Pensar sin miedo

Cada año, el 20 de septiembre se celebra el Día Mundial de la Libertad de Expresión de Pensamiento, en memoria de la simbólica Brecha de Porta Pía (Porta Pía), ocurrida en Roma en 1870. Aquel episodio marcó el fin del poder temporal del papado, derribando el dogmatismo en favor de la razón y marcando un avance histórico hacia la libertad de conciencia y pensamiento. Este día no solo conmemora un hecho histórico clave, sino que se convierte en un recordatorio actual sobre el valor intrínseco de poder pensar, cuestionar y expresarse sin temor, valores fundamentales en nuestra sociedad mexicana, democrática y conforme al humanismo trascendente.

En septiembre de 1870, las fuerzas garibaldinas e italianas irrumpieron en Roma por la Porta Pía, derrotando a las tropas papales respaldadas por Francia. Este hecho simbolizó el fin del poder letrado del papado y el inicio del proyecto secular italiano. Simbólicamente, fue la victoria de la razón, de la libertad y del pensamiento sobre el dogma 

Solo en 1948, la Declaración Universal de los Derechos Humanos proclamó en su artículo 19 el derecho a la libertad de opinión y expresión, con facultad de buscar, recibir y difundir información sin restricción alguna 

Importancia actual de la libertad de expresión de pensamiento

La libertad para expresar ideas, cuestionar al poder y ejercer juicio crítico es la base de cualquier democracia y de una ciudadanía auténtica. Sin esta libertad, la sociedad se paraliza, y las voces jóvenes pierden su motor transformador.

Reconocido internacionalmente—no solo por la ONU en 1948 sino en tratados como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos—es un derecho interconectado que faculta la dignidad, justicia y participación plena 

Una sociedad que libera el pensamiento y empodera el debate libre está sembrando el terreno de la creatividad, la investigación, el emprendimiento y la justicia social.

Desafíos contemporáneos

En numerosas regiones del mundo persisten gobiernos que limitan este derecho mediante censura, persecución o encarcelamiento de voces críticas. Aunque México tiene un marco constitucional fuerte, en la práctica persisten amenazas a periodistas, activistas y académicos.

Las redes sociales amplifican el riesgo de que circulen “noticias falsas” o manipuladas, erosionando la confianza pública y polarizando la opinión. Proteger la verdad es también defender la libertad del pensamiento responsable.

Según organizaciones como UNESCO, miles de periodistas enfrentan amenazas, agresiones o persecución legal por ejercer su labor informativa. La impunidad frente a estos actos es una herida abierta de nuestra democracia 

Acciones para proteger y fomentar este derecho

Formar a jóvenes en derechos humanos y en pensamiento crítico—resaltando el valor de la libertad como una conquista histórica y social—es crucial. Organismos civiles, universidades e iglesias pueden liderar iniciativas de formación y diálogo para afianzar este principio.

La protección jurídica, física y emocional de quienes expresan críticas o denuncian injusticias es una obligación de la sociedad. Invertir en su seguridad es invertir en nuestra democracia.

Es urgente promover medios diversos, plurales y confiables, libres del control político o financiero, que garanticen un flujo informativo honesto y plural.

“Cuando escribo, pienso en mis abuelos que nunca pudieron decir lo que sentían. Hoy lo hago por ellos, por mí y por quienes luchan por poder decir sus verdades.”María Fernanda, estudiante universitaria. Este testimonio revela el valor íntimo y colectivo del derecho a expresarse. Refleja el anhelo de generaciones que sueñan, como dice el Papa Francisco en diferentes discursos, con una sociedad donde la verdad y el diálogo sean semillas de justicia.

El humanismo trascendente nos impulsa a defender la dignidad humana, la verdad y el bien común. La libertad de pensamiento y expresión es indispensable para que esas aspiraciones florezcan en nuestra vida social. En México, donde la diversidad cultural y étnica es riqueza nacional, proteger este derecho significa honrar nuestras raíces y apostar por una sociedad más abierta, justa y plural.

El Día Mundial de la Libertad de Expresión de Pensamiento —cada 20 de septiembre— no es un acto simbólico aislado. Es una llamada viva para vigilar, proteger y reivindicar un derecho esencial, que nos conecta con nuestra historia, con nuestra fe y con nuestro futuro como sociedad democrática y plural.

Celebrarlo es reafirmar que pensar sin miedo es el primer paso para construir un mundo más justo, donde México, junto con sus jóvenes, puede ser ejemplo de libertad, honestidad y participación responsable. Defender este derecho es, en definitiva, cuidar nuestra dignidad colectiva.

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