Débil crecimiento económico para México

La economía mexicana entra a la recta final de 2025 en un punto de bajo dinamismo. Tras una temporada de datos tibios y en medio de señales mixtas desde la política fiscal y el entorno externo, organismos internacionales, agencias calificadoras y encuestas de especialistas entregan en septiembre un mensaje común: crecimiento contenido este año y una recuperación tenue en 2026, sujeta a riesgos significativos.

El Fondo Monetario Internacional (FMI), tras su misión de Artículo IV que visitó la Ciudad de México en septiembre, describe la actividad económica como “débil” y proyecta que el Producto Interno Bruto (PIB) crecerá alrededor de 1.0 por ciento en 2025, con una moderada aceleración hacia 2026 si se implementan reformas y mejora la demanda externa. El organismo advierte además sobre vulnerabilidades fiscales al señalar que sin correcciones, la deuda pública podría elevarse en la próxima década, lo que aumentaría la exposición a choques.

En el terreno local, la agencia HR Ratings presenta escenarios que confirman el ambiente de baja expansión. En su último reporte macroeconómico trimestral estima para 2025 un crecimiento contenido y destaca que la política monetaria con recortes graduales ya anticipados por Banxico y la evolución de la inflación influirán en la recuperación del consumo y la inversión. HR Ratings subraya además riesgos ligados a la ejecución del gasto público y a la cadena de suministro regional.

Las grandes agencias internacionales han mostrado también cautela. S&P Global actualizó su panorámica global señalando revisiones dispares por país, y mantiene una perspectiva reservada para México ante factores como la incertidumbre comercial y la actividad doméstica reducida. Fitch, por su parte, en su reporte de septiembre mantiene una lectura que combina una deuda manejable con un crecimiento estructuralmente bajo. Estas lecturas convergen en la idea de que México conserva fortalezas macroeconómicas, pero enfrenta limitaciones para una recuperación vigorosa.

En el frente doméstico, la Encuesta sobre las Expectativas de los Especialistas en Economía del Banco de México (Banxico) registra, en su sondeo más reciente, un leve ajuste al alza en las expectativas de crecimiento para 2025 respecto al mes anterior, aunque las cifras siguen siendo moderadas y muestran dispersión entre los analistas. La encuesta refleja que las previsiones dependen en buena medida del comportamiento del consumo interno y de la inversión privada.

Los bancos y centros de investigación mexicanos coinciden en la lectura de fondo que es la de un crecimiento debilitado, con la posibilidad de una recuperación muy gradual si la demanda de Estados Unidos se fortalece o si se despejan tensiones comerciales. BBVA Research, por ejemplo, ha publicado análisis que remarcan el problema estructural del bajo crecimiento per cápita y la necesidad de reformas que eleven productividad e inversión.

¿Qué factores explican este panorama? En los análisis se repiten varios elementos: 1) la demanda externa, principalmente de Estados Unidos, que ha mostrado señales de desaceleración o normalización; 2) incertidumbres comerciales y arancelarias que afectan cadenas de valor; 3) comportamiento del gasto público y la inversión en grandes proyectos que condicionan dinamismo regional; y 4) una política monetaria que, tras sostener tasas altas para contener la inflación, comienza a precisar recortes moderados que podrían impulsar al consumo si las condiciones financieras se relajan con prudencia.

Los riesgos son tanto externos los cuales consisten en una nueva ola de desaceleración global o mayores fricciones comerciales, como internos, entre los que se destacan los retrasos en inversión privada, mayor deterioro fiscal o decisiones de política pública que reduzcan la confianza. Economistas consultados por las agencias y en las encuestas advierten que, sin señales claras de reformas productivas y un manejo fiscal que recupere credibilidad, la recuperación seguirá siendo lenta y desigual.

En conclusión, el consenso técnico dibuja para México un año de crecimiento modesto y una posibilidad de recuperación leve en 2026, pero sometida a condiciones externas y a las decisiones de política económica internas. Para virar hacia una trayectoria de mayor dinamismo, coinciden los análisis, será clave impulsar inversión productiva, mejorar la implementación del gasto público y renovar incentivos para elevar la productividad.

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