume una visión ética del desarrollo, es posible que la IA se despliegue sin dejar tras de sí apagones, desigualdades ni daños ambientales irreversibles.

Podemos recordar principios fundamentales: el bien común, la dignidad de cada persona, la solidaridad intergeneracional, la justicia social, el cuidado de la creación. Aplicarlos aquí significa asegurar que nadie quede sin acceso al servicio eléctrico por el crecimiento digital, que las comunidades locales no sufran por ende aquí presentes ni futuros, que el desarrollo tecnológico no sacrifique recursos naturales críticos ni contamine más de lo tolerable.

En definitiva, la IA podría seguir su explosión sin rupturas si adoptamos ya medidas preventivas, responsables, reguladas, limpias y transparentes. El futuro lo exigirá, y está en nuestras manos construirlo con justicia y sentido ético.

Te puede interesar: 

@yoinfluyo

Facebook: Yo Influyo
comentarios@yoinfluyo.com

Compartir

Lo más visto

También te puede interesar

No hemos podido validar su suscripción.
Se ha realizado su suscripción.

Newsletter

Suscríbase a nuestra newsletter para recibir nuestras novedades.