Polarización: grave desajuste

El planeta Tierra tiene dos extremos: norte y sur. Son los dos polos que en los planos donde se explica la estructura del lugar que poblamos están uno en la parte superior y el otro en la inferior. Norte arriba y Sur abajo. Esto explica el vocablo polarización, para explicar lo distante, lo opuesto, lo inalcanzable, lo diferente. Y muchas veces: lo bueno y lo malo.

Actualmente la polarización se está aplicando al modo de proceder de las personas, para calificar la postura ética. Así hemos caído en juicios extremosos, injustos e ignorantes respecto al proceder. Esto provoca confusión y muy mala percepción de la realidad de manera que nuestros juicios sobre los demás llegan a ser profundamente injustos.

Desde hace tiempo venimos padeciendo estas percepciones e interpretaciones. Ahora podemos ejemplificarlo con un acontecimiento que traspasa nuestras fronteras, y por eso, es más fácil de aceptarlo sin necesidad de buscar justificaciones falsamente “patrióticas”. Realmente el problema es mundial.

Estados Unidos está conmocionado por el asesinato de un joven profesionista y padre de familia, Charlie Kirk. En la investigación han encontrado al posible ejecutor: Tyler Robinson. Políticamente Charlie es de los buenos: apoya al presidente de los Estados Unidos, es un padre y esposo ejemplar, con una trayectoria honesta.

Tyler supuestamente tiene unos ideales políticos opuestos a Charlie y por eso también en todo lo demás lo califica de malvado. Tanto así que llega al extremo de pensar que Charlie no puede ser norteamericano. Es el ejemplo de la polarización absoluta que incluye raza, nacionalidad, creencias, partido político y mucho más. ¿Eso es cierto? O es producto de otro modo de ideología.

Sinceramente hemos de reaccionar. No podemos dejarnos arrastrar por la corriente humana incapaz de detenerse a reflexionar. ¿Hasta dónde nos dejaremos arrastrar? ¿Es real calificar a unos de políticos conservadores y a los otros de todo lo contrario? Además, quienes comparten el mismo grupo son los buenos, los demás malos. ¿De verdad lo creemos? ¿Hemos llegado a ese máximo desajuste frente a la realidad?

Nos basta ser sinceros -que no es poco- y hacer examen personal ¿soy bueno en todo y siempre? De quienes no comparten mis ideas, ni mis amistades, ni mis costumbres ¿son malos en todo? ¿no hacen nada bien? ¿merecen desaparecer? Porque no son como nosotros, ¿esta frase justifica todo crimen contra los opuestos?  Por favor, seamos sinceros. 

De otro modo, si no matizamos, seguiremos cultivando la más grave polarización y cometeremos los más graves actos de corrupción: el engaño, la mentira, la desconfianza, la justificación de la venganza, de la injusticia y del odio. ¿Queremos mayor mal estar, mal actuar, mal vivir?

Volvamos al origen y sin presiones, sinceramente, abiertos a la verdadera realidad, reconozcamos en nuestra propia vida, semejante a la de los demás, tendencias buenas y nobles: conmovedoras. También tendencias que nos disgustan, incluso las ocultamos, a veces lo peor es que las negamos.

¿Qué hacer para mejorar, para cambiar? Si adoptamos esta inquietud, ya estamos por buen camino. Aunque de momento no lo veamos, ya superamos el primer engaño porque estamos reconociendo que no soy absolutamente bueno y tengo aspectos reprobables: Vencí la polarización. Muy bien. Buen inicio, pero es preciso continuar: ¿cómo modifico esas malas inclinaciones y/o malos hábitos?

Este momento ya es el inicio de una salvación, pero es necesario tener el valor de llevar a cabo el cambio. Reconocer es un primer triunfo, pero hace falta combatir el mal en mí. La natural sinceridad que aparece en lo más íntimo, ha de llevarme a reconocer qué me debilita o quién me induce. La respuesta será modificar hábitos: no acercarme a lo que me debilita y buscar lo que me fortalece. También evitar los recursos o las personas cuya influencia me degrada y buscar los sustitutos.

Es muy importante eliminar las influencias o los hábitos nocivos, pero este esfuerzo, aunque loable es poco duradero pues nos lleva a la inactividad y acabaremos regresando a los hábitos anteriores. Lo mejor, lo más acertado es actuar, y si estamos desterrando acciones nocivas, para rectificar hemos de adoptar acciones buenas.

Al principio de este cambio, pensaremos que estamos retrocediendo pues antes éramos más certeros y los logros llegaban rápidamente. Ahora nos hemos rezagado, cuesta más alcanzar los propósitos. La tentación es volver a lo que hacíamos. Sin embargo, es necesario superar este momento crítico porque con el tiempo adquiriremos la diligencia anterior pero ahora es para resultados buenos. En este momento ya podemos asegurar que el camino reemprendido es ciertamente positivo.

Las buenas compañías son imprescindibles para perseverar, porque los hábitos al ser producto de nuestras propias elecciones, tienen un vigor muy fuerte y sobre todo profundo, pues provienen de nuestra elección y eso les da una gran solidez. De allí la importancia de las buenas amistades, de la práctica de la auténtica sociabilidad. La soledad retrasa los resultados y si somos impacientes, crece el peligro e impide perseverar.

La sociabilidad hace posible la mejora del ambiente. Si muchas personas se convencen de actuar bien, sembrarán buenas costumbres y eso modificará el entorno. Al principio será más difícil porque no sólo es sembrar sino también se necesita extirpar y eliminar muchas estructuras o negocios que fomentan el mal.

Sin embargo, aunque se llegue a limpiar el ambiente, nunca hay que descuidarse porque jamás desaparecen los intentos de reinstalar instituciones al margen del bien, que deseen comerciar con las malas inclinaciones, siempre agazapadas en todas las personas. Es necesario estar atentos siempre. ¡Siempre!

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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